nº 48 - Marzo 2004 • ISSN: 1578-8644
CREACIÓN:
"Hippodrome Circo"
jaime bristilo
CIRCO DE FIERAS

El sol en su cenit una mañana del séptimo de los romanos.
Las jaulas desde el aire son arañas que extienden las patas de su sombra encima del peladero,
el bestiario se despereza, los animales se inquietan presagiando;
cristianos voluntariamente van a las fieras, limpian sus encierros, dan de comer a los sabios.

Los exóticos se aprestan a saltar a través de argollas bañadas en llamas de amplios quilates.
Una nueva función viene renqueando por el camino.

Un hombre valiente no teme ver desde el interior de la celda aunque evidencie su descontento.
Entre los demás depredadores vive su cautiverio, espera el turno de su desgarro
el día que los animales decidan dar circo a la concurrencia.

REINA PRIMAVERA

Rugen leones enjaulados en Peñalolén,
la carpa del circo se estremece,
el barrio se vuelca a las calles.

Niños sin marraqueta bajo el brazo
buscan a tientas en las esquinas,
cazan perros y gatos quiltros sin collar
-su entrada triunfal-.

Los hermanos mayores esfuman.
A la sombra de sus árboles genealógicos en perenne otoño
parlan al aire atracciones vencidas,
maquillajes a parches.
Es hora. En lo alto de la carpa miro las estrellas.
La tarde cae.
Todos los volantines del cielo van cortados.

FUNÁMBULO

Payaso de luto, descalzo
va por el alambre, tala noche
tétrico rostro sin red, sin pescar función
su chalupa se mece, agua bote, cuerda floja
la noche no acuna.
Niño navega sobre cable trenzado en canas
o hilachas de vestido nupcial embotellado al mar.
No hay peces en la carpa,
vacío hay
silencio sin globos de aire desde el fondo
ni fanfarrias para el sonámbulo que en vez de dormir en paz
muere de tedio natural a esas alturas en tales vientos del alma.

DAMA CON BOZO

Una mujer frente al espejo,
su cuerpo renacentista pintado al óleo,
los maquillajes se cierran,
se abren otros.

Su mirada cala entre la cabellera inmensa
catarata que transcurre por el respaldo de la silla
hasta una cama de aspecto fluvial.

Una mujer en vitrina que lleva una vida común
duerme, se deleita,
va al privado y vuelve.

Su cuerpo es un mundo blanco lunar;
orbita sobre dos pilares que sostienen las puertas de palacio.

Ligera de ropa y cascos, risueña del asombro
coquetea con esa sonrisa que tras sus barbas
me dice que sí, caballero,
este delicado fenómeno de la naturaleza es para usted.

ESCAPISTA

Inmerso en cadenas de pies y manos,
útero acerado,
inmaternal camisa de fuerza sellada al vacío,
cautivo escarba a cucharadas un muro amniótico.

YING/YANG

Dos enanos en la pista juegan
se abofetean, él debe irse,
es un doblaje
y en galerías esos niños ríen que ríen.

Es la misma pareja pequeña
que cada noche observa su silencio en la mirada del otro.
Sus manos cuerpo a cuerpo dan un recorrido así de lento, breve
como larvándose la tibieza del prójimo
en una balsa inmensa que levita, brilla y se agita, su cama.

Esa pareja que se golpea con música de fondo
nocturnal aplica labios en las marcas húmedas,
susurros que todas las madrugadas se repiten en un recuerdo
por si mañana llegaran a no sentir lo mismo.

Dos enanos en el circo son parte del espectáculo;
esa pareja en su cama es grandiosa.
Una reverencia al Respetable, una fanfarria,
un solo líquido inunda la noche
y estos niños ríen que ríen.

FILO

El tragasables traga clavos oxidados, saliva fuego, lo apaga, vive trance.
En este extraño tipo de empalamiento prevalece amurallado entre floretes, repta una lágrima,
muerde su mejilla hasta desenvainar el hierro que a pesar de no cortar esa carne
sí alcanza a mantener su número por un eterno instante sin aplausos al filo de la vida.

INICIACIÓN DEL PELUSA

Un niño pinta su rostro con corcho quemado.
La ropa hecha jirones para tales payasadas, sus pies descalzos
demasiado pequeños sobre tanta tierra que caminar.

Un tizne de carbón ilumina el rostro del niño parco en su función de trasnoche.

Ante el zaguán de la carpa una mano se le tiende desde dentro.
El tony chico abre los colores de su mirada que palpita.

