Opinión

Cruce de caminos

Humanos

maría luisa balda

Los humanos formamos una especie obstinada en el propio estrangulamiento: nos multiplicamos incontroladamente, destruimos nuestro medio ambiente y, para facilitar el final, nos esforzamos por competir, unos contra otros, con ferocidad.

Y en esta categoría de análisis, pero en otro nivel, tropezamos con el modelo que actualmente marca estilo: el capitalismo occidental, que tiene un aire vanidoso y engreído, como los individuos que lo integramos. Y este estilo de estar en el mundo -desvergonzado, consumista, despreciativo con la naturaleza- lo publicitamos como si fuera el mejor modo de organización; y lo refrotamos por la nariz a millones de otros humanos, aunque luego no facilitemos que vivan tal cual les enseñamos que "ha de hacerse".

Y, en virtud de estos y otros muchos condicionantes, existen -adherido uno con otro- esos primer, segundo y tercer mundo en los que solemos clasificarnos. Y, bajo esta división, surgen dos evidencias: una es la llamativa desigualdad entre los países (sobre todo si los medimos por el número de muy ricos y de muy pobres que los habitan). La otra es que, en cada rincón del planeta, conviven los grados más extremos de riqueza y de pobreza: los indigentes duermen en los callejones que rodean las casas de los guapos y poderosos.

No obstante, paralelos (o entretejidos con estos tres mundos) se han desarrollado y, crecen sin parar, un cuarto y un quinto mundo, cuyos fundamentos son equiparables. Un protomundo y un submundo que construyen sus redes y trampas con idénticos tejidos y artimañas.

Estas dos grandes esferas emergentes (el protomundo -capitalismo depredador y brutal- y el submundo -compuesto por los delincuentes de mil y un pelaje) se rigen únicamente por las leyes del propio provecho. Son unos mundos que sólo tiemblan con la emoción que da tener dinero; abundante dinero. Unos territorios cuyos paisajes se colorean con el desprecio hacia el resto de los humanos; son espacios poblados por personajes y grupos que se infiltran más y más en esos otros tres -cobardes- primer, segundo y tercer mundo, y dirigen importantes parcelas de su vida.

Y, viendo todo esto, me gustaría que alguien -aún con gesto leve- me explicara por qué la gran mayoría de los humanos hemos permitido ser manipulados y controlados por los grupos e individuos más perversos y asociales de nuestra especie: puros psicópatas de cuello blanco o de guante negro.