OTROS : "Acerca del manga" samuel kozabue
CARACTERÍSTICAS
Previamente, es preciso aclarar que el manga no es un género concreto de cómic. El término manga es, sencillamente, un sinónimo de cómic japonés, del mismo modo que tebeo puede ser sinónimo de cómic español, bande dessinée de cómic francés (y cómic belga) o fumetti de cómic italiano; aunque, como es lógico, cada una de estas manifestaciones del cómic, como fruto de la cultura de un determinado país, tiene unas características determinadas que la diferencian más o menos del resto, características que en el caso del manga son las siguientes, muy propias, y muy poco aplicables a otro tipo de cómic:
- El manga es un arte en blanco y negro. El manga se aboceta, se dibuja y se entinta, pero no se colorea; salvo en muy contadas ocasiones y de manera parcial. Es decir, se pueden colorear las primeras páginas de la obra, las últimas, o aquellas que se quieren destacar de entre el conjunto; pero raramente se colorea una historia completa.
- En el manga, la tradicional disposición de las viñetas, ortodoxa, cuadriculada, es abandonada en muchas ocasiones. Cada página puede presentar su propia composición, con el objeto de dar a la forma de narrar tanta importancia como a lo narrado; y, de este modo, las páginas pueden disponerse como un mosaico: la viñeta puede perder sus márgenes, adquirir cualquier forma geométrica, ocupar toda una página, o dos, o incluso desaparecer.
Estos recursos, y otros muchos, también usados, siempre en menor medida, por artistas de otros países, asumen en el manga un papel vital, porque es indudable que en el manga se da mayor relevancia a lo gráfico, a lo dibujado, que a lo escrito, al texto que supuestamente apoya, y explica, lo que la imagen cuenta; siempre y cuando esta preferencia no perjudique a la legibilidad de la historia, como es obvio. - En consecuencia, en el manga se prescinde a menudo de los textos de apoyo, que resumen o aclaran, y se intensifica la importancia de la onomatopeya, que no verbaliza únicamente golpes, explosiones o sonidos muy potentes, sino también sutilezas como la caída de las hojas, el golpeteo de las gotas de lluvia en el cristal de una ventana o el propio silencio (la onomatopeya que representa el silencio, creada por Osamu Tezuka, es shiin); de un modo tal que una persona que no hable japonés puede ser capaz de entender gran parte de la historia narrada en un manga no traducido atendiendo únicamente a las imágenes desnudas, a las onomatopeyas, entendidas como verdadera banda sonora de lo contado, y a las líneas cinéticas, aquellas que contribuyen a percibir el movimiento de los objetos o de los personajes, las cuales pueden llegar a ocupar totalmente la viñeta, de modo que el fondo o decorado desaparece dejando paso a la acción exacerbada y a la narración pura, basadas más en la interacción entre los elementos observados que en los textos y los diálogos.
- En el manga, tanto la planificación de la página como la importancia relativa (en algunos casos, naturalmente) de los textos, influyen de manera decisiva en el ritmo narrativo de una historia.
Es evidente que no es lo mismo contar un suceso con palabras de manera más o menos prolija que mostrarlo en toda su extensión y con todo detalle, de manera que la situación que un narrador occidental puede contar utilizando un par de viñetas y algún texto de apoyo, puede exigirle a un narrador japonés el uso de varias páginas; fundamentalmente porque en el cómic occidental se tiende a conectar una acción o una escena con la siguiente, mientras que en el manga se establecen, además de esas conexiones, otras que vinculan momentos y los puntos de vista de cada uno de los pers-onajes que intervienen en una situación: de manera que, si, por ejemplo, se trata de describir cómo un futbolista marca un gol, el narrador japonés mostrará en sucesivas viñetas (y probablemente páginas) el puntapié del futbolista, la trayectoria del balón (lo más lenta y detalladamente posible), el aliento contenido de los espectadores, la mirada anhelante de los demás jugadores, la tensión del portero que aguarda la llegada del balón y, por fin, la entrada de éste en la portería; todo ello de manera absolutamente cinematográfica, secuencial, dotando de verdadero movimiento a instantes concretos, supuestamente detenidos en el tiempo; todo lo cual explica, por un lado, que la extensión de cualquier manga sea siempre muy superior a la de cualquier cómic occidental que por intenciones o contenido se le pueda asemejar; y, por otro, que su riqueza narrativa, sus logros artísticos y su alcance como obra literaria sean también a menudo, no siempre, como es evidente, mayores que la mayoría de las obras producidas en otros lugares del mundo (con muchas y muy honrosas excepciones, por supuesto, sobre todo en lo que al cómic europeo se refiere). - Los narradores de manga pueden presumir sin demasiado esfuerzo de que sus personajes son mucho más ricos, desde un punto de vista psicológico, que los personajes creados en otras latitudes.
