El CENTRO MUSEO VASCO DE ARTE CONTEMPORÁNEO-ARTIUM se inaugura en Vitoria en abril de 2002. El Centro dirigido por Javier González de Durana pertenece a una nueva generación de museos poseedores de un importante fondo artístico y que responden al objetivo de divulgar y hacer accesible para la mayoría el arte contemporáneo. ARTIUM tiene como misión difundir el arte de nuestro tiempo mediante la exhibición de su Colección Permanente, la organización de exposiciones temporales y otras actividades paralelas relacionadas con el pensamiento y la acción creativa. En el aspecto arquitectónico, el espacio se ordena en diferentes niveles alrededor y bajo una plaza central, con una superficie total de 13.000 m2. De ellos, 3.800 m2 están dedicados a exposiciones permanentes y temporales, alrededor de mil a alojar las áreas museísticas y administrativas, incluida la biblioteca, y el resto a infraestructuras y servicios técnicos relacionados con las exposiciones. Dos salas, de 1.358 m2 y de 1.474 m2 respectivamente, ubicadas a ambos lados y bajo el nivel de la plaza interior, acogen la Colección y exposiciones temporales.
La Colección Permanente está compuesta por más de 2000 piezas de pintura, escultura, grabado, dibujos, fotografías e instalaciones. Tanto por la composición como por su calidad, ofrece una selección significativa de lo que ha sido y es el arte vasco y español durante el siglo XX hasta el presente. La selección comienza cronológicamente con obras pertenecientes a las vanguardias de los años 20 y 30, que actúan como necesario y lógico prólogo de un fondo artístico que se nutre también de la creación más actual.
En 1999, Michel Asher decía lo siguiente: «La construcción de las colecciones de los museos sugiere un mínimo de dos historias: una, la que el museo quiere contar al espectador y la otra la historia de la propia selección. Esta segunda historia incluye, además de las nuevas adquisiciones, la remoción de obras para afinar la colección» ¿Qué historia nos cuenta ARTIUM? ¿Cómo se realizó la selección de las obras de la colección permanente?
Hay muchas historias. Primero está la historia de la propia colección, algo apasionante e infrecuente en este mundo: cómo una institución pública como la Diputación Foral de Álava comienza a coleccionar arte contemporáneo en la década de los 70, cuando nadie en este país lo hacía, y cómo después esa determinación se mantiene durante casi 30 años para dar lugar a lo que ahora tenemos. Por si esto fuera poco, ARTIUM procura contar historias diferentes en cada exposición. No sólo en las exposiciones temporales sino también en la propia exhibición de la Colección Permanente. En estos momentos, los fondos propios de ARTIUM superan las dos mil obras de todos los géneros y técnicas posibles. Esto supone, por un lado, un problema, que es la imposibilidad de mostrar toda la colección, pero al mismo tiempo nos da una fantástica oportunidad para modificar periódicamente la exposición de la Colección Permanente y cambiar no sólo de obras, sino también de historias. Cada muestra, modificada aproximadamente cada año, cuenta una historia diferente de la anterior. Ahora vamos por la tercera. La primera, la inaugural, nos ofrecía un recorrido por la historia del arte español del siglo XX; la segunda, la del año 2003, nos explicaba cuáles son las cosas que interesan a los artistas y cómo éstos las plasmaban en sus obras; la tercera, la actual, nos habla de cómo los creadores evolucionan o no- a lo largo de sus respectivas trayectorias, de los cambios operados en sus intereses y sus técnicas, los diferentes caminos seguidos. De hecho, hemos titulado la exposición con el nombre de Rumbos. Y en este caso, hemos aprovechado la amplitud y densidad de la colección para mostrar dos o más obras de un mismo autor, obras alejadas entre sí en el tiempo que permiten visualizar ese rumbo seguido por el artista en esos años de distancia, y, por comparación, la multiplicidad de rumbos que pueden tomarse en el mundo de la creación.
¿Qué objetivos a medio y largo plazo tiene ARTIUM?
Los objetivos generales no son diferentes de los que debe tener cualquier otro museo: conservar, investigar, difundir y acrecentar el patrimonio que nos han confiado y contribuir a mejorar la sociedad en la que nos insertamos con los instrumentos de que disponemos. Lógicamente, existen otras metas, que tienen que ver con atraer la atención hacia el arte contemporáneo de personas que hasta el momento no habían sentido curiosidad. Queremos que el arte de hoy no resulte ajeno a la mayor cantidad de personas posible, que todo el mundo pueda encontrar un punto de identificación, que todos tengan la oportunidad de que alguien les explique, con un lenguaje apropiado para cada caso, de qué va esto del arte más reciente. En definitiva, queremos contribuir a crear una sociedad más culta y, por tanto, mejor.
