LITERATURA: Entrevista a - "Felipe Hernández". Escritor" inés matute

En “Literaturas.com” podemos leer lo siguiente:

“El caso de Felipe Hernández es el paradigma de la imprevisible maldad del destino. Fue finalista del premio Herralde con “Naturaleza” en 1989. Tras un silencio de 10 años, publicó en Planeta la hasta hoy, para mí, su mejor novela: “La deuda”. En los dos años siguientes publicó en Seix Barral “La Partitura” y “Edén”, consolidándose a ojos de la crítica en general como la gran esperanza de la novela española. Pese a este éxito de crítica, a dos años de la aparición de “Edén”, seguimos a la espera de ver su nombre en el lugar que le corresponde en las listas de superventas, o de saber de su suerte en las altas esferas del mundo editorial. Me alegra saber que en sus próximas novelas va a salir de los universos asfixiantes para darle una oportunidad al humor y a la frivolidad (en cierto modo, espero), y para sacudirse el sambenito de escritor sesudo y críptico. En el otoño de 2002 Felipe Hernández obtuvo el premio March Cencillo de novela breve por “Dunas”. Pese a este último éxito, su propio editor, Basilio Baltasar, cree que hay un mal fatum sobre Hernández. Yo estoy seguro de que el éxito y la pasta, que es lo que importa, le llegará tarde o temprano”

Román Piña

¿Qué te parece si empezamos hablando de ese “mal fatum” al que alude Román? ¿Qué hay de cierto en ello?

Nada. Las cosas son como son, y son así para todos. No hay mal fatum: hay cartas marcadas, asuntos de negocios, y, al fin y al cabo, la literatura concebida como literatura acaba en un lugar marginal si no hay un sustrato previo de consideración a la novedad, al arte y a la imaginación.

¿Te ha llegado al fin “el éxito y la pasta”, tal y como se aventura en la introducción a esta entrevista?

El sentido de esas palabras es ajeno a la literatura. Los términos son más sutiles, y tienen que ver con palabras más humildes y concretas.

¿Eres en realidad un escritor sesudo y críptico?

Esas palabras me repugnan. La literatura es claridad, tensión, imaginación y locura. Me gusta contar historias raras, pero de un modo muy claro, y no me gustan los escritores intelectuales, que hacen ensayos en vez de contar historias.

¿Podríamos decir que a tus 44 años, y tras haber sido literalmente excluido de la lista de los novelistas por los que hay que apostar, has encontrado un nuevo camino al margen de las perversas leyes de mercado por las que se rigen las grandes editoriales?

No lo sé. Sólo tengo la intuición de que debo huir del ambiente cerrado que se ha respirado siempre en este país. Debo huir hacia algo más amplio, y encontrar nuevos caminos al margen de las limitaciones que impone el modelo cultural y editorial del país.

¿Por qué tus libros se venden mejor en el extranjero que en España? ¿A qué se debe este ninguneo considerando que tus libros siempre han funcionado bien?

El tipo de relaciones que se dan en nuestro ámbito tienden a ignorar la calidad o el valor de las cosas para centrase en las luchas de poder etc. Uno puede pagar muy caro las luchas intestinas entre directivos de una editorial sin tener culpa de nada. Hay demasiados problemas ajenos a la literatura que acaban afectando los resultados generales de la producción literaria. Por eso vivimos en la mediocridad literaria y creativa desde hace siglos. Cuando se producen corrupciones, a cualquier nivel, el futuro, la invención, el pensamiento y el sentimiento, que son los valores más frágiles y etéreos, acaban siendo destruidos. Sólo queda el valor de venta de los productos. Eso ya es un mundo ajeno a la literatura.

Antes de preparar esta entrevista, y a título de documentación, he estado intentando conseguir tus obras. Tal vez te sorprenda, pero encontrarlas me ha resultado prácticamente imposible. ¿Qué puedes comentarnos al respecto?

La intención de la editorial era destruir las pocas que quedaban, ya que se vendieron bien. Es lógico que no estén en las librerías pasado un tiempo, pero ¿por qué ni siquiera se pueden pedir? Bueno, parece que la editorial decidió cavar mi tumba literaria, pese a que yo he sido uno de los pocos escritores que han cosechado buenas críticas unánimes. Y puedo asegurar que ni mi obra ni mi persona tienen nada que ver. Son cosas inextricables, en las que se mezcla el mal sentido del negocio y el amiguismo malentendido.

