Suele haber una tensión permanente entre los escritores de literatura, fundamentalmente los novelistas, y los escritores de obras de pensamiento filósofos, sociólogos y otros ensayistas.
Como los pensadores no acostumbran a creer en nada por definición, no creen tampoco que haya esencia alguna del ser humano y consideran que la exhibición de algo semejante a través de tramas y personajes, como hacen los literatos, no hace sino, precisamente, re/socializar a algunos seres humanos concretos a partir de ideas particulares que se convierten en generales y supuestamente obvias, contribuyendo, de paso, a la construcción de tópicos tan poco científicos como muy manipulables.
Consiguientemente, los escritores de pensamiento pretenden atenerse a las situaciones concretas , a los casos concretos, a los lugares y los momentos concretos y defienden, sobre todo y antes de todo, una descripción lo más fiel posible de todas estas individualidades para después, si acaso, aplicar cierta ordenación lógica a esta amplia y diversa empiria. Por ello, respecto de los comportamientos humanos, abogan por la escritura biográfica o autobiográfica y odian metodológicamente la ficción.
Parece así que estos últimos, bajo la clasificación actual de la no-fiction , desean representar en esta sorda pugna al viejo logos de los griegos, reprochando a los primeros, los escritores de literatura, su empeño en reelaborar el mithos bajo el amparo de la fiction.
Sin embargo, de la lectura de cualquier manual de narratología se desprende que la diferenciación fiction/no-fiction es irrelevante porque ambas no dejan de ser construcciones discursivas en las que, simplemente, los criterios de verdad/verosimilitud son exclusivos y excluyentes.
La única , y quizás importante, diferencia es que el discurso que se reclama como de no-fiction aparece ahora, en nuestras sociedades, amparado remotamente por la lógica científica que es la lógica imperante, y que el discurso arrimado a la fiction , remitiéndose a lo artístico, no deja de evocar a lo sagrado, tan incomprobable como seductor. En este punto no se deberían olvidar aquellas palabras de Émile Durkheim que aparecen en un libro tan curioso como poco conocido Sobre el pragmatismo - : En general, cuando en nuestros días se habla de verdad, se piensa sobre todo en la verdad científica. Pero la verdad ha existido antes que la ciencia . Y La Verdad, habría que añadir con mayúsculas, antes que la escisión originaria entre la Fiction y la No- Fiction....Más bien desde que hubo dioses y creyentes.
Por ello ,quizás , habría que comenzar a buscar las pequeñas verdades, con minúsculas, que aparecen tanto en una novela como en un tratado de psicología. Sólo de esta manera la distinción entre Fiction y No- Fiction acabaría siendo una mera clasificación mercantil de las grandes superficies comerciales.