Nadie discute que los museos, social y culturalmente hablando, son centros dinamizadores. El hecho de estar tan cerca del bilbaíno Guggenheim, ¿Os beneficia, os perjudica, no os afecta?
Casi nadie discute los beneficios- de todo tipo- y la proyección internacional que el proyecto Guggenheim Bilbao ha supuesto, en conjunto, para Euskadi. Por otro lado, como he explicado antes, ARTIUM quiere ser, y de hecho es, un elemento dinámico y dinamizador dentro del espacio cultural vasco. A partir de ahí, no creo que ambos proyectos sufran muchas interferencias; nuestros objetivos y nuestros medios son diferentes, nadie puede compararnos. Existe, eso sí, un perjuicio en el sentido de que determinadas infraestructuras crean un espejo distorsionador sobre las cosas; establecen unos mecanismos de medición que no son aplicables a todo y que si, por desconocimiento o por deseo de simplificar los análisis, se hacen universales, pueden resultar negativos para entidades que persiguen fines diferentes con medios muy distintos y, normalmente, mucho más reducidos. Es algo que deberemos superar para que no se convierta en una amenaza permanente.
¿Qué balance hace de estos dos años de andadura? En alguna ocasión se les ha criticado la ausencia de actos más populares y esto es algo que sí hace el Guggenheim dando entrada a Armani o a una exposición de motos- que sin duda acercarían la figura del museo a la gente. Supongo que tras el boom del primer año, la afluencia de público habrá disminuido bastante. ¿Es este un dato alarmante o entraba dentro de lo previsto?
El balance es muy positivo, en todos los aspectos. Desde el punto de vista expositivo, baste decir que en dos años de vida hemos situado dos exposiciones Melodrama y William Wegman- entre las diez más importantes de las celebradas en España en 2002 y 2003, y ambas han sido producidas, es decir, pensadas y realizadas, por ARTIUM. En cuanto a los visitantes, en dos años hemos alcanzado prácticamente los 200.000 visitantes, que, para una ciudad como Vitoria, con 120.000 habitantes y con un atractivo turístico aún por desarrollar, es una cifra muy importante. Si relacionamos el número de visitantes con datos como población, presupuesto o, quizás menos mensurable, atractivo turístico, nuestra posición es notable dentro del panorama español de los museos de arte contemporáneo.
Los artistas suelen decir que el modelo expositivo está agotado, y exigen propuestas más participativas como el centro Beaubourg o Arteleku. Lógicamente, me objetará que Arteleku es una institución magnífica pero no es un museo, y que por lo tanto no se puede gestionar del mismo modo. ¿Qué puede comentarnos al respecto?
Que, en efecto, no son instituciones comparables, porque aunque el objeto de su atención sea el mismo, no lo es el modo de tratarlo. ARTIUM posee una colección, y una colección muy destacada. El museo investiga, exhibe y difunde sus fondos propios (es una de sus obligaciones) y además dispone de salas para exposiciones temporales. Por otra parte, organizamos un intenso programa de actividades que tiene seguramente más que ver con esos otros modelos que ha citado. El cine, las conversaciones con artistas, las conferencias, las mesas redondas, la colaboración con festivales audiovisuales internacionales, las artes escénicas, los talleres para familias
son cosas que están permanente en nuestros programas de mano y que pretenden atraer a diferentes tipos de público al museo. No nos limitamos a exponer; somos mucho más dinámicos.
Dentro del apartado dedicado al arte vasco, ¿queda algún hueco por cubrir?
En general, la Colección propia de ARTIUM es densa y extensa, en especial en relación con el arte de la segunda mitad del siglo XX. Estamos haciendo esfuerzos por completar nuestra panorámica de las vanguardias de la primera mitad del siglo, también en lo referente a algunos artistas vascos de la época. Y por lo demás seguimos atentos, muy atentos, la evolución de los artistas ya consagrados, los que están en camino de serlo y los que aparecen nuevos en el panorama.
¿Hasta qué punto se han comprometido las instituciones con Artium?
