El fútbol mueve millones, vende camisetas, los jugadores se han convertidos en ídolos juveniles y soportes publicitarios muy cotizados.
El fútbol satura. Siempre se está jugando un partido de fútbol en algún lugar del mundo (y lo puedes ver por televisión). La prensa o la radio están pendientes de cada movimiento, por insignificante que parezca, de cada jugador de cada equipo de cada liga.
El fútbol ya no es lo que era, ya no es aquel deporte espontáneo e imprevisible que aún recordamos de las anécdotas de los abuelos (e incluso de los padres). Ahora todo está pensado, hay muy poco lugar para la improvisación.
El fútbol es así. Fútbol es fútbol. No hay rival pequeño. Hasta el pitido final todavía hay partido. Tópicos, tópicos y más tópicos
Todo eso es verdad. Pero el fútbol es maravilloso. Sobre todo en tiempos de torneos internacionales como la Eurocopa que hemos disfrutado este verano. Durante un mes se recupera el espíritu de un fútbol pleno, sin presidentes, directivas, dineros (como decía mi amama) ni precaución. 31 partidos de fútbol con un solo objetivo, jugar para ganar el torneo.
Por más que repita la palabra no termina de cansarme. Torneo. Uno recuerda los torneos de la Edad Media que veía en películas antiguas. Con Robert Wagner, Robert Taylor o Burt Lancaster jugándose la vida, el honor y el amor. Aquí todo es más prosaico. No se juegan la vida y ganan dinero pero en estas competiciones se valora sobretodo el honor. El orgullo de ser el mejor sobre todos los participantes. El orgullo de pertenecer a un grupo de jugadores que representan a todo un país y que ha conseguido eliminatoria a eliminatoria ganar el torneo.
Eso es lo que el fútbol nos deja de bueno esos días de Eurocopa y que habría que extender a lo largo de todos y cada uno de los partidos que vamos a ver (aunque no queramos) durante el año. El esfuerzo y el orgullo de ganar. Ver cómo a la hora de la verdad sólo vale el fútbol para pasar de ronda. Nada más y nada menos. Ah¡ y la posibilidad de ver a los mejores jugadores de Europa juntos haciendo cosas con el balón que justifican (aunque les parezca increíble a los que no les gusta el fútbol) todo el dinero que ganan.
Más de un aficionado que supera ya los cuarenta y los cincuenta recordará al histórico entrenador del Liverpool Bill Shankly. Este hombre de fútbol dijo una vez que el fútbol no es algo de vida y muerte. Es algo mucho más importante que todo eso. Tontería para unos, exageración para otros, lo cierto es que no le falta razón, sobre todo en tiempos de torneos internacionales y en países como Inglaterra donde el fútbol es una forma de ser de todos y cada uno de los ingleses. Lo hemos podido ver y comprobar en los días posteriores a la eliminación de España de la Eurocopa. Los mensajes trascienden el simple resultado deportivo para convertirse en el fracaso general de todo un país. Un lío vamos.
Después de tantos partidos puede parecer una tontería pero estos torneo, cada dos años me reconcilian con el fútbol me recargan las pilas para aguantar los gustos y disgustos (que son los más) del fútbol a granel que consumimos durante todo el año. Y gane quien gane viva el fútbol.