Vida en soledad frente a vida en pareja, la necesidad de optar entre una y otra constituye la síntesis de un dilema, a menudo vivido en forma de conflicto, que se plantea a numerosos artistas. Son muchos los que entienden su vocación como una dedicación exclusiva, absoluta, cuya entrega en cuerpo y alma se vería comprometida en caso de compaginarla con una relación estable de pareja. El amor, la pasión, serían energías, emociones, destinadas a ser volcadas íntegramente en su obra; la formalización de una relación sentimental sería, por tanto, no sólo una concesión que el artista haría a expensas de su arte al canalizar hacia la relación una energía que necesariamente habría de sustraer a su obra, sino un peligro en la medida en que podría contribuir a aliviar la tensión interna de la que se vale para afrontar sus retos creativos. Es la concepción de la creatividad artística como un absoluto, una misión total hacia cuya consecución se supeditan los demás aspectos de la vida del artista. Éste se siente impelido a vivir la vida a través de su obra a fin de dotarla de su máxima capacidad de expresión, al precio de renunciar a la vida real.
Uno de los más paradigmáticos representantes de este modo de concebir la creación artística sería Franz Kafka. Para desesperación de su madre, una y otra vez el escritor checo se sintió en el último instante incapaz de formalizar el compromiso llamado a unirle a F., que él mismo había contribuido a forjar. En sus diarios da cuenta de los constantes tira y afloja mentales, de las profundas contradicciones, de la angustia y el tormento que la situación le suscita, su incapacidad manifiesta para dar el último paso. Expone minuciosamente los argumentos a favor y en contra de su posible matrimonio: su incapacidad para soportar la vida (¨La unión con F. daría a mi existencia mayor capacidad para resistir¨), su necesidad de pasar mucho tiempo solo, su odio hacia todo aquello que no tiene que ver con la literatura, el miedo a dar el paso (¨Ya nunca más estaré solo¨), el temor a que F. le ayude a participar más y mejor de la vida pero que ello pueda ir en detrimento de la literatura, la asunción de responsabilidades (¨Solo, es posible que alguna vez pudiera dejar mi empleo. Casado, nunca será posible¨.) Insiste Kafka en su incapacidad para soportar la vida, independientemente de su compromiso o no con F., argumentando que lo único que F. ha hecho ha sido poner en evidencia una incapacidad que ya estaba en él. No parece la suya, por tanto, una renuncia consciente a la vida en favor de la literatura, pese a manifestarse una y otra vez rotundamente contrario hacia cualquier iniciativa que redunde en perjuicio de su vocación, sino una incapacidad para soportar la vida asumida por el escritor en la que la literatura se erige como refugio indispensable para su supervivencia. Kafka entiende que tanto la literatura como F. constituyen para él sendas tablas de salvación a fin de resistir mejor los embates de la vida pero ambas resultan incompatibles en la medida en que las concibe como variables absolutas, decantarse por una significa renunciar a la otra, de ahí la parálisis y el tormento del escritor.
¿Por qué vence finalmente su apuesta por la literatura? Quizás la clave esté en su profundo temor, en su incapacidad para asumir decisiones que no sólo contribuirían a alterar de forma drástica su precario equilibrio sino cuyas consecuencias tendrían un carácter irreversible. En el caso de Kafka el dilema no sería tanto una cuestión de elegir entre dos opciones, sino el de desprenderse de aquélla en la que está instalado para abrazar la otra. Cabe pensar que en caso de haber sido la situación inversa, de haberse visto en la tesitura de tener que abandonar la relación estable con F. para dedicarse por entero a la literatura se habría sentido igualmente paralizado y no se hubiera atrevido a dar el paso. No es por tanto la voluntad de Kafka la que en última instancia decanta la elección entre vida y literatura sino que ésta le viene impuesta por su propia naturaleza y por las circunstancias.
Pese a todo, no importa cuánto se analice la situación, las reflexiones del propio interesado, una duda subyace, nunca se acaba de disipar del todo en la mente del lector: ¿Eran necesariamente excluyentes el compromiso de Kafka con F. y su compromiso con la literatura?