En muchas ocasiones, el cómic occidental presenta personajes unidimensionales, enteros, sin fisuras, fruto de una visión absolutamente maniqueísta del mundo, que tiene su máxima expresión en la forma en que algunos (muchos, en realidad) autores occidentales (estadounidenses, básicamente) crean historias de super-héroes, más grandes que la vida y situados, a veces, por encima de la muerte (lo cual no es necesariamente negativo).
Sin embargo, incluso el héroe más poderoso, más divino, justo e insobornable, creado por un narrador japonés, tiene su lado oscuro y sus rincones secretos; de manera que los personajes de manga más luminosos conocen abundantes zonas de sombra y los más siniestros no son nunca absolutamente malvados, al menos no de la manera en que el Bien y el Mal se entienden en un sistema de ideas occidental, influido por una tradición cultural y religiosa muy determinadas que nada tienen que ver con la concepción que los japoneses y otras culturas orientales tienen de la bondad y de la maldad, ni con la actitud a la que los mismos se enfrentan a los hechos de la vida y, por supuesto, a la inevitabilidad de la muerte.
En definitiva, pocos personajes de manga, fantásticos o absolutamente cotidianos, permanecen inalterables a lo largo de las páginas que recopilan su historia, la cual puede incluso arrancar antes del nacimiento del que va a ser su protagonista. Así, y a diferencia de muchos personajes occidentales, los personajes de manga nacen, viven y a veces mueren plenamente conscientes de su entidad como tales personajes, es decir, tienen y expresan sentimientos tan ricos y contradictorios como los de cualquier persona real; aciertan, se equivocan y asumen las consecuencias, a veces trágicas e irreparables, de esos errores; de manera que no son intocables, que pueden ser dañados y no recuperarse jamás de las heridas, mentales o físicas, recibidas, efectivamente, como cualquier persona real; si ello, en opinión de los autores, contribuye a su evolución como personajes dotados de dimensión, de luces y de sombras; todo lo cual supone, casi siempre, que, independiente-mente de los años transcurridos desde su creación, un personaje de manga suele hallar su fin definitivo, feliz, cómico incluso, o neutro y abierto, o dramático; siendo una figura mucho más rica en matices que aquella que fue presentada por su creador por primera vez; de ahí la gran importancia que en el manga tienen las historias que relatan viajes de iniciación, sagas que retratan a personajes elegidos por el destino o verdaderas epopeyas costumbristas sobre la evolución que un personaje experimenta en el desarrollo de una profesión, de una afición o en la práctica de un deporte, ejemplos to-dos de superación personal. - Resulta un hecho irrebatible que en Japón lee prácticamente todo el mundo, desde el niño más pequeño al anciano más provecto, y que, por ello, en el manga existen tantos géneros como lectores potenciales de las historias enmarcadas en los mismos, algunos absolutamente característicos del cómic japonés y raramente o nunca tratados fuera de este ámbito y en otros países.
Si la riqueza de temas tratados por el cómic japonés es inabarcable y la abundancia de los planteados por el cómic europeo es considerable, la escasez de los recogidos por las líneas más populares y comerciales del cómic estadounidense es manifiesta, ya que la gigantesca maquinaria de éste se asienta fundamentalmente sobre la realización de historias acerca de super-héroes y personajes afines, producción que no deja excesivo espacio a la creación de otro tipo de historias (que también se escriben y dibujan, de todos modos), probablemente porque la creación se ve supeditada a menudo más a las preferencias, acertadas o no, del público, y a sus inquietudes (y exigencias arbitrarias) como consumidor de cultura, que a los deseos del propio creador. El esquema editorial japonés también es mastodóntico, y, sin embargo, no se dirige por un camino concreto y trazado, sino por muchos que se bifurcan y se entrecruzan, lo cual parece querer decir que el público japonés es más ambicioso, y curioso, en lo que a sus intereses culturales se refiere, que el público estadounidense; algo que afecta positivamente al margen de libertad de los creadores japoneses y, por tanto, a la abundancia y riqueza de los géneros abarcados por éstos. - Por último, es muy importante destacar la decisiva influencia que la cultura japonesa, en todas y cada una de sus manifestaciones, desde las más milenarias hasta las más modernas (e influenciadas por la cultura occidental), ha tenido y tiene sobre los creadores de manga.
