Fotografía: Juan Manuel Vacas
Antonio Rodríguez Jiménez, cordobés nacido 1959, periodista y licenciado en Filología Hispánica, es autor de los libros de poesía Vértigo de la infancia (1980), Ciudad de lunas muertas (Adonais, 1987), Los demonios de Vysehrad (DVD, 1999), y Sagrados labios verdes (Algaida, 2005), este ultimo un libro en el que traslucen retazos de sus viajes, confrontando dos maneras de ver y entender el mundo y la vida: la de la magia de los países con reminiscencias árabes y la del capitalismo más cruel y despiadado encarnado en la visión de una Nueva York post-apocalíptica. Ahora, presenta la novela La alquimia del unicornio (Editorial Almuzara, 2006), en la que narra la historia de un hombre que pretende ser inmortal, pero en la que sobre todo pretende dejar su impronta de novelista. Antonio Rodríguez, que conjuga su carrera literaria con sus responsabilidades en El Diario de Córdoba, no en vano coordina uno de los suplementos literarios más prestigiosos, Cuadernos del Sur, afirma que el protagonista de "La alquimia del unicornio" busca la inmortalidad desesperadamente a través del amor. .
Luis García.- Antonio Rodríguez Jiménez, Director de Cuadernos del Sur, pero... ¿qué es antes, poeta, periodista o novelista?.
Antonio Rodríguez Jiménez.- Soy periodista por vocación y por supervivencia, lo que quiere decir que amo mi profesión pero que la ejerzo esencialmente porque vivo de ella. Me encantaría dedicarme exclusivamente a la creación, pero las circunstancias no me lo permiten. Soy poeta por necesidad vital. La poesía es una manera de vivir y de sentir, de mirar el mundo. Y la novela lo compendia todo, porque en ella hay poesía, pensamiento, periodismo. Está toda mi vida. Pero no sabría ahora decir qué está primero y qué después.
L.G.- Si me permite la salvedad, voy a centrarme en el Antonio Rodríguez narrador, porque ya tenemos en las librerías su esperada novela, La alquimia del unicornio (Editorial Almuzara, 2006). ¿Cómo se gestó la misma, cual fue su génesis?
A.R.J.- El tema de la inmortalidad me obsesiona desde hace años. Un día mientras charlaba con unos amigos en Sintra me presentaron a un alquimista. Era un tipo raro, original, único, una especie de unicornio. Comencé a interesarme por estos temas, me documenté a fondo y quise en principio escribir sobre Nicolas Flamel, pero de repente surgió Ramón Pino, un ser más cercano, más actual, una especie de alter ego, y a partir de ahí comenzó a tomar vida esta historia.
L.G.- Una novela que parece apuntarse a la moda de la tendencia actual, de los Código da Vinci.... etc..., ya que mezcla la fantasía, la ciencia ficción.... ¿casualidad?
A.R.J.- En mi novela se habla de inmortalidad, de un manuscrito, de una búsqueda, de un trío amoroso, de una crisis existencial profunda y hay mucha acción, pero en ella hay también y esencialmente mucha literatura. Mi concesión, si es que la hay, es de elementos temáticos, pero todo lo demás gira en torno a la literatura clásica. Aquí está la huella de Proust, de Joyce, de Góngora, de Valle, de Carrol, de Camus, aunque también están los mundos mágicos de la fantasía, de la aventura, de la ciencia ficción. He escrito una novela apasionada, entretenida y con calidad literaria. Del Código da Vinci admiro sólo su éxito, pues su contenido no me interesa nada.
L.G.- Y sin embargo conviene decir que la alquimia sigue siendo la gran desconocida de las disciplinas digamos... ocultas.... ¿pretende sacarla del ostracismo?
A.R.J.- La verdad es que no es tan desconocida. La alquimia estuvo olvidada durante mucho tiempo, pero hace años que está de moda. Yo no soy un experto en alquimia, simplemente me he documentado lo mejor que he podido y la bibliografía que aparece en la novela es real. He tratado de explicarlo todo lo mejor que he podido, pero aquí lo realmente importante es la historia de un hombre envuelto en su soledad, en su crisis existencial, que se niega a envejecer y trata de alcanzar la inmortalidad a través del amor, del erotismo. Es un personaje único que tiene conciencia de ello y también de su debilidad como ser humano. La alquimia es la transmutación del espíritu, del alma, la autotransformación. El ser humano tiene derecho a aspirar a la inmortalidad, a permanecer en el cosmos, a conocer mejor los misterios del Universo, a ser el ser perfecto que fue.
