Reseña de: "El Unicornio Azul", Alejandro J. Oviedo - Editorial HIRIA

Valorar el trabajo de un colega siempre resulta una aventura osada, no tanto por el compromiso tácito que uno puede llegar a adquirir como miembro de esa logia de amasadores de palabras denominados escritores, como por la responsabilidad de evitar la coartada del elogio consabido. Y cada vez que un libro se asoma a las estanterías de una librería alberga en un interior el veneno de su propia destrucción. Tal es la furia de estos procelosos e inclementes tiempos, tal es su condena a la fugacidad. Y de todos es sabido que, nada hay más frágil, nada más caduco, que un libro. Decía el poeta Jacques Delille que el arte de escribir es el arte de interesar. En este caso, El unicornio azul, escrita en 1997 por el bilbaíno Alejandro J. Oviedo y publicada ahora por la editorial HIRIA, resulta una novela reveladora por adelantarse en el tiempo con fortuna sobre esa corriente de literatura de misterio que hace germinar la imaginación y la fidelidad de los lectores.

Ambientada en el Bilbao de finales de los noventa bajo cuyas entrañas se excavaba entonces el Metro, El unicornio azul, con una prosa ágil y embaucadora —cercana al guión cinematográfico—, nos conduce por una trama de suspense en torno al secreto que esconde un misterioso libro que muchos codician. Un libro que habla de otro libro. Nada nuevo bajo el sol, dirán algunos. Quizás, querrán ver en esta obra otra oportunista secuela de El código Da Vinci, tal vez incluso de El nombre de la rosa, pero esos mismos maliciosos deberían recordar que antes que Dan Brown habitó el Olimpo de los best-sellers Guilbert Sinoué (El libro de zafiro), Philipp Vandenberg (El quinto evangelio, La conjura Sixtina) o Robert Ludlum (El cofre de Constantina, El manuscrito de Chancellor). Los libros en nuestra cultura tienen ese poder de sugestión cercano a lo mistérico porque nuestra civilización hunde sus raíces en El Libro por excelencia. El valor de la palabra escrita, pese a la efímera y fugaz existencia de los libros —arrollados sin pudor por los engranajes del mercado editorial—, adquiere hoy en día, ciertamente, la categoría de milagro.

Por todo ello sólo puedo afirmar con el orgullo de conocer a su autor que, aunque con retraso, la publicación de El unicornio azul se prefigura, cuando menos, un acierto editorial.