Probablemente, en ningún otro país, se ha descrito, a través de las páginas de un cómic, y con mayor minuciosidad, una cultura completa y todos sus recovecos: la historia y la geografía, la arquitectura, la mitología, la gastronomía, la música; la sociedad, desde los niveles más bajos a los más altos; las costumbres sexuales; incluso las emociones que deparan ciertos juegos de mesa y sus peculiaridades locales
Leer un manga puede suponer, en cierto modo, según siempre la percepción, parcial o total, que se logre adquirir del contenido del mismo, recibir un curso acelerado sobre la cultura japonesa y sus aledaños; y verse impulsado, en el caso muy extendido del lector occidental, a querer saber más, e interesarse por absolutamente todo lo japonés, abarcando el mundo más allá del manga, hasta adentrarse en los entresijos de la música, del cine (del anime, o cine de animación japonés, sobre todo), de la moda, de la religión y, en última instancia del idioma japonés y sus laberintos
Cada vez son más los autores occidentales que deciden seguir las sendas del manga para contar sus propias y localizadas historias, bien desde el punto de vista narrativo, bien desde el puramente artístico, o bien, desde ambos. La digestión, más o menos afortunada, de las peculiaridades del manga ha conducido a muchos autores estadounidenses, brasileños (donde existe la mayor comunidad del mundo de japoneses y descendientes de los mismos fuera de su país), europeos, y chinos incluso, entre otros, a la crea-ción de estilos híbridos, como el llamado amerimanga (manga creado en Estados Unidos), que, o bien se aposentan y consolidan hasta emular perfectamente la forma puramente japonesa de crear manga (lo cual permite a algunos de estos autores publicar en el propio Japón con mayor o menor fortuna) o bien evolucionan por otros caminos alejándose definitivamente de las sendas originales.
HISTORIA
Los precedentes más remotos del manga se remontan al siglo XI, cuando el sacerdote Toba crea los chôjûgiga, pergaminos en los que representaba animales, como conejos, ranas y monos, en situaciones diversas con una intención satírica.
Entre 1600 y 1867, el llamado período Edo de la historia de Japón, aparecen los zenga, estampas caricaturescas monocolores orientadas a la meditación zen; los òtsu-e, unos amuletos budistas con dibujos caricaturescos a color; los nanban, biombos ilustrados en los que se plasmaban ciertos momentos de las relaciones entre los japoneses y los comerciantes portugueses, representados de manera caricaturesca, con grandes narices; los Toba-e (imágenes a la manera de Toba), libritos que contenían estampas satíricas; los kibyôshi (libros de chaqueta amarilla), también libritos que recogían historias satíricas en lugar de imágenes aisladas; y los ukiyo-e (imágenes del mundo flotante), escenas grabadas en planchas de madera de temática picaresca y erótica, y tono satírico, muy apreciadas por las clases populares.
Desde 1814, el pintor Katsuhika Hokusai (1760-1849), creador de ukiyo-e, recopila en quince tomos sucesivos imágenes ordenadas como viñetas, obra a la que bautiza como Hokusai manga.
El término manga, así acuñado, está formado por el carácter japonés man, que significa involuntario, a pesar de sí mismo; y el carácter ga, que significa dibujo o imagen. La palabra resultante viene a significar imágenes a pesar de sí mismas, imágenes irresponsables o incluso imágenes grotescas; y a partir de la segunda década del siglo XX la misma deviene como sinónimo de los vocablos ingleses comic y cartoon.
En 1901, Rakuten Kitazawa crea la que es considerada como primera historieta japonesa, titulada Tagosaku to Mokubê no Tokio Kembutsû (El viaje a Tokio de Tagosaku y Mokubê).
Durante las dos primeras décadas del siglo XX la historieta japonesa se asienta en los periódicos, gracias a la influencia de las comic strip (tiras cómicas diarias) estadounidenses, publicaciones en las que adquiere la forma de tiras verticales formadas por cuatro viñetas o yon-koma manga; al tiempo que se crean revistas dirigidas a niños y jóvenes que contienen relatos escritos, artículos educativos y manga.
La evolución del manga se interrumpe en 1941, cuando Japón entra en la Segunda Guerra Mundial, y el estancamiento perdura durante el resto de la guerra, debido a la escasez de papel y a la irrupción de la férrea censura impuesta por el Ejército; de modo que, una vez finalizada la contienda, arrasado el país, masacrada su población y devastada su economía, los creadores de manga se ven forzados a comenzar de nuevo.
El manga adopta entonces diversas encarnaciones, como el kamishibai (teatro de papel), una especie de romance de ciego callejero; los kashibon (manga de alquiler), libros y revistas de manga que se prestan en bibliotecas ambulantes; los yokabon, pequeños libritos de manga que se venden en jugueterías; y los akabon (libros rojos), libros de manga distribuidos por vendedores callejeros.
Al fin, en 1947, Osamu Tezuka (1928-1989), llamado dios del manga, que luego será considerado creador del manga moderno (influenciado por el cine estadounidense y la figura esencial de Walt Disney, dota al manga de una de sus características estilísticas esenciales: los ojos grandes de intensas pupilas de los personajes, detalle imitado en adelante por muchos autores), publica en forma de akabon la obra titulada Shin Takarajima (Nueva isla del tesoro), de la cual se llegarán a vender 200.000 ejemplares. Este hito marca el comienzo del renacimiento definitivo del manga y de su consolidación como industria, que tendrá lugar en los años 50 y 60.