¿Cómo ves la literatura española actual, hacia dónde vamos?

No lo sé. Supongo que el horno no está para bollos, y las editoriales se aferran a obras que venden mucho y que según he comprobado, no valen literariamente nada. Refritos de refritos, y además mal construidos, mal escritos, y lo más sorprendente, aburridos y faltos de imaginación. ¿Por qué se venden masivamente? ¡A quién le importa! Las explicaciones sobran: uno sólo tiene que ver el mundo en que vive para comprender que es mejor ahorrarse la amargura de las explicaciones inútiles. Yo no voy a salvar el mundo: entiendo demasiado bien que el infierno está lleno de buenas intenciones y que el mal y el interés en estado puro tienen una fuerza a la que ninguna visión equilibrada puede enfrentarse.

¿Estás escribiendo en este momento o tu desencanto es tal que la literatura es sólo un mal recuerdo?

No hay nada que hacer con estas cosas: surgen de un modo u otro, con formas distintas, aunque uno sea consciente de que la literatura hunde su vida en términos reales. De modo que estoy atrapado, aunque busco nuevos caminos y formas de expresar lo mismo.

Qué te gusta leer.

He leído demasiado. Estoy harto de citar nombres. Pero sí que debo decir algo: hay nombres que nos salvan a todos, no sólo la literatura, sino también nuestras almas de la corrupción. Y toda literatura corrupta quedará en ridículo, como basura, mientras sigamos valorando a autores que en su tiempo tuvieron desigual relación con la fama y el dinero.

Qué te gustaría escribir.

Supongo que uno no busca, encuentra.

En Eden, existía una crítica hacia lo social, lo político y lo burocrático, cuyos efectos negaban la libertad individual, ¿es éste un libro contra la postmodernidad artística?

No, no. El arte moderno en sus facetas más extremas despierta mi curiosidad. Hay una extravagancia que me atrae, porque el reino de la imaginación puede materializarse en conceptos y objetos sorprendentes. A mí lo que me interesa es el modo en que se tasan esos objetos. ¿Cómo es posible poner precio al arte conceptual, por ejemplo, o a objetos que no caben en una casa o son inasibles? Y algo más, ¿cómo se instrumentaliza todo eso dentro de la confusión y el mundo plagado de mentiras que nos rodea?

¿Podrías resumir el argumento de Dunas?

Jacobo Clar, un gran empresario e inversor, que posee una inmensa colección de arte, se enamora de un cuadro aparentemente insignificante. El cuadro es obra de un pintor llamado Félix Mura, que es un individuo camaleónico, capaz de jugar con los conceptos mejor incluso que los políticos. La tensión derivada de la pugna entre el instinto de posesión de uno y las artimañas del otro.

¿Qué temas – de orden general- te preocupan?

Lo importante no son los temas Todo el mundo al fin trata los mismos temas: amor, poder, ambición, justicia etc. El problema es no repetir tópicos, decir algo distinto. En eso se distingue a un mediocre, aunque venda, de un escritor con talento.

Si alguna editorial se interesase, tras leer esta entrevista, por lo que estás haciendo en este momento y te hiciera una oferta interesante, ¿cuáles serían tus condiciones?

Nadie me hará ninguna oferta ni yo estaría en condiciones de aceptar nada, porque sé bien lo que se ofrece: una palmadita en la espalda a cambio de años de trabajo, y la miseria, porque al parecer los escritores son seres aéreos que no comen ni tienen porqué tener una vivienda ni de hecho vivir. Para los editores de este país no hay mejor escritor que el escritor muerto. Aunque hay un matiz más: hay escritores vivos que en realidad están muertos, y esos son los que producen más beneficios.

Para finalizar, ¿qué te motiva a seguir luchando, si es que aún luchas?

Nada me motiva. La propia existencia y los motores que a uno le han dado lo impulsan a seguir adelante, y contra eso no hay nada que hacer, excepto trabajar y crear. No hacer nada es deprimente, y el aburrimiento es el peor camino. La lucidez no tiene nada que ver con la idea de dejarse vencer. Ahora bien, hay que idear nuevas estrategias para fomentar la supervivencia propia y ajena.



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