Lo admito: tengo predilección por Batman. De todos los superhéroes que han surgido del cómic (y que han sido luego llevados al cine) es el que creo que se acerca más a la idea real del superhéroe: un personaje angustiado por sus propios poderes, con un pasado alejado de la bondad de Superman y con unas razones para actuar. Hasta hace unos años Spiderman llenaba de jolgorio mi imaginación. Pero para qué vamos a negarlo. Spiderman es un personaje juvenil, un héroe con acné que no acaba de hacerse mayor y que juega con su juventud para llenar cada salto con su desparpajo. Pero en Batman hay un componente oscuro, una sensación de que los héroes también tienen caras y matices, y actuan por razones menos altruistas de lo que imaginamos.

Hay una escena en el primer “Batman” dirigido por el siempre sorprendente Tim Burton en el que Joker se excusa diciendo que Batmab tiene la culpa de su existencia: “Tú me has hiciste así”, le increpa. A lo que Batman responde: “Tú me creaste primero”, dando a entender de que fue la muerte de sus padres la razón de que llenase la noche con su figura y sus miedos. Idéntica dualidad es mencionada en la que sigo considerando la mejor película del director M. Nigth Shyamalan, “El protegido”. El superhéroe necesita un complementario, y de ahí la presencia del supervillano. El uno sin el otro no tienen sentido.

“Batman Begins” plantea de inicio una cuestión nada inocente. Todo personaje tiene una historia, unas razones, unas maneras de comportarse. Y es fundamental dar con ellas, explicar el pasado para entender el presente. De ahí que el protagonista cobre su verdadero sentido cuando aún no se ha escondido tras la máscara. Y que la película adquiera su mejor tono en su primera hora, cuando el personaje de Bruce Kane aún se está buscando a sí mismo.

Es el director Cris Nolan (autor de la maravillosa “Memento” y de “Insomnio”) el artífice de que Batman no sea una mera comparsa en una película de golpes. Todo lo contrario. El personaje tiene vida, sentimientos, desasosiegos, dudas… Sus preguntas surgen en su mente y se desarrollan en planos que descubren su talante y psicología. Es más tarde, una vez embutido en su traje de murciélago, cuando el filme recupera el tono de cinta de acción. Porque, no nos engañemos, estamos en una película de superhéroes no en un filme de reflexión sobre la vida.

Quien busque en el cómic un tratamiento actual de muchos superhéroes se dará cuenta de que el concepto de héroe viene marcado por sus dudas, por sus pasiones humanas. Y por una pregunta constante: ¿tiene sentido lanzarse a combatir el crimen? ¿O tienen sentido los luchadores contra el lado oscuro? Muchos de los grandes libros ilustrados de los últimos años plantean alguna de estas dudas dando lugar a espectaculares trabajos con excelentes guiones: desde el “Watchmen” de Alan Moore y Dave Gibbons hasta “El regreso del caballero nocturno” de Frank Miller. Sin olvidar “Sin City”, del propio Miller.

El cine de Hollywood se ha percatado de que es necesario recurrir a los personajes surgidos del cómic, ahondar en ellos, buscar en sus viñetas un sentido para no mostrar su carencia de argumentos. Recurrir al cómic y a los superhéores es hallar un seguro filón económico. De ahí que se hayan lanzado a proyectos que podrán satisfacer las necesidades de los que, como yo, somos incondicionales de este tipo de historias: tras las dos entregas de “Spiderman” y “X-Men”, y la nueva incursión en el hombre-murciélago, en los próximos meses nos llegarán “Los cuatro fantásticos”, el nuevo “Superman”, los citados “Watchmen”, “El motorista fantasma” y “Wonder Woman”. Robert Rodríguez y Frank Miller han adaptado el cómic de éste para crear la esperada “Sin City”. Y los hermanos Wachowski (creadores del fenómeno “Matrix” —los nuevos héroes contra el mal—) se han lanzado a dirigir “V de Vendetta”, también inspirado en un cómic de Alan Moore.