También en 1947, aparece en el mercado Manga Shônen, la primera revista mensual dedicada íntegramente al manga; en 1955, las primeras revistas de shôjo manga, o manga dirigido exclusivamente al público femenino más joven; y en 1959, las primeras revistas semanales.
Durante estos años, mientras que en Estados Unidos y en Europa decae la industria del cómic, debido probablemente al auge de la televisión y al surgimiento de nuevas formas de entretenimiento; en Japón, el mercado del cómic se expande y camina de la mano de la televisión, medio en el que la animación japonesa, el anime, comienza a florecer; de manera que cómic y televisión se alimentan mutuamente y crecen a la par, en vez de combatir por ganar el favor de un público cada vez más exigente.
En 1956, el artista Yoshihiro Tatsumi había acuñado el término gekiga (imágenes dramáticas) para referirse al manga dirigido al público adulto, una forma de manga realista y violento, consumido sobre todo por las capas sociales más bajas, con objeto de diferenciar su obra, y también la de otros artistas, del manga orientado al público infantil y juvenil que hasta entonces había copado el mercado.
En 1964, comienza su andadura Garo, la primera revista de manga adulto; y en 1967, Osamu Tezuka funda COM, con la misma filosofía que Garo, y el afán, reconociendo su vocación de publicación alternativa o underground, de propiciar la creación de un tipo de manga más experimental, más innovador, y que trate temas hasta entonces no abordados.
Durante los años 70 y 80 aumenta considerablemente el número de autores de manga aficionados que publican dôjinshi (especie de fanzines dedicados al manga) y celebran convenciones (la primera de ellas en 1975) durante las cuales exhiben e intercambian sus creaciones con objeto de llamar la atención de la industria y convertirse en autores profesionales.
En 1973, aparece Erotopia, la primera revista dedicada al ero-gekiga manga, o manga para adultos de contenido erótico; y en 1980, Be in love, primera revista dedicada al josei manga, o manga dirigido a mujeres adultas, que también es conocido como ladys comic.
A finales de los 80 comienzan a aparecer infinidad de obras dedicadas al jôhô manga o manga de carácter educativo.
A principios de los años 90, coincidiendo con el surgimiento de campañas de desprestigio que persiguen la publicación de ciertos manga, el cómic comienza a sufrir en Japón el embate de la creciente industria de los videojuegos y a perder tímidamente lectores debido a la influencia adictiva de los ordenadores y, hoy por hoy, de Internet; al tiempo que, paradójicamente, su estela se extiende, de manera paulatina, pero imparable, por el resto del mundo.
LOS AUTORES
El mangaka es la persona que dibuja manga.
En muchas ocasiones, el dibujante es a su vez el guionista, o gensakusha, de la obra que crea; pero tampoco es raro que dos personas distintas se repartan estas labores, como sucede normalmente en Estados Unidos y en Europa; o que el manga sea creado por un grupo de guionistas y dibujantes, como ocurre en el caso del colectivo CLAMP, integrado por cuatro mujeres dedicadas a la creación de shôjo manga.
Por otro lado, los mangaka más prolíficos y prestigiosos, famosos y ricos (apenas un 10% escaso de los más de 3.000 autores que trabajan en Japón) poseen su propio estudio, en el que un pequeño ejército de asistentes (hasta veinte empleados, o más) se encarga de facilitar la labor del artista, trazando las viñetas necesarias de acuerdo con la planificación de la página, entintando los dibujos, e incluso cocinando o haciendo labores de limpieza.
De todos modos, cualquiera que sea el estatus del mangaka, la creación de un manga exige de su autor, sobre todo si carece de ayuda, la aceptación de ciertas renuncias, e implica atravesar largas jornadas de trabajo con objeto de producir varias decenas de páginas semanal o mensualmente, durante varios meses y años, sin descanso ni retrasos, trabajo que se incrementa considerablemente si el mangaka se encuentra enfrascado en varias series a la vez; de manera que el precio del éxito es considerable.
Dada la dureza de la labor a la que el mangaka se entrega, la figura del editor es fundamental en el proceso de elaboración de un manga. El editor no se limita a supervisar día a día los progresos del mangaka y a discutir con éste los pormenores de la edición de la obra. El editor japonés es también agente, asesor, consejero personal, guionista, si es necesario, y, muchas veces, una especie de segundo padre que presta apoyo moral al mangaka cuando éste se siente agotado o deprimido.
Cuando el mangaka decide concluir una serie que en principio no tenía un final determinado de antemano, por cansancio u otra causa; o cuando aquélla queda abruptamente interrumpida e inacabada a causa del fallecimiento del autor; la serie no es, salvo excepciones, continuada por otro mangaka, independientemente del momento en que la narración se haya detenido.
