OTROS - Cine: Sueños en la caverna - "El final de una saga" alex oviedo

Se acabó. Así de fácil. Por fin hemos descubierto las razones que llevaron a Anakin Skywalker a pasarse al Lado Oscuro. Se ha desentrañado el misterio que nos prometían los dos primeros títulos de la saga galáctica más importante de la historia del cine. Y sí, para qué voy a decir lo contrario: “La venganza de los Sith” me ha parecido una buena película si la comparamos con el Episodio I y II. Tampoco era difícil.” La amenaza fantasma” era un film infantil y ridículo al que sobraban planos, personajes (ese espectro digital llamado Jar Jar Binks era uno de los peores engendros que ha podido construir un guionista) y efectos digitales. Por su parte, “El ataque de los clones” era larga, inmensamente larga para no acabar de contar nada. Y no me resisto a reír cada vez que veo esa secuencia tipo “Sonrisas y lágrimas” o al bueno de Anakin haciendo surf sobre una vaca galáctica. No, hay cosas que uno sólo puede recordar si a sus recuerdos los espolvorea con humor.

“La venganza de los Sith”, en cambio, tiene personajes, tiene intriga (incluso aunque todos sepamos cómo va a terminar) y sorprendentemente se acaba convirtiendo en ¡una película política! Del exceso virtual de los primeros quince minutos se pasa a la contención, a la construcción de personajes (geniales Ewan McGregor e Ian McDiarmid), al desarrollo de un planteamiento en la que los intereses políticos y de poder cobran un peso que la convierten en una película de adultos seria (con los convenientes excesos en batallas y peleas para contentar a los más jóvenes). Hay momentos muy bien construidos (las secuencias finales en montaje paralelo entre las batallas del emperador y Yoda u Obi Wan y Anakin, así como el nacimiento de los niños confrontado al nacimiento de Darth Vader) y también otros en los que se nota la falta de control de George Lucas de las escenas románticas. Pero en líneas generales, es un más que digno desenlace de treinta años de mitología de las galaxias.

Quizás sólo unas breves consideraciones hacen que no me crea la transformación de Anakin en Darth Vader, por mucho que el miedo lleve al Lado Oscuro o éste sea mucho más sugerente, como no se cansa de repetir Yoda en toda la saga. Puede que sea el actor Hayden Chistensen o el hecho de haber convivido con un personaje mítico estos últimos años lo que me hacía esperar otro tipo de soluciones. Quién sabe.

Aun así, me queda un sabor amargo en la memoria, como de vacío ante algo que ya no me sorprende, o de que hay historias que podían haberse mantenido bien como estaban. Darth Vader será seguramente el villano más sobrecogedor que ha podido dar el cine reciente, (aún recuerdo con sorpresa la impresión que me produjo verle aparecer por primera vez en “La Guerra de las Galaxias”). Y quizás tampoco fuera importante saber cuál fue su camino hacia el mal. Pasados casi treinta años desde su aparición en escena, tengo el convencimiento de que aquella guerra galática iniciada en 1977 fue más sorprendente, impactante y sugerente que este pasado construido con medios del futuro. No sé si es la leyenda que la edad (la nuestra, la de unos chavales que veían por primera vez cosas semejantes en la pantalla) ha cimentado alrededor la “Star Wars”, o que aquella trilogía primigenia basó su éxito en mezclar en una batidora espacial el western, la historia de caballeros, las peleas con espadas y sentimientos como el honor y la amistad. Cosas que ahora podríamos ver en cualquier comento. Lo único que puedo reconocer es que tras ver “La venganza de los Sith” me han entrado ganas de volver a ver “La guerra de las galaxias”, la original, la primera…









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