Poemas: Juan Garrido-Salgado
Fotografías: Louise Davies
Neruda fue un coleccionista de botellas, barquitos, campanas, caracoles, piedras, sueños, luchas y estatuas de proa entre otras cosas.
En las arenas de Magallanes te recogimos cansada/ navegante inmóvil/bajo la tempestad que tantas veces tu pecho dulce/ y doble/desafió dividiendo en sus pezones/Te levantamos otra vez sobre los mares del Sur,/pero ahora/ fuiste la pasajera de lo oscuro, de los rincones / igual al trigo y al metal que custodiaste/en alta mar, envuelta por la noche marina/...A una Estatua de Proa de Pablo Neruda
Cuando visité el Museo del Puerto Adelaida. Me encontré con estas figuras que me regalaron el re-encuentro de la pasión, la creatividad y el olor del mar. Yo visite Isla Negra con miles de jóvenes para el 12 de Julio de 1982, cuando en Chile celebrar el cumpleaños del poeta estaba prohibido, y también era un acto subversivo. Nosotros los jóvenes creadores de los sueños en la clandestinidad de la patria y del mar, le regalamos al poeta nuestras mejores canciones, guitarreos, poemas, abrazos, besos, palabras en los muros de su casa , pinturas y mucha alegría para esa noche de invierno crudo del terror. Llegar a la casa de Neruda era nuestro destino, aunque fue una Odisea de caminar orillando el mar en la arena con la policía que nos seguía los pasos, ellos como cazadores de lobos marinos.
El poeta nunca visitó Australia, ni menos este museo. Estoy seguro que si lo hubiese visitado, lo primero que hubiese preguntado sería como puedo llevarme estas bellezas. Es por esta razón que este trabajo poético y fotográfico es un regalo para su centenario. Estas estatuas de proa de la Oceanía, desde el único Continente-país que es una isla sin fronteras terrestre solo el mar nos habita todo el destino y la inmensidad, todo es Sur del Océano Pacífico y Océano Indico como los vecinos mas reales de esta geografía.
Niña navegante en la proa de la rosa
La rosa desde tu cabeza cayó al mar
como besándolo con pétalos del recuerdo.
Estas ahí pegada al muro
soy yo quien lee desde tus ojos
un nuevo viaje sin retorno.
La rosa desde tu cabeza cayó al mar
vuelves al aire vestida de espuma.
Tus manos tienen los guantes
tallados en la madera del barco
son para cortar la rosa marina,
y dejar que el sueño sea un pájaro sin nido,
para los viajeros que retornan ciego de azul
a la tierra que los espera sin jardín de arena
en aquel puerto del olvido.
Niña navegante en la proa de la rosa
que vas sujetada con tu cabeza al mar.
Tu destino es ser rosa roja.
Tu destino es ser espuma blanca.
Tu destino es ser azul
soñando aquí en el muro del museo marino.
La barque de la mujer y el libro
De dónde vuelves señora blanca
Hannah Nicholson?
Tu silueta de sobreviviente
se sostiene en el muro del mar sin capitán.
Yo soy un marinero ciego de azul
anclado en el humo de una taza de café.
Desde ahí hago navegar mis barquitos de papel.
¿De dónde vuelves señora blanca
Hannah Nicholson
Le pido su libro duro y antiguo para abrigar mis versos
¿De dónde vuelves?
¿Quién te salvo de la muerte azul?
¿Quién te dio el último abrazo de las páginas húmedas?
¿Quién te regalo ese libro de olas, madera y sueños?
Libro que navego tantos océanos.
Hasta anclarse en las eternidades
del mundo mojado de sus manos.
Todo tu cuerpo es un cazador de mares
Todo tu cuerpo es un cazador de mares
Tu lanza de acero lleva el nombre de cazador Francés
Las ballenas caían como panal de abejas
Desde los pétalos del mar
Cazador azul del peligro.
Tú eres Ville Bordeane
Las aguas caían a ti
sin herir
tu cuerpo duro y eterno.