A oscuras en la pista, de madrugada,
toda la atención del público imaginario que pueda repletar galerías
descubre un payaso blanco en un niño negro.

TAHÚR

Gran croupier baraja sus manos,
entre líneas ilusiona copas de oro para la dama,
prestidigita y marca sepulturas bajo la mesa en tanto cantinela el mismo réquiem:
corona de magüey para esta reina y este rey
soy tu espina, corona, magüey.
Su palabra en el silencio a ojos vista retruca y mata con el brillo de una sola espada,
negro comodín que columna vertebral la romana de su peculiar justicia.

ARMA BLANCA

Desde el recogimiento se lanzan los mejores dardos,
astillas de cerbatana purificadas al curare
u hojas de doble filo para asestar a los traidores
en el madero que cargan a sus espaldas.

Con los ojos cegados sonrojar armas blancas
en la expiación de mujeres hermosas, para ellas
cachas de ébano y marfil.

Señor de horca, cuchillo,
curva el vuelo de una hoz, corta el viento,
arranca de cuajo las espigas del trigo menos limpio.

2

Dos amores,
dos prendas de un lado a otro de la pista catan la dirección del viento.
A través del hálito del público se arrojan complicidades en el ir y venir de las clavas.

Dos notas al margen con ala ancha dan vuelo a los sombreros, los aros
entre sus manos calzan como anillo al dedo.

Un pasado, un presente en sincronía,
otra vez
las mismas dos personas:
un par que apuesta por advenedizos platos rotos
en cada función ventea los prolegómenos de su amor apto para todo público,
sus sueños se elevan y caen libertinos en perfecta coordinación
mientras todo flota en la levedad de un escamoteo malabárico,
un juego de villanos que se aman.

TELÓN

Alicia crece al centro de la pista,
a la medida de su canto se eleva en un vestido que es toda la carpa,
muda el color, se mueve y gira, levanta bordes de esta lona que ya no es a tierra,
se arremolina con viento fresco en torno al eje de sus piernas, ligera, cada vuelta como la primera vez.

Cielo que se cubre bajo el ala del sombrero, hasta la faz entre tinieblas cae el olor de la humedad;
en la nariz salpican las primeras gotas de una lluvia que este sexo parte de vuelo a entonar.

Otra vez y más acaece la tarde sobre nuestro circo de cada día.
Los animales se retiran del juego, han mordido el polvo hasta la próxima.

Un zarpazo se cierne sobre arenas romanas. Domador y fiera dormitan sobre coronas de laurel,
entre pieles, cabeza humana en fauces y que siga la función.

INTERMEZZO

A hurtadillas del puñal
arreglo mis herramientas
en los arrabales del hermoso Chile.

NÓMADE

Dónde hay un lugar lejano carpa al hombro para estar a salvo,
los payasos encaramados sobre la cabeza, lo esperado por los niños
magia en el convite
primera función
el universo que es tuyo pero no te muevas del único punto de eclipse que ocupas.

Una pirámide humana sobre el trapecio y el público se engolosina con ofertas de intermedio,
los artistas concatenados desde las muñecas, labios de mayor a menor tan lejos de la profunda tierra.
Todo pendiente de un hilo que bien pueda cortar el provecho de los comensales.

La función y estos corazones, sembrar aplausos para la cosecha, presentar a los hijos
acróbatas del vientre que se ama en la mujer, y armar a solas con la gran familia esa noche
-ante bambalinas-
una fiesta que respire como nuestros animales
hasta que los tacos de las señoras vibren inertes sobre el aserrín de la pista de baile.

RUTA

Run-run se fue pal norte
No sé cuándo vendrá
(“Run-Run se fue pa’l norte”, Violeta Parra)

Las flores de un cacto frente a la ventanilla me dan la espalda,
del desierto se asoma un manto nuevo, a qué viene en contra de la caravana
si camiones cargados de jaulas no importan, son cerrojos,
no llegarán a fragmentar el cielo que se cimbra, ni la polvareda,
ni el viento que se come y entraña las coces de un caballo que patea cada kilómetro
como si nuestros barrotes no fueran de oro
y bajo las lonas no hubiera risas más que de hienas en un número patético.

CIRCO ECUESTRE

Alta escuela,
bailarina de picaderos y carrouseles que conservan su predicamento,
por contrapeso de rebenque jinetea las ganas tras la banqueta que pierde estribo
gustosa de abrir la mano a tremendo contratiempo y desboque insensible a freno,
espuela o trabajo de brida en cualquiera posición de uñas.