De ordinario, el sufrido mangaka ha sido, antes de convertirse en un artista profesional, un otaku.
En Japón, el término o-taku, que, literalmente, significa tu casa, se aplica de forma peyorativa a aquellos fanáticos obsesos de cualquier cosa, actividad, disciplina, o arte, que sacrifican su vida social en el altar de su desmedida afición; pero en Estados Unidos y en Europa el sentido inmediato de la expresión ha sido suavizado y designa de manera particular a los habitantes del fandom (contracción de las palabras inglesas fanatic, fanático, y kingdom, reino) relacionado con el manga, es decir, los lectores, consumidores también de anime, y los dibujantes amateurs.
El dibujante aficionado que aspire a convertirse en mangaka profesional puede seguir varios caminos en pos de su objetivo: puede estudiar en una academia dedicada a enseñar a dibujar y guionizar manga; puede participar en los concursos organizados periódicamente por las principales editoriales; o puede convertirse en dôjinshika, un creador de dôjinshi, o publicación de la misma gente, publicaciones amateurs, es decir, fanzines (contracción de las palabras inglesas fanatic, fanático, y magazine, revista), a menudo compuestas por hojas fotocopiadas y grapadas, y en otras ocasiones dotadas de un aspecto acabado muy semejante a una edición profesional, en las que el dibujante aspirante puede mostrar su obra original; si bien es cierto que muchos dôjinshi se dedican a publicar aniparo (animation parody), es decir, historias que parodian series famosas de manga y anime desde un punto de vista fundamentalmente erótico.
De todos modos, cualquiera que sea el contenido de los dôjinshi, su difusión, desde los años 60, y principalmente desde los 70, ha generado un industria de dimensiones nada desdeñables que funciona paralelamente al mercado del manga profesional; de ahí que, desde 1975, se celebren los Comiket (contracción de las palabras inglesas comic y market, mercado), convenciones o ferias en los que los editores de dôjinshi y sus creadores exhiben sus trabajos, los comparten, e intercambian opini-ones, siempre con la idea fija de darse a conocer a las grandes editoriales y dar el salto a la profesionalidad.
LOS LECTORES
De acuerdo con la edad y el sexo de los lectores a los que están destinados, los manga pueden ser clasificados aproximadamente de la siguiente manera:
- El kodomo manga, dirigido a niños pequeños, que constituye una de sus primeras lecturas.
- El shôjo manga, dirigido a chicas adolescentes, tradicionalmente consumidoras masivas de cómics y revistas, y revelado, desde los años 60, como una suerte de industria dentro de la industria del cómic japonés; se encuentra definido por unos parámetros muy concretos, tanto argumentales como artísticos, que han dado lugar a una forma de hacer manga muy característica, cultivada fundamentalmente por mangakas de sexo femenino.
Desde el punto de vista artístico, el dibujo es muy estilizado y elegante, de línea clara, detallado; y los personajes protagonistas a menudo son presentados como modelos de belleza masculina (bishônen, o chico guapo) y femenina (bishôjo, o chica guapa) ideales, casi angélicos.
Desde el punto de vista argumental, en el shôjo manga predominan las historias tragicómicas y románticas ambientadas en entornos donde la fantasía más desbordada camina de la mano de la más absoluta cotidianeidad; es el campo en el que habitualmente se enmarcan los relatos sobre mahakkos, o magical girls, chicas de apariencia normal que poseen alguna clase de poder extraordinario; muchos de aquellos que se desarrollan en ambientes estudiantiles, o gakuen manga; y aquellos que narran en clave costumbrista las peripecias de todos los miembros de una familia, o katei manga. - El shônen manga, dirigido a chicos adolescentes, aborda historias en las que predomina la acción y la aventura, el movimiento continuo, la comedia y el drama, el detalle picante, ecchi o erótico, pero no abiertamente pornográfico; enmarcadas en géneros muy dispares (deportivo, histórico, policíaco, y otros); y puede recoger incluso temáticas más tratadas por el shôjo manga, pero de manera muy distinta, más dinámica, más brusca, algo que puede apreciarse perfectamente en la construcción de los guiones y en el aspecto del dibujo, más barroco, más expositivo.
- El seinen manga, dirigido a jóvenes, engloba probablemente el mayor número de aquellas series, en muchas ocasiones polémicas, que incorporan los elementos del shônen manga, que se aproximan a géneros parecidos, que comparten el mismo tipo de dibujo; pero que dan un paso más allá y enfatizan el drama, la violencia y el sexo, de manera más o menos necesaria, o más o menos gratuita. Se trata de historias realistas o fantásticas, de mayor calado que las dirigidas a los adolescentes, más duras y explícitas.
- El aôsen manga, dirigido a adultos, que participa también de los temas y métodos del seinen manga, desarrolla las historias más cotidianas, más realistas y de contenido social, o gekiga manga.
