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"La televisión es la violación de las multitudes"
Jean François Revel
La pose funeraria del presentador tiene una sonrisa de más. Cuando el olor de la muerte dibuja una línea sensual, erecta en los gráficos del share se corre el riesgo de despejar involuntariamente la entrada a la mueca más inoportuna. Por muy profesional que se sea. Los telespectadores se beben los gestos estudiados del presentador, gestos que se pretenden compungidos, pero que no son más que tretas con forma de anzuelo catódico. La lenta agonía de una celebridad redunda en dividendos y los tiburones de las ondas no desaprovechan la ocasión de espesar aún más el fétido légamo en el que nadan y del que se nutren
El presentador apenas puede encubrir su excitación rapaz. Fue entrenado para pensar en términos de ataúdes, porcentajes y cuotas de pantalla. Hay quien partió trabajosamente del mono para desembocar triunfalmente en el buitre. Un buitre, eso sí, con pose funeraria y muy, muy profesional.