I've written you letters that I'd like to send
If you would just send one to me
cause I need you more
Just When I Needed You Most, Dolly Parton
Desde la familia Carter y Jimmie Rodgers, la historia del country ha evolucionado hacia direcciones cada vez más distintas; unas más tradicionales, otras más experimentales, otras más permeables a otras tendencias musicales. Si en sus antecedentes, el género, entonces denominado hillbilly, estaba ligado a la clase blanca y rural proveniente de la diáspora europea llegada a Estados Unidos, actualmente tanto el country como el bluegrass han traspasado nuevamente fronteras; han realizado un viaje inverso, regresando otra vez a Europa, ahora como música de culto. Con todo, esta cultura musical continúa tildándose a veces de nacionalista y conservadora, sin tener en cuenta sus especificidades.
En el marco del 4º Festival de Cine Documental Musical de Barcelona In-Edit Beefeater, aparece la sugerente propuesta de Thai Uhlmann, For the love of Dolly; documental proyectado el 27 de octubre, en los cines Rex, que elabora un arriesgado retrato de la cantante y compositora Dolly Parton focalizando en el fenómeno fan que la artista yanqui suscita. El primero de los cinco fans que el film presenta es Jeanette, quien, además de vivir en una réplica de la Tennesse Mountain Home - la casa en la que Dolly Parton pasó su infancia- confiesa la imposibilidad de mantener una vida normal y un trabajo estable ante tal "adicción". Pero Jeanette no está sola; encuentra en Melisa su mejor aliada; una joven que proviene de una familia desestructurada y que ha decidido emigrar a Nashville para estar más cerca del ídolo que ha marcado su adolescencia. El film recoge las peregrinaciones de ambas hacia todos los eventos en los que Dolly pueda aparecer, así como el gran esmero con el que preparan estos viajes mientras se ayudan y se comprenden en su mutuo fanatismo. El tercero es David, un disminuido físico y mental que supera parte de su deficiencia gracias a otra; a su obsesión por Dolly. Paralelamente, el film se centra en Patric y Harrell; pareja que tiene como vínculo principal su admiración por esta intérprete; ella es el eje que sustenta la relación sentimental entre ambos, haciendo que compartan la afición por construir, como tributo a Dolly, muñecas a su imagen y semejanza.
Nacida en ¡1946! en la chabola de Tennesse antes mencionada - para trasladarse luego a Nashville donde empieza su carrera musical - Dolly se convirtió, entre los años 60 y 70, en un producto acorde con los gustos de los rednecks y de los white trash, y continua siéndolo. Porque puede resultar difícil entrar en una estética tan localista, tan exagerada, incluso diríamos que tan kitsch, sin parodiarla, pero la dollymanía como forma de vida se entiende más que nunca ante estos parajes desolados, ante estas ciudades de sueños no realizados, con vidas rotas que se llenan de sentido gracias a los pasajes líricos de sus canciones.
Entroncando con el tópico americano del on the road, el documental presenta las diversas cabalgatas que ofrece Dolly por algunas de las carreteras secundarias del deep south estadounidense, donde los feligreses allí presentes obtienen de Dolly y de su música una satisfactoria explicación de su entorno y de las relaciones humanas.
Dolly, como reina country del Mardi Gras, personifica un significado trascendente que domina todos y cada uno de los acontecimientos vitales de estos fans perdidos en la crueldad de la llanura sureña. Además, en su continuo simulacro, Dolly se auto formula mediante una retórica que está en consonancia con una noción, la de "trust", que sustenta parte del ideario norteamericano; muestra un discurso, tanto textual como visual, esperanzador y religioso, en el sentido que permite religar, vincular, a toda la comunidad. Siguiendo este misticismo country la cantante se ofrece a sus devotos como alguien en quien siempre se puede confiar, precisamente porque no va a cambiar nunca. Porque todo pasa y Dolly queda; y la música tradicional americana se encarna en una estética fija que desprende dosis de inmortalidad: Dolly es un cuerpo tecnológico que se sirve de la cirugía como forma para prolongarse en el tiempo y en el imaginario colectivo: se convierte en otro estandarte de la transformación quirúrgica de los cuerpos en la cirugía neoliberal - recordemos que precisamente la oveja Dolly recibe este nombre, según su creador Ian Wilmut, por Dolly Parton; ambas igual de artificiales-. Con ella asistimos a la representación de una nueva feminidad desbordada, hiperreal, a una mezcla entre drag queen y novia de América.
Rossi Braidotti, en el artículo "Un ciberfeminismo diferente" (www.rebelion.org/mujer/030806braidotti.htm) y bajo el lema "No quiero ser una Diosa", desarrolla sabiamente un estudio que apunta a tres cuerpos posthumanos, es decir, reconstruidos artificialmente, como son los de Elisabeth Taylor, Jane Fonda y, no podía faltar, Dolly Parton. Tres Diosas que personifican una carnalidad que, según Braidotti, "está lejos de una esencia biológica: es el cruce entre fuerzas intensas, es una superficie en la que se inscriben códigos sociales." Códigos de los roles femeninos en la música country, códigos de la mujer sureña... la cirugía posibilita la existencia de un mito como Dolly, de esta sintética muñeca que se mantiene mediante tecnologías quirúrgicas y otras más cotidianas: la ropa, el maquillaje y el peinado forman parte de un aparato textual que se puede manipular. Dolly deviene un artefacto que pone de manifiesto que el atuendo no es efímero, sino que permite instaurar una ficción de individualidad que llega a ser compartida. Claro que todos andamos por el mundo travestidos, disfrazados, pero la actuación de Dolly altera una vez más el binomio "natural/artificial" al acomodar su puesta en escena a determinados decorados: el paisaje de Nashville y de los Apalaches, que tanto reivindica la cantante en sus letras, se instaura como una naturaleza adulterada y convertida en marca comercial, teniendo su máxima expresión en el parque temático Dollywood, (www.dollywood.com), situado en Pigeon Forge, Tennesse, donde la artista organiza cada año un encuentro con sus admiradores.
En definitiva, Dolly Parton se erige como una self made woman si entendemos que se hace y reformula a sí misma mediante diversas estrategias para, curiosamente, no cambiar; para seguir, en el sentido musical e icónico-corporal, en el conservadurismo más estricto. Si bien no ha frecuentado mucho el mundo del gossip, Dolly ha construido toda una industria alrededor de su imagen mediante otros recursos publicitarios; ha creado una "obra total" que explota y rentabiliza la soledad, la necesidad, los sueños y las frustraciones de sus seguidores, ofreciéndoles un universo paralelo de aparente intimidad, un espacio privado y a la vez común, un territorio alucinógeno en el que la artista performa una relación teatral, y casi ritual, de comunión con sus eternos fans. Parte de lo aquí comentado se puede visionar en una pequeña secuencia de este original documental (www.fortheloveofdolly.com). Ofreceríamos la dirección de alguna página web más, quizá de la más destacable; la Official Web Site de esta diva divina que es Dolly Parton. Pero no lo intenten en sus casas, porque dicha página no se puede consultar; al igual que Dolly, está todavía en construcción.