El josei manga, o ladys comic, está dirigido de manera específica a mujeres adultas.
LOS GÉNEROS
Es evidente que, como casi cualquier obra narrativa, ningún manga es puro en su concepción y en su desarrollo, ninguno puede ser adscrito a un género concreto; porque, si bien es cierto que cada manga puede exponer en un principio las convenciones de un género con objeto de enmarcar la narración, es inevitable que durante la evolución de ésta se tomen desvíos; de manera que el género predominante que define el carácter de los acontecimientos acaba compartiendo siempre su espacio con otros que aportan colores y matices al conjunto: el impacto que la descripción de un acto heroico puede causar en el lector, por ejemplo, puede depender en gran parte del tono, grave, humorístico, u otro, que los personajes apliquen a su discurso en esa situación.
De todos modos, la vastedad de los géneros y de los temas manejados por los autores japoneses es tal, que es preciso mencionar algunos de esos géneros predominantes con objeto de poner un poco de orden:
- El manga bélico (y todo aquel género de manga que muestre acciones violentas) es muy popular en Japón, probablemente porque esta sociedad de rígida estructura, jerarquizada en extremo; que realza los logros del grupo y minimiza los del individuo, en ocasiones de modo humillante; productiva, como una gigantesca cadena de montaje, y consumista en exceso; cuyos miembros han estado tradicionalmente obsesionados por el ejercicio del poder y han tenido ocasión de lamentar sus consecuencias (su historia nacional ha recorrido el camino que lleva de las luchas fratricidas al imperialismo y a la ruina causada por ese afán de conquista); es también una sociedad muy culta que ha sabido como ninguna otra tornar su belicismo secular en saludable pacifismo, desterrar en lo posible la violencia de la vida cotidiana, y relegar su manifestación, su expresión como válvula de escape, como una solución a las frustraciones cotidianas, al mundo de los manga, de la literatura, del cine y de los videojuegos; de ahí que muchas obras de carácter bélico, policíaco o épico parezcan a menudo excesivamente salvajes a los ojos de un espectador occidental, aunque es posible que sus autores sólo pretendan ser sinceros y honestos consigo mismos, con sus compatriotas y con su tradición cultural; y mostrar, sobre todo a los más jóvenes, ajenos a los horrores de la Segunda Guerra Mundial, fascinados con armas y uniformes que no han conocido, la locura de la guerra y de cualquier tipo de violencia; lo cual ha dado lugar al nacimiento, en el mundo del manga (y del anime), de muchos de los más contundentes alegatos antibélicos jamás creados en toda la historia del cómic y del cine.
- El manga costumbrista, más o menos realista, engloba muchas historias enmarcadas en ambientes estudiantiles o familiares, pero también en otros ámbitos sociales, como el laboral.
El kondô manga, un género probablemente exclusivo del cómic japonés, viene a ser aquel que cuenta la lucha de su protagonista por lograr ciertas metas profesionales, por superarse personalmente (kondô significa espíritu), desde que comienza como aprendiz o novato hasta que alcanza en la escala laboral un puesto de categoría.
Cualquier oficio, por anodino que puede parecer, puede ser objeto de un manga de este tipo, incluso la propia profesión de mangaka; aunque los más populares transcurren en el mundo de la gastronomía (suelen incluir recetas y consejos culinarios) y en el de la empresa privada y la burocracia. Estos últimos son conocidos como sarariman manga (del inglés salary man, u hombre asalariado), y muchos de ellos se centran en la vida de las secretarias u office ladies. - El manga deportivo, o spokon manga (contracción de la palabra inglesa sport, deporte, y kondô, espíritu) puede ser considerado como un tipo de kondô manga que se asoma al mundo del deporte (el judo, el boxeo, el fútbol, el baloncesto, el béisbol, el tenis, la hípica, el voleibol, el montañismo y muchos otros), entendido más como experiencia personal que como espectáculo de masas, que exalta las virtudes del esfuerzo físico y mental, de la amistad y del trabajo en equipo, y que en ocasiones se excede fomentando la c-ompetitividad y el culto al ídolo, al triunfador (lo importante es ganar, no participar).
También existen manga sobre hobbies y sobre la práctica de juegos de mesa y azar, como el mah-jongg y el pachinko (similar al pinball o juego del millón). - El manga educativo, o jôhô manga, pretende ilustrar en viñetas cualquier tipo de conocimiento: ciencias naturales, historia, matemáticas, astronomía, idiomas, etc.
