Hoy tenemos verbena. Entretener tocando hasta las mil y monas. Aguantar al borracho abrazado a mil vatios de altavoz. El chistoso del pueblo jodiendo el micrófono. Al final, con el cansancio acumulado, recoger el equipo y jugarte la vida en carreteras infames. Encima, de noche todo queda mucho más lejos.
Eventos, recepciones, festividades... El organizador nos reserva los lugares más pintorescos para tocar. Dice que son emblemáticos o con encanto (siempre en una esquina). Situaciones grotescas en donde la música funciona de complemento, como sofisticado ruido de fondo. Pelucas, trajes de época,... a veces es imprescindible disfrazarse porque la tradición obliga a portar una indumentaria ridícula.
Frío, calor, viento, lluvia... El músico callejero indiferente a la meteorología. Horas y horas. Buscar el momento y lugar adecuado para hacer sonar la boina. Miradas a otro lado, el niño graciosillo, el policía quisquilloso. Algunos dignos ciudadanos se sienten molestos: ¿variar el repertorio? ¿cambiar de sitio? ¿mejorar mi aspecto? ¿procurar no interrumpir el delicioso sonido de sus coches?...
Ser telonero implica en muchas ocasiones padecer un sonido nefasto, soportar al organizador entre bastidores con el cronómetro en la mano, ver las jetas de las primeras filas llenas de impacientes fans ciegos y sordos ante tu trabajo... Y encima dicen que te hacen un favor, que engorda curriculum y es todo un honor codearse con las estrellas. No seas quejica.
En la sinfónica de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones) siempre existían buenas oportunidades de ganar un dinerillo, a pesar de la mordida de sacristanes y restaurantes. Se acabó. Las iglesias ya están vacías y a la hora del baile todo se arregla con un Dj. Pronto no hará falta ni eso.
Cada vez que vuelvo a casa en Navidad me dan ganas de quedarme. Son muchos años fuera, primero estudiando y después trabajando. ¿Oportunidades aquí?. Entrar en el circuito de conciertos es muy difícil: organizadores y managers nunca quieren arriesgar... ¿o tal vez si?. "No soy más que un clarinetista amateur. Si yo no fuese famoso, la gente no vendría a verme a mis conciertos. Vienen más a verme que a escucharme". Es sincero Woody Allen. En el telediario dicen que su banda de jazz ha cobrado 120.000 euros por el concierto. No sé si empezar a estudiar cine... Cada vez que vuelvo a casa me dan ganas de marcharme.
250 aniversario de Mozart. Negocio a la vista. Todos se apuntan al carro. Cada año se conmemora algo: buena excusa para rellenar discos, festivales y conciertos. El resto, una anécdota. Difícil encajar en algún lugar. Me encanta componer, interpretar y escuchar la música actual. Seré raro, como Mozart.