El plagio es una metáfora de la ucronía. Pero la historia del arte repite anécdotas y sucesos que nunca han sido reales. Si la historia oficial es la interpretación dominante sobre lo acontecido, la del arte es la suposición débil de la historia menos importante, la que colorea con anécdotas los grandes episodios del pasado. Frente a las guerras, los inventos; frente a los asedios, los placeres. Pero lo que comienza como un placer termina perdiendo su sentido si forzamos la experiencia. La ucronía maravillosa del arte que cree sus mentiras como verdades. La falsificación de la historia en sus mínimos detalles. La falsa verdad que termina por embaucar a los lectores durante siglos. ¿Quién empezó con la primera mentira? Quizá la mentira no fuera tal, sino un mero adorno que terminó conquistando los pliegues de la verdad más sentida cuando desear algo nuevo era inútil. Así cuando se recurre a la hagiografía se pierde el sentido objetivo de las cosas, otro tanto sucede con la biografía de los artistas. Hombres públicos que emanan un brillo ante los ojos de los ciudadanos, en sus cuatro paredes se muestran como lo que son, esclavos de sus personajes. Como tantos otros que terminan identificándose con él, el artista crea una máscara alrededor para refugiarse frente a la mirada ajena. Una defensa o un contraataque que al principio tiene su efecto y que luego se convierte en una auténtica pesadilla. Es lo que pasa. Necesitas del aplauso de la gente, pero al final huyes de su sonido para sentirte libre y reconocerte tal como eres. Esa cualidad del arte que sólo es libre en el momento en que sucede. Con las interpretaciones llegan las variaciones sistemáticas, hasta que alguna de ellas queda como única verdad con el paso del tiempo. Una sombra rutilante donde la realidad no coincide con la historia oficial es la biografía prisionera de su propia fama como un reflejo del tiempo que nos toca vivir, aun creyendo que estamos acompañados por la verdad de la historia. Si te dijera que muchos artistas no existieron. Si te dijera que muchos no eran artistas. Si te dijera que la historia del arte tiene más mentiras que verdades y que la vida no se parece nada a lo que nos enseñan los manuales ni las enciclopedias. Si te dijera que el arte es representación de la ucronía, como la literatura parte de la historiografía. Si te dijera que sin que sea del todo verdad, habría podido suceder pese a todo. Desde que el hombre se cree sus propias mentiras, lo que se oculta ante sus ojos nunca la verdad absoluta.