LITERATURA: Maxi Single - "Maracas-Sins" David Murders & the Representatives of Evil
Cara A:
Maracas
Y me dije: voy a acabar con esta mierda y después llamaré a Jack para que se venga y me traiga más.
Era un tipo raro, pero me gustaba y me fiaba de él. Iba por ahí arreglado como un figurín creyendo que era una estrella y daba su pequeño espectáculo en todas partes, pero en el fondo, y por encima de todo, era previsible y no intentaba ocultar su manera de ser, ¿entiendes?, no como esos tíos fríos y duros que pueden estar totalmente acojonados o simplemente locos y a punto de estallar; suelen meterse farlopa y además pasan demasiado tiempo en los gimnasios.
En el mundo de la droga te casas con la delincuencia, pero esto no parecía importar a Jack. Estaba bien en el meollo, iba a su rollo y, en el fondo, creo que pensaba que era lo suyo.
Era un tipo cincuentón de aspecto saludable y despreocupado. Siempre llevaba un extraño sombrero negro con una cinta de algún color rodeándole el casco; los colores de las cintas variaban. Usaba camisas que creo que eran de nylon ¿cuando inventaron el nylon?, igual eran de otra cosa, algunas con motivos de fantasía en colores claros o con motivos indios. Era hispano, no mejicano, sino oriundo de algún país de Sudamérica, chileno tal vez. Había llegado a los Estados Unidos cuado era un chaval, con sus padres. Su padre era trompetista y actuaba en casinos y clubes de todo el país. Él continuó la tradición familiar dedicándose a las maracas, primero en la misma banda en que tocaba su padre, después en otras. Y se ganó bien la vida con ello, o al menos eso parecía, porque llegaron las vacas flacas y muchas de esas grandes bandas latinas desaparecieron en los 60. Los Beatles... ¿Puedo fumarme un pitillo? Me estoy quedando sin voz, quiero un pitillo... Eh, el caso es que Jack traficaba. Iba por ahí todo el día con sus maracas dando exhibiciones por la calle. Si, por ejemplo, entraba al banco, agitaba un poco sus maracas ante el empleado de la ventanilla y todos le tenían por músico, tío, ¿puedes creerlo?
Maraca que te maraca que te va, maraca que maraca que te viene... Por aquí lo vi y por allí no lo vi. ¿Entiendes? Era para mearse en los pantalones y decir: Rock and Roll!!! Yeah!!! ¿Sabes lo que te digo?... ¿Saes?... ¿Saes, tío?
Cara B:
Sins
The priest shakes and twists on the altar like a mad drunk foxy lady as he hears the call of the devil that chants amongst the heads of the white rose anglosaxon country congregation. They are burning inside in silence.
Set the banks and the confessional boxes on fire, take your clothes off and throw them towards the flames. It is the warmth of damnation what shall clothe you up from now on. Jump over the fire in luxury and lay in animal lassitudes as the chants of the Lord reverb on the high temples vault shout-whispers the priest.
La negra echó en la cama y la blanca quedó observándola. Llevaba un tanga de panza de serpiente que se le ajustaba sujetando los lugares exquisitos; sabiéndose mirada, hacía gestos perezosos y jugaba con las sábanas. Estaba laxa pero excitada al relente del aire... declames a boy reading a book.
Altars of madness. The cogretation -a crazy mess of them- fucks and sucks as a thousand body monster, noising as pigs screamming and sheep bleating, and they speak out all kind of speeches, filthy and loose, or scream madly in a silent shock trance. Their tongues slip in and out, and their eyes look like crazy while penetrating the core of everything they capture.
There is a woman that is telling a secret story to another one, and they are the two only people that keep still sat on the wooden bank; but the eyes of the one that speakwhispers already show the signs of depravation, while the other just keeps sitting still, thinking and thinking. But theres nothing to think nothing to think, for as higher as she might think, she keeps on finding out there is a limit to her poor human capacity.