El que entierra su lanza de la muerte
desnudando el espacio del tiempo.
Tú eres quien entierra
su lanza en el vacío sin olas.
El aire picoteado por las gaviotas de la orilla.
Nos invitan a buscar la huella
de todo tu cuerpo de cazador de mares
desde aquella ciudad abandonada.
Sultana
Sultana,Aún eres
belleza inmóvil.
El mar dulce
se viste de verde por ti.
Atraviesas su destino
entre una cintura amarilla
de telas del Oriente.
Solo tú sabes donde
esta el paraíso.
Solo tú sabes besar
el océano sin olvido.
Solo tú sabes abrazarlo
con el calor húmedo
de tu cuerpo inmóvil
y despertar en el tiempo
encadenada al muro
del museo y los sueños
como una navegante sin edad.
Tú capitán no te engañó con las estrellas,
Esa noche del 1850.
Eres mar regresando
en estas líneas de este poema.
Dos faros perdidos en tu cuerpo
Dos faros perdidos en tu cuerpo.
Buscan el trigo derramado como un sol
sobre la cubierta del trabajo y el sudor.
Tú eres luz y deseo,
todo el corazón del mundo
espera el alimento de tus entrañas marinas.
Todo el corazón del mundo
sabe que arribaste al puerto de la soledad.
Con tus dos faros perdidos
buscas la inmensidad del amarillo
sobre el horizonte.
Las olas te devoran los abrazos perdidos
entre las algas y el azul,
te sumerges miles veces, pero estas perdida.
Tu barque no encuentra la ruta hacia el Este,
el trigo derramado como un sol
agoniza sobre la nada de tu cubierta.
Tus faros beben la oscuridad
sobre tu cuerpo inmóvil
en este puerto envejecido de condena.
Ruta que tu capitán te destina
Quién eres soldado del aire azul,
viajero aguerrido,
la espada es un rayo que abrió el cielo y el mar,
defendió el nacer del capitán,
inauguro la orden del navegante sin batallas.
Solo el azul fue su sangre derramada
por la muerte sobre el agua del espejo marino.
Defendió todo lo inútil de lo que no pudo ganar
mas allá del horizonte se enamoró de su ruta
y dio las mejores batallas por ella,
contra el viento marino y la tormenta de los dioses.
Soldado fiel del reino azul lleno de color su alma,
las aves hambrientas le devoran.
Los peces con tu espada, te saludan.
Un día después las gavitas hicieron su nido
con la arena del tiempo sobre su uniforme
El olvido lo vistió de niebla...
El museo lo envolvió de medallas
de una guerra que nunca le dio muerte.
Capitán de la espada y el mar,
aquí sobre el muro donde te encontré
tu destino es navegar para siempre
a través de mi alma.
En este viejo puerto de Adelaida.
Yo soy tu capitán, vuelve a la vida,
a seguir luchando contra el olvido y la injusticia.
Marinero
¿Cuál fue tu último viaje
antes de caer al muro del Museo?
Sin reino, ni mar te quedaste anclado,
los visitantes te dan la brisa marina
que ya no moja tu cuerpo.
Ninguna gloria te pertenece,
abandonado a tu propia mano
estas aquí.
Marinero pobre,
marinero sin mar, no tienes barco
que te haga recordar lo que fuiste.
¿Qué fue lo que tus hombros
cargaron hacia la cubierta del pasado?.
Fueron los hombros los que te dieron
la posibilidad de ser la proa eterna de los mares.
Fueron los hombros que te hicieron trabajar
duro como si el mar fuera una tormenta sin fin.
Fueron los hombros que te hicieron llegar al puerto
y bailar en los bares
como sí el vino fuera
la posibilidad de volver navegar en el azul.
El chal de espuma en tu espalda al Pacífico
El tiempo te hizo reina del mar.
Con besos robados a las algas marinas
tu alumbras el horizonte.
Aquel marinero borracho de la ausencia
te abriga con un chal de espuma.
