OPINION : "Autos de fe" david torres
El pasado miércoles, el alpinista vasco Juanjo San Sebastián presentó la nueva edición de su libro Cita con la cumbre, que relata la muerte de su compañero Atxo en el K2, en 1994, y la amputación de siete de sus dedos al regreso a España. Juanjo dijo, entre otras cosas: «Este libro habla, sobre todo, de pérdidas. En el K2 perdí los dedos de las manos, sí, pero antes ya había perdido la fe en Dios, y luego la fe en la patria». Se echó a reír, con esa sonrisa indestructible capaz de iluminar una habitación, y añadió: «Bueno, esto último es normal. Normal para cualquiera con dos dedos de frente». Recientemente, el suplemento cultural de El Mundo presentaba dos puntos de vista diferentes sobre el problema del nacionalismo cultural en Cataluña. Félix Ovejero y Miquel de Palol coincidían al menos en una cosa: no hay persecución contra los escritores catalanes que escriben en castellano. De lo que no hablaron, por ejemplo, es de la persecución contra los profesores catalanes que enseñan en español. Ovejero presentaba hechos y Palol también. Por ejemplo: pese a quien pese, es un hecho que Cataluña es una sociedad bilingüe y que el castellano, desde el siglo XV, no es un injerto extraño en el meollo cultural catalán. También es un hecho que, como dice Palol, la lengua más usada en prensa, en publicidad y en televisión, es la castellana. Lo malo es que Palol emplea el término «lengua dominante», como si las lenguas fuesen lobos enseñando los dientes, luchando por cubrir una hembra. Ovejero también subraya el hecho de que el centro mundial de la industria editorial en castellano está en Barcelona. A este respecto, conviene recordar cierta historia, no se sabe si verdadera o legendaria; cuando Tarradellas le dijo a Lara, gran pope de Planeta, que, al cambiar la situación política, su editorial tenía que empezar a editar libros en catalán. Cuentan las malas lenguas (castellanas, supongo), que Lara respondió con su inconfundible acento andaluz: «La próxima vez que me digas eso, cojo el chiringuito y me lo llevo a Madrid». Es lo que está pasando con ciertas filiales de empresas extranjeras que vienen a aposentarse en Barcelona y, ante las dificultades lingüísticas que encuentran, cogen y se llevan el chiringuito a la capital. He aquí otro hecho incontrovertible: cada año, la Generalitat y otros organismos subvencionan cientos y cientos de premios literarios en catalán. Sin embargo, en las últimas convocatorias del Josep Pla, el más importante galardón literario en catalán, apenas se han presentado veinte novelas. ¿Curioso, no? Sobre todo esto se puede discutir civilizada, racionalmente. Pero, como decía Juanjo, la patria es una cuestión de fe y la fe no reside en la frente. La fe no es racional: se defiende con encíclicas, insultos, persecuciones, hogueras y, por supuesto, autos de fe.