L.G.- ¿Y ese mezclar realidades (ciudades) con territorios fantásticos?
A.R.J.- Ramón Pino logra entrar en Badagas, una ciudad mágica, de otra dimensión que está bajo Sintra, en Portugal. Pero aparecen otros lugares mágicos como Sandua, Siete Lunas, Sambhala, Atlántida, Olsany, Cockayne. El mundo de los sueños, la mezcla de la realidad con lo onírico son esenciales en esta historia.
L.G.- A mi me recuerda mucho a Calvino...
A.R.J.- Pues no conozco a fondo la obra de Calvino. Hay otros escritores que me han dejado su impronta. Pero suele haber coincidencias en la medida en que hoy día bebemos en las mismas fuentes y el acceso a la información es bastante fácil. De todas formas me halaga la semejanza.
L.G.- Y como en todos poemarios, el amor como constante en la novela.... ¿tanta importancia le concede como elemento narrativo, no solo poético?
A.R.J.- Es el motor de mi existencia, el tema con el que juegan mis musas, el combustible de mi narrativa. Es a nivel temático el corazón de mi actividad creativa. Escribo en la medida en que amo. Por eso en esta novela hay tanta pasión, erotismo, ilusión amorosa, relaciones humanas, en definitiva. Ramón Pino ama a dos mujeres y se debate en descartar a una o a otra sin conseguirlo, pero cuando el termómetro amoroso baja su temperatura no duda en libar en otros amores nuevos.
L.G.- ¿Qué expectativas tiene sobre la novela?. ¿La ve con fuerza para competir en un mundo tan leonino como el de la narrativa, en el que las novedades se solapan unas a otras en las mesas de las librerías?
A.R.J.- El mercado editorial es selvático. Las novelas no sobreviven ni dos meses y algunas apenas tres semanas. He publicado en Almuzara, una editorial joven pero que ha entrado con fuerza. Sus responsables animan y pelean por sus libros. "La alquimia del unicornio" creo que va a aguantar porque la literatura auténtica siempre permanece. Por cierto, a la semana de salir el libro a la calle se ha interesado por él una editorial portuguesa y ya lo están traduciendo. Yo me he dejado la piel en la escritura y eso el lector sabe valorarlo. Creo que en breve saldrá una segunda edición.
L.G.- ¿Cuáles son las fuentes de Antonio Rodríguez Jiménez novelista?
A.R.J.- Ya las mencioné antes. No soy un lector obsesivo, sino que por mi profesión de periodista dedicado a la cultura he leído de todo, he visto mucho cine, he viajado bastante y todo esto te impregna, te enriquece y te hace fuerte para afrontar el mundo y darle oxígeno a la narración. He tardado años en escribir una novela larga o no breve porque me he estado preparando. Necesitaba vivencias para poder contarlas. Esas son las mejores fuentes.
L.G.- ¿Por qué se ha decantado por una Editorial como Almuzara, joven aunque tremendamente ambiciosa?
A.R.J.- Por el respeto que han mostrado hacia mi obra. Ellos han valorado la calidad literaria y no los elementos de moda. Manuel Pimentel me llamó un domingo por la noche para decirme que desde el sábado por la mañana no había podido desengancharse de ella. Eso me dio confianza y sabía que era mi editorial.
L.G.- ¿Cree que se puede alcanzar la inmortalidad desesperadamente a través del amor?
A.R.J.- Es lo único que nos hace sentir inmortales. El momento del enamoramiento es sublime. El protagonista, al menos, lo intenta. Y hay que leérsela para saber si lo consigue.
L.G.- ¿Que sorpresas narrativas nos depara en el futuro?
A.R.- Llevo ya un tiempo documentándome sobre la vida de Nicolas Flamel, el famoso alquimista del siglo XIV que se supone que vive hoy día. La última vez lo vieron en Milán y no hace de eso mucho tiempo. Quiero escribir una biografía novelada de este personaje que tanto me atrae. También tengo muy adelantada otra novela en la que cuento la historia de un individuo que lo descubrieron sobre su cama a los dos años de morir. Nadie lo había echado de menos en ese tiempo. Es obviamente una gran metáfora de la soledad. También tengo un libro de cuentos, dos de poesía, uno de artículos y ensayos literarios y mi poesía reunida en 600 páginas que publicaré en el 2007.