A la mujeriega o atasajada responde, domina, toma y da.
Caballista de todas las sillas se ahorcaja, ofrece ilusión de ancas bien sostenidas
entre movimientos perfectos, caracoles, escarceos, entre cabriolas sexuales.

La mejor écuyère que a pelo monta en esta pista el deporte de los reyes gana las riendas,
desembravece la mirada erecta de una galería que en el trabajo ahora sí enfrena
a tono del pique de martinete, en tierra derecha espumando hasta el último remezón.

GLAMOUR

Dos piernas entrecruzan una cuerda que lleva al cielo, lentejuelas
fundamentadas en un cuerpo perfectamente luminoso de acrobacias nocturnas
llaman a rebato;
tiende la cúpula cabellos desbocados de abrigo al pecho,
las leonas se recogen. Los aposentos recobran un sentido efímero.
Allende la pista es noche repleta para el peso de esta hoja que se resiste al otoño
encumbrada en su medialuna y aros.
Ataviados de relumbrones perecemos tan ciegos
que las mujeres de nuestro circo podrían estar desnudas y no las veríamos.

PERPETUIDAD DE LA ESPECIE

Contigo pan y cebolla,
amor de pobre,
esperanza eterna y tradición familiar.

Contigo en la distancia
hasta la muerte, contra la muerte
alma corazón y vida, pan y cebolla, circo.

NIÑA DORADA DE PEKÍN

Es una almohada esta pelvis imperial que se recoge sobre sí.
Dislocadas las caderas
se pretende a las arrogantes pistas personales en ubicuidad de miembros al acecho.
Más allá del propio metro cúbico la niña roja que tiene loco el cuerpo tiene loco a Escher
que la quisiera chupándose como una servilleta el vino derramado sobre su dibujo,
cogido el entendimiento ante esas manos que por cierto aquí se muerden la cola
y aplican desafío contra natura sobre el grafito de un tapete.
Cómo quisiera Escher estos candelabros en las extremidades de sus castillos de arena en el aire,
cirios festivos en religiosa observación de la gravedad, como senos y una niña
no más de una docena de velas iluminada por cientos de ellas a sus pies, caleidoscopios,
haces humeantes de luz para una mirada que por algo no encuentra frontera.
No hay dibujo que resista ni punto para Escher que no esté en alguna parte de este mundo ni del otro,
ni siquiera en esta niña que demuestra y hace sonreír a tono los antípodas del universo.

HOMBRE PÁJARO

Calentura,
encumbrar el vuelo más alto,
derretir la cera de pluma ícara.

Artista del trapecio,
por querer llegar al sol
conocer el abismo al fondo del mar.

PESO MUERTO

Atlas carga una joroba con vida.
Es tutor del árbol que penetra sus venas. Cuando levanta el peso del mundo,
de sus cabellos oscilan y caen los colosos. Como sumidos en vapores de fuerzas extrañas
se pierden entre juegos con balas de metales prendados.

Un recorte con data de años atrás.
Un corazón que arde como el centro de la tierra, por cada poro el hálito inminente de erupción.

Un segundo en la vida sostenido a fuerza pública
sin obstar que algunos sólo quieran ver al gigante egoísta que se afeita en el reflejo de su pronta musculatura.

FALLA

Los encordados del trapecio dieron reparo al vuelo del águila humana.
Decúbito dorsal un cuerpo yace en cuadrícula exacta tras su paso por la cortante red.

DESERCIÓN

Espejismísimo vuela disparado por el obús. Sábese sin retorno.
Dicen que se portó como hombre. Que el hombre no suplicó,
pero amenazaba con florecer los eriales para nuevas temporadas.
Prometía calles angostas, inhóspitas al convite, deshacer así el conglomerado.
Mala leche para las bestias erguidas a chicote y premio.
Prometía cataclismos de mar y tierra,
volar de las paredes los pocos recuerdos de diario, el álbum familiar.
Tenía sentimientos encontrados.
Recogieron sus restos sin saber muy bien qué hacer con ellos.

CAOS ORGANIZADO

Un augusto va por lana,
dos se duermen trasnochados,
tres arlequines sentados,
¡las cuatro de la mañana!
Cinco tonys como rana,
seis chalecos de franela,
¡siete y el polichinela!
Ocho pantalones de oro,
nueve payasos a coro,
diez disfraces buena tela.

