LITERATURA: Maxi Single - "Berbiquí - Los Ángeles del Infierno" David Murders & the Representatives of Evil
Cara A:
Berbiquí
Esta es sin duda una tarde de lo más agradable, de esas en que la sensación del tiempo se esfuma y la vida puede contemplarse con plena tranquilidad.
Nuestro personaje se sorprende una vez más al constatar que su memoria y su voluntad no son capaces de reproducir los estados de su propio ánimo, estados como el que le embarga ahora, cuando se halla abstraído, sentado en un sillón de la sala de estar de su casa. Pero ¿quién necesita ahora de tal capacidad?
Contempla el salón con sosiego, está tranquilo, contento. Vuelven a revelarse, por fin, los alados placeres de la armonía, el equilibrio, la paz, la ataraxía. Arrellanándose en el sofá con calma y relajo absolutos, se abandona a la simple contemplación de su entorno. Todo está claro y limpio, y se revela un amable concilio entre percepción y realidad; es fácil y sencillo. Desaparecen los colores, desaparecen los objetos, y como por arte de magia, ya sólo quedan las formas, sólo la geometría; rectas y curvas, planos y contornos, perspectivas y fugas; un conjunto viajero, de camino a través del tiempo y en perpetua transformación, caída, ascenso, expansión... Y en medio de este asombroso entramado, nuestro personaje, entregado a la mera y simple actividad perceptual, saborea vívidamente la conciencia de sí mismo.
Dirige su mirada hacia el techo y se fija en una afilada línea recta que delimita la bajada del tejado. La línea recorre la habitación por completo y va a cruzarse, sobre su cabeza, con una gran viga de madera recubierta de barniz. De modo que, ahora... Sí, le parece que está viendo... De pronto le parece ver un... tornillo..., le parece un torniqué..., le parece... ¡un berbiquí!... ¡Sí! ¡realmente, es un berbiquí!, ¡con su mango de madera (la viga) y su delgado y largo punzón (la línea que rompe el tejado)!
Así que coge el berbiquí, baja de un sólo paso a la calle y llega en siete zancadas al Ayuntamiento de su ciudad. Encaramándose sobre el tejado, mete el berbiquí por la claraboya cenital del edificio y lo remueve rompiendo mesas y cristales y armando un gran jaleo.
Tras esta primera agresión, el Ayuntamiento en persona sale de la parte trasera de su edificio y le increpa.
-¡Está loco, no puede hacer esto por un par de multas!
-¿Ano? ¿Y por qué debería poder hacerlolo, viejo?- responde el personaje.
El Ayuntamiento se solivianta y saca un acta. El personaje se zafa de esta artimaña, agarra al Ayuntamiento por la cintura y le arranca el cinturón. El Ayuntamiento se saca una banderita de colores del bolsillo de la camisa y se pone a agitarla ante su oponente; pero esto no detiene al personaje, así que el consistorio saca una fotografía de sí mismo tomando un vino en una tasca y se la muestra señalándose con el dedo. Para entonces, el personaje ya le ha arrancado la cremallera de los pantalones y todos los botones de la camisa, y dibuja, con la punta de su berbiquí, una gran Z en la mismísima panza del consistorio.
Ja, ja, ja, ja, ja. ¿Qué va a hacer el Ayuntamiento ahora? ¡Qué va a hacer el Ayuntamiento ahora!
Cara B:
Los Ángeles del Infierno
Mamá, ¿quiénes son esos hombres? dijo el chico.
Son Chuck y Mikey, hijo.
La auto-caravana osciló con los movimientos de sus ocupantes y flotó a la deriva.