(Reinventando a Goya)

“Yasumasa Morimura nace en Osaka en 1951, poco tiempo después de la Segunda Guerra Mundial, un acontecimiento decisivo en la historia de las relaciones de su país con el mundo occidental. Su obra refleja la contradicción entre la cultura japonesa y la extranjera, entre lo tradicional y lo contemporáneo. Su educación está marcada por el distanciamiento respecto a Occidente, además de por la influencia recibida de China y el Budismo Zen; esta separación, sin embargo, no llega al aislamiento radical, sino que va absorbiendo los modos de nuevas civilizaciones y las va adaptando a su propio punto de vista. Morimura se dio a conocer en el mundo gracias al conjunto "Historia del Arte", exposición que en su momento se mostró, con gran éxito, en España. Su obra se desarrolla más cercana a la idea de performance que a la de un proyecto fotográfico convencional. De hecho a Morimura no le gusta que se le califique como fotógrafo. Su trabajo continúa la tradición heredada del Action painting norteamericano y de todo el arte de acción en general. Su trabajo contiene frecuentes alusiones a la obra, figura y talante de Marcel Duchamp y recibe claras influencias de Andy Warhol. Ha realizado gran cantidad de exposiciones individuales y ha participado en diversas colectivas de resonancia, tanto en Japón como en el resto del mundo, así como en ferias internacionales de arte contemporáneo, entre ellas ARCO. La profunda formación de Morimura en el arte, tanto occidental como japonés, le permite dotar a su obra de infinidad de matices; en ellos se pueden advertir abundantes guiños al espectador erudito que aluden a cuestiones biográficas sobre el autor de las obras de referencia, así como a detalles historiográficos o técnicos. Pero la suya no es una obra fácil, ya que discurre entre un ambiguo ámbito dual: Oriente versus Occidente, artista versus espectador, original versus copia, masculino versus femenino... Un simulacro de apropiaciones y de construcciones aderezadas con particular ironía. El artista se cuela literalmente en los cuadros más representativos del arte occidental, transformándolos gracias a una omnipresencia creadora, caracterizada por una impecable factura técnica. Consciente de la manipulación, lo primero que el espectador experimenta es admiración por esa maestría artística. Esta intromisión la lleva a cabo insertando su rostro mediante ordenador en copias fotográficas de los cuadros para crear su propia y caprichosa historia del arte, convirtiéndose además en un irónico protagonista. Mediante esa intervención digital sobre los modelos, podemos observar cómo iconos fundamentales del arte occidental -la Mona Lisa, la Maja Desnuda o las Meninas – adquieren rasgos asiáticos a través del propio rostro de Morimura, que aparece sustituyendo al de cada personaje. El artista se pone en su lugar, en el espacio iconográfico reservado a los protagonistas de la historia del arte europeo, ejercitando lo que los expertos consideran un personal "ajuste de cuentas" con el Occidente colonizador”
(Datos extraídos de la web de Fundación Telefónica)

Lo que a continuación mostramos es una selección de las obras que recientemente se han expuesto en la galería de Juana de Aizpuru, Madrid. Desde aquí agradecemos su colaboración al equipo de Juana así como las imágenes que tan gentil como desinteresadamente nos han proporcionado.