Aquel marinero borracho vomita
todo el recuerdo azul bajo la luna sin amanecer;
aquel marinero borracho
esta al otro lado de tu cuerpo sin océano.
Neruda te regalo estas estatuas
que encontré en el Museo de Port Adelaida...
Cada una tiene su corazón palpitando
Entre los muros del tiempo
Busco en ella el poema que escribí en el vuelo del ave.
Leo desde su alma el trigo que navegó en la barque;
El metal o la harina,
Toda la seda oculta que cruzo los destino
Del mercado...
Cada una tuvo el mar que las desnudo de espuma
Y le lavo todo los sueños que tallaron las manos
De un navegante anclado en la madera de la vida.
Cada una tiene su corazón inmóvil
Hecho luna entre la noche de los metales
Hecho amanecer entre los rayos de los fantasmas
Que visitan la historia.
Son Uds., cada estatua que sobrevivió
a la piel y a los monumentos del mar y la cuidad.
La historia de los barcos anclados en cada muro
Se sostienen en tus ojos de campanas:
Tienen la pasión, la seda y los versos del capitán
Que no ha muerto, ni ha sido olvidado
El porque de aquella noche de los soldados que allanaron
todo el reino azul y el mar que tranquilo
en las Costas de un tirano que soñaba con
el mar tranquilo de la traición.
Estatuas de la emigración
¿Quién de todas Uds. trajeron olas humanas
a la orilla de esta historia?
Sus maletas eran gaviotas pisando todo el vuelo
del destino que navego todas las noches en la proa.
Después del exterminio y la pacificación
se fueron poblando las ciudades
Ellos eran inmigrantes, inmigrantes, inmigrantes
Sus niños crecieron con árboles extraños:
fantasmas de ramas y hojas en el desierto.
Ellos eran inmigrantes, inmigrantes, inmigrantes
El idioma era sol, raíces y sueños inconclusos
tierra que solo eran recuerdo.
Hacia el lado de la Isla vegetal
vivían los salvajes
con pájaros Mappy Canguros y Koalas
que aprendieron el idioma del alambre púas.
Vivían sin país, sin identidad. 1967 les dan la ciudadanía.
Como si hubiesen sido refugiados en su hogar,
legalizaron el exterminio
del dreamtime con el dólar y la espada.
Isla Negra
"Dejo a los sindicatos
del cobre, del carbón y del salitre
mi casa junto al mar de Isla Negra.
Quiero que allí reposen los maltratados hijos
de mi patria, saqueada por hachas y traidores..."
Pablo Neruda (Testamento 1)
Fuiste Negra.
Fuiste arena, roca y soledad.
Hasta que los martillos, la madera
el cemento, los clavos y las manos
construyeron embarcaciones humildes
a la orilla de la isla, con ventanas de sol y mar,
como espejos azules para el Capitán inmóvil
desde el horizonte el reposo.
Fueron los cielos y las gaviotas oscuras
que dieron el nombre a la Isla,
la palabra se hizo verso.
Fue el poeta que creo un sonido campana
que anunciaba que un poema volaba sin alas...
Y el viento en la ausencia del poeta
escribió cientos de anónimos poemas en invierno.
La casa del poeta en Isla Negra
es un barco en el océano del mundo.
Septiembre, 1973
la arena, los disparos, las rocas
y olas caían sin espuma al vacío.
Helicóptero de mal agüero
vomitan heridas, vidas desde el cielo al mar.
Julio, 1982
Te recuerdo por allá en los ochentas.
Llagábamos uno a uno a plantar un sueño,
a conversar con tus campanas triste,
desde una piedra lanzada al viento.
A navegar en la palabra con tus estatuas de proa.
Fuimos cientos de voces que creamos,
un sonido marino sin ausencia.
Bebimos y cantamos tu nombre,
en la copa de la orilla oscura
con tu testamento de Capitán eterno
a la liberación de los sueños, y la injusticia.