Un cambio minúsculo en el gesto de la comisura de unos labios puede provocar efectos brutales en quien, de una forma u otra, los recibe.
Estímulos insignificantes -una sonrisa interpretada como agradable y cómplice; unos labios valorados como desasosegados o despreciativos- provocan fuertes reacciones emocionales:
el enamoramiento o el rechazo de la persona que miramos.
Este es un ejemplo más del efecto mariposa llevado al terreno de lo humano.