Existen empresas dedicadas en exclusiva a convertir cualquier pesado manual en un manga, con objeto de hacer más amena la asimilación de su contenido. - El manga erótico-pornográfico, o hentai manga (hentai significa pervertido), sólo para adultos, es un tipo de manga controvertido, sobre todo en Occidente, por su propia naturaleza, y porque los no iniciados han aireado la muy equivocada idea de que la palabra manga, en general, es sinónimo de pornografía dibujada (aderezada con grandes dosis de violencia gratuita); y difundido la errónea afirmación de que Japón es una especie de paraíso del erotismo, cuando lo cierto es que hasta 1993 el derogado artículo 175 del C-ódigo penal japonés prohibía en cualquier medio la exhibición gráfica de los órganos genitales (de personas adultas, pero, curiosamente, no de niños) y el vello púbico (lo cual, en el mundo del manga y el anime daba lugar a la creación de disparatadas metáforas con objeto de evitar la simple ocultación mediante el difuminado, el pixelado u otra técnica); que a principios de los años 90 se desarrollaron varias furibundas campañas (de padres y educadores) contra los manga considerados violentos o pornográficos; y que por entonces los propios autores de manga se vieron obligados a establecer un código moral o jishuku (hoy desaparecido) con objeto de etiquetar adecuad-amente el carácter de sus creaciones y establecer la edad del público al que estaban destinadas.
- El manga fantástico se adentra en la descripción de mundos imaginarios de maneras diversas, contando historias de fantasía pura enmarcadas en universos de rasgos medievales o mitológicos; introduciendo en relatos casi costumbristas sucesos sobrenaturales o anómalos, como en el caso de los manga sobre magical girls; caminando por la senda de lo terrorífico o lo surrealista; o añadiendo un elemento tecnológico, revestido de mayor o menor verosimilitud, que convierte a la fantasía en ciencia-ficción (o fanta-ciencia, según predomine lo posible o lo improbable), la cual usualmente adopta en el manga (y también en el cómic occidental) dos puntos de vista diferentes:
El más tradicional da lugar, primero, a las narraciones sobre monstruos atómicos y aberraciones de la naturaleza fruto de los experimentos de científicos locos; después, a aquellas que desarrollan intrincadas sagas espaciales (space opera) protagonizadas por piratas espaciales, caza-recompensas, u otros personajes afines, que se enfrentan a malvados imperios galácticos o a amenazas alienígenas; y, por último, a otras sobre mechas (del inglés mechanical), es decir, sobre poderosos robots gigantes, cyborgs o androides, en sus muchas encarnaciones y variantes.
De la segunda mirada surgen, en un tono mucho más pesimista y menos épico, las historias sobre sociedades utópicas, supuestamente perfectas; sobre distopías fascistas; o sobre mundos devastados, post-apocalípticos; narradas bien con una estética retro-futurista, caracterizada por la presentación de inventos o artefactos cuyo funcionamiento depende del uso del carbón y del vapor, propios de la Revolución Industrial (corriente steampunk); o bien contadas, con pretensiones a veces casi filosóficas, mostrando paisajes donde la carne y la mente humanas se confunden y fusionan con el metal de las máquinas, creando nuevas especies, al tiempo que se desfiguran los límites establecidos entre la vida real y la vida virtual, a causa del avance de la informática y del consumo de drogas sintéticas (corriente cyberpunk). - El manga histórico, o jidaimono manga, aborda fundamentalmente historias sobre héroes y antihéroes solitarios, sobre samurais errantes y caídos en desgracia, ambientadas entre los siglos XIV y XIX de la turbulenta historia japonesa; pero también relata vidas más o menos ejemplares de personajes históricos o pinta frescos sobre un suceso de relevancia.
- El manga policíaco recoge las historias de crímenes y detectives, de ladrones de guante blanco, de mercenarios y aventureros, de espías, y especialmente las historias sobre yakuzas, una especie de mafiosos a la japonesa, organizados en familias que se proclaman en cierto modo herederas de las antiguas órdenes militares fundadas por los samurais y de ciertas sociedades secretas.
LA PUBLICACIÓN
En Estados Unidos, los cómics son publicados normalmente en cuadernillos grapados (comic-books), de 24 o 32 páginas, que luego son recopilados en tomos con lomo de diversa extensión; en Europa, los cómics también son publicados en estos formatos, aunque el formato tradicional es el álbum de 48 o 56 páginas con tapas blandas o duras; en Japón, los cómics extensos, aquellos compuestos por muchos capítulos, con o sin un final previsto de antemano (series abiertas), se publican serializados (y entonces son conocidos como rensai manga) en revistas especializadas, llamadas shukan, si aparecen con periodicidad semanal, o gekkan, si aparecen con periodicidad mensual; y posteriormente son recopilados en libros. Las revistas también recogen historias breves de un único capítulo llamadas yomikiri.
En Japón se editan alrededor de 300 publicaciones periódicas dedicadas al manga (que representan el 40% del total de la producción editorial del país), de las que son responsables unas 130 editoriales, tres de las cuales (Kodansha, Shueisha y Shôgakukan) sacan a la luz el 70% del total de cómics publicados.