PAN Y CIRCO

Corales vive cada noche al día.
El mayor espectáculo del mundo se interna lejos de la buena risa.
Destrenzadas las maromas cierta violencia cohabita su mente hasta cuando piensa
que en taquilla no todas las cosas están así de mal:
eyacula cuando lo necesita;
fecunda su fiebre aunque cada mañana despierte pateando la perra suerte
por ser de verdad y navegar a Dios,
ambos descubrir América cortando rutas distintas.
A la defensa el público atestigua en favor de hacer polvo la piedad.
Sin respiración que resista por más tiempo
asegura que los pesos se acumulan en gramos desiguales.
Siempre se da el riesgo en estos números descabellados de que el fiel de la balanza
peque por aquello de lo que seríamos capaces ante nuestro propio paredón.

SIAMESAS

Fueron enterrados con sus objetos
fueron restituidos con pesados collares
(“Antiguos príncipes”, Efraín Barquero)

Ahora que estás inanimada, mitad,
que de tu par paso a esbirro en este traje de madera a la medida,
más que nunca viva te miro a los ojos con servilismo egipcio, Lázara,
me voy al viaje en tu barca.
Atada de pies y manos a tu cuerpo te llevo los cacharros:
cada vasija sin trizadura por no abismar el camino
de las semillas prácticamente germinadas para la posteridad.

Hermana, los demás artistas procesionan la despedida,
el colorido mortuorio en los pétalos de las pergoleras
cubre el recorrido desde la carpa.
Entre el barro y el sol, como nosotras,
en perfecta constitución la banda no deja de anunciar la ruta
hasta el mausoleo común donde perpetuaremos casi póstuma nuestra leyenda fenómena.

DES(P)IERTO

Transhumante es la fama.
Como el desierto que germina somos flor de algún día.

ARTISTAS UNIDOS

Los que no vamos a morir por mano propia en primavera,
salvo error u omisión irreconciliable, la saludamos.

Primavera de noche negra, violácea oscuridad resplandeciente, candilejas
tal como de día colores, otra vida.

Tatuados de tinieblas preferimos toda la luz
sobre la humedad de un cuerpo amortajado en humores recónditos:
los que no vamos a morir cerramos los ojos a las flores, no al aroma;
elevamos en tinto nuestros corazones para el día de todos los santos,
hasta dónde se da un paso,
hasta cuándo podremos seguir viviendo tan inocentes.

TRASTIENDA

Todo en este lugar es propia envergadura, peso y equilibrio,
los ecos atrapados entre las lonas se iluminan aquí hasta demoler la carpa.
Luego los pueblos desaparecen con toda su gente.

De un día para otro los mismos circos se pierden.
Los asuntos de vida, muerte u olfato telarañan el silencio:
las luces no apartan el brillo cuando apagan; sí los aplausos.

Aquellos públicos de quienes también fuimos espectadores
como variantes de idénticos números surcan nuevas pistas.
Todavía plenos los escuchamos en el vocerío fantasma.

Carpa cerrada. Tras la tienda un cuerpo equilibrista joven, pelo corto
-vertical- pronostica, yocasto broche, un espíritu, otro,
el estrépito del reflejo que en la pista de hielo quema el círculo del sol.

FIN DE TEMPORADA

Enmarcado en ampolletas que pestañean y rechinan
un espejo refleja el espacio del camerino.
La estrella de la puerta fugaz es un colgajo inútil para estos tiempos, abierta,
el número se ha perdido entre complicados andamiajes,
adónde van.

En el silencio de las marchitas
permanece el bronce de los floreros helados.
Nadie recuerda minutos restantes, nunca un mozo trajo esquelas
y los envoltorios de confiterías exquisitas gastaron su color,
perdieron el aroma, se desintegran faraónicos pasados a siglo.

Nítidos contrastan reflejo y bruma,
a qué conducen,
a qué realidad el vaho del último suspiro sobre vidrio muerto
insiste en derramarse haciendo crónica,
contando los días de una mariposa que por tierra se arrastra sobre arrugas,
de una mejilla que no vuelve a ser la misma,
que fetal en su capullo ausente reina hasta la próxima temporada.

PUBLICADO EN SANTIAGO DE CHILE
AGOSTO DE 2001.


-Nombre: Jaime Bristilo Cañón
-Fecha de Nacimiento: 29.04.69
Nacionalidad: Chilena

PUBLICACIONES

- 2001 Hippodrome Circo. Libro de poesía, Ed. Libros del Coirón.
- 1999 Lustro en Tinto. Libro de poesía, Ed. Libros del Coirón.
- 1997 Ars Amandi. Libro de poesía, Ed. Libros del Coirón.

jbristilocanon@hotmail.com