Las revistas dedicadas a la edición de manga, llamadas zashi, son publicaciones un tanto peculiares.
Su extensión es desmedida; son gruesos volúmenes (con el aspecto de una guía telefónica) de al menos 200 páginas (pueden alcanzar las 1000 páginas), impresos en papel de ínfima calidad a una tinta (normalmente, negro, pero también azul, rojo, sepia, verde y otros) sobre papel blanco o de color amarillo, verde, azul, celeste, naranja, rosa, etc.
El precio de estas revistas es tan llamativo como su aspecto. Si un comic-book estadounidense de 32 páginas, repleto de páginas publicitarias, cuesta alrededor de 2,50$; y un comic-book europeo de 24 páginas, con algo menos de publicidad, cuesta 1,70€ (en España, concretamente); una revista japonesa de unas 400 páginas cuesta alrededor de 220¥ [símbolo del yen], que al cambio son apenas 1,60€.
En cada número de una revista, que apenas contiene publicidad u otras secciones (artículos, correo de los lectores, u otras), se recogen de 15 a 20 series distintas, cada una de las cuales abarca de 15 a 30 páginas de la entrega semanal o mensual.
En ocasiones, las revistas incluyen encartes o regalos, llamados furoku, tales como adhesivos, bisutería, o postales; y una tarjeta de votación, que el lector puede re-enviar a la revista después de marcar en ella el título de sus manga favoritos, sistema mediante el cual los editores conocen las preferencias de sus lectores y qué series son en general más apreciadas y cuáles menos. Normalmente, las series menos votadas por los lectores son canceladas.
Se entiende popularmente que las revistas de manga son material reciclable, es decir, que no se coleccionan, que se leen y se tiran (ya que sería muy engorroso guardarlas, debido a su tamaño, en el reducido espacio disponible en los hogares de los habitantes de una nación superpoblada).
Ahora bien, las series de más éxito son recopiladas paulatinamente (cada 12 capítulos como máximo) en tomos de diverso grosor, en formato bolsillo, con tapa blanda (ocasionalmente con tapa dura de cartoné y acabado lujoso), impresos en papel de buena calidad, y en negro sobre blanco (en ocasiones con algunas páginas en color), llamados tankôbon (volumen separado) o kommikkusu; que están dirigidos a aquellos lectores que quieren coleccionar sus series de manga preferidas.
El llamado bunko es el tipo de tomo recopilatorio de manga de tamaño más pequeño (10,5 x 15 cm); y el llamado mook (palabra que surge de la contracción de las palabras inglesas magazine y book) uno de los más grandes. Un mook puede recopilar un manga serializado, pero también puede consistir en una colección (en un álbum o art-book) de ilustraciones que retraten a personajes de un manga o representen situaciones no aparecidas en éste (imágenes no narrativas o hankenmono) o puede contener una extensa monografía dedicada a los entresijos de la creación de una serie concreta.
Los libros en los que se publica un manga que previamente no ha sido serializado en una revista son conocidos como kakiorioshi.
Además de en revistas y libros, los manga son publicados en periódicos (el soporte en el que evolucionaron) como tiras cómicas (llamadas yon-koma manga y también gag manga); en revistas de contenido general o especializadas en temas no relacionados específicamente con el manga; en un soporte digital (en un CD-ROM, por ejemplo) o en Internet (e-manga); en manuales de instrucciones, con objeto de explicar de una manera absolutamente visual (mediante viñetas) el funcionamiento de un electrodoméstico u otro aparato; e incluso en vallas publicitarias.
EL SENTIDO DE LECTURA ORIENTAL
Casi todos los manga publicados hoy en día en Occidente se publican conservando el sentido de lectura original de la obra (el llamado sentido de lectura oriental), que viene dado porque el idioma japonés se escribe verticalmente (usando dos tipos de escritura, los caracteres kana, divididos a su vez en dos tipos, katakana e hiragana, y los caracteres kanji, especie de ideogramas adaptados del idioma chino), y sus columnas se leen de abajo a arriba y de derecha a izquierda.
La portada de un manga publicado de este modo ocupa el lugar de la contraportada y viceversa, de manera que el lomo del tomo queda a la derecha.
A su vez, las viñetas se leen de derecha a izquierda y de arriba abajo, y de idéntico modo los bocadillos de texto contenidos en ellas:
BIBLIOGRAFÍA
© 2002, Alfons Moliné, El gran libro de los manga; en Editorial Glénat; y diversas fuentes de Internet.
ILUSTRACIÓN
© 2001, Tamaoki Benkyo, Blood, the last vampire 2000, pag. 20; en Draco Rosa cómics.
TEXTO
© 2005, Samuel Kozabue
samuel.kozabue@telefonica.net
para
© 2005, Librería Zuloa / Zuloa Liburudenda
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01001, Vitoria-Gasteiz
Teléfono: 945 261 547