No tenemos ninguna queja, más bien al contrario. Desde la Diputación Foral de Álava, que es el principal soporte y valedor del proyecto, hasta el Gobierno Vasco, cuyo apoyo es también esencial, junto con el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, estamos muy satisfechos. Y no es sólo por las aportaciones económicas, sino también por el compromiso con la línea que estamos siguiendo.
El centro de arte contemporáneo que dentro de poco se inaugurará en S. Sebastián completará un triángulo artístico de oro: el Guggenheim, el Artium y el mencionado espacio expositivo. ¿Nos estamos acercando al nivel de los grandes centros de arte europeos?
Yo tengo la convicción de que lo que está ocurriendo en España en los últimos años es lo que en Europa sucedió a partir mediados del siglo pasado, es decir, estamos recuperando el tiempo perdido por razones obvias. La aparición de nuevos proyectos museísticos, además de deseable es necesaria. En el caso del País Vasco, el que se está desarrollando para San Sebastián vendrá a enriquecer nuestra oferta. Lo importante es tener continuidad y objetivos claros.
Y mientras los museos vascos viven una época de bonanza, instituciones como el British Museum de Londres se tambalean... ¿Por qué?
No conozco con detenimiento la situación del British Museum. Entiendo que todas las instituciones pasan por momentos más o menos complicados. De lo que se trata es de buscar fórmulas que garanticen la pervivencia de los museos. El apoyo institucional es clave, pero es necesario también encontrar otras fórmulas de financiación. Nuestro presupuesto se nutre en este momento en cerca del 20% de recursos propios. Hay que ser también imaginativos a la hora de invertir este dinero. ARTIUM, junto con otros centros, está promoviendo un foro de colaboración a partir del que los museos podamos compartir costes y abordar exposiciones más ambiciosas y de mayor calidad, abandonando primadonismos e innecesarios orgullos. Las dos exposiciones que antes he citado, la que tenemos ahora, Laocoonte devorado. Arte y violencia política, es quizás más ambiciosa aún que las otras, y otras muchas, como Agrupémonos todos o Perejaume. Retrotabula, son producto de la cooperación entre museos. Seguramente no habríamos podido abordar su coste en solitario o el producto no habría tenido la misma alta calidad de haberlo hecho por libre.
En su cargo de director del ARTIUM , ¿cuál ha sido la decisión más difícil de tomar?
¿Quién no tiene que tomar decisiones difíciles en su vida? Quizás las más complicadas sean las que afectan al ámbito de las relaciones personales. Por lo demás, he procurado que las decisiones que hemos tomado hayan estado regidas por criterios profesionales.
A raíz de las últimas polémicas sobre la implantación del ARTIUM en el tejido social y cultural de la ciudad, se han dinamizado las actividades del museo. ¿Podría hablarnos de este espacio donde se intuye una labor callada de cara quizá a un futuro más prometedor donde el arte cobre mayor presencia en la ciudadanía?
La programación de actividades del museo, que antes he calificado como densa, no es consecuencia de ese debate, es anterior; anterior incluso al nacimiento del propio museo. Es algo que hemos tenido muy claro desde el principio: la nuestra es una carrera de fondo y nuestros objetivos no se consiguen de hoy para mañana, sino que el plazo es medio o largo. Es cuestión para una nueva generación de ciudadanos, aquellos en los que nosotros tratamos de inocular el virus de la curiosidad hacia el arte del tiempo que les toca vivir con nuestros programas educativos. Además, intentamos despertar esa curiosidad en otros que hasta la fecha no han querido o podido acercarse con naturalidad a un museo de arte contemporáneo, para quienes tenemos una oferta diversa. Sucede, como es normal por otra parte, que a medida que avanzamos mejoramos e incrementamos nuestra programación. Es efectivamente una labor en muchos casos silenciosa, cuya eficacia se podrá medir en el futuro, pero que, insisto, es incluso anterior a la existencia física del museo.
Vitoria es una ciudad que cuenta con un arte emergente, ¿tienen cabida los autores locales con proyección nacional o internacional en ARTIUM?
Los autores locales tienen cabida en el museo de formas muy diversas. Por un lado, están presentes en la Colección Permanente y por tanto en las exposiciones que hacemos de ella. Están presentes en exposiciones temporales, como la que antes he citado de Laocoonte devorado, con otros artistas internacionales de primera línea. Están presentes a través de actividades como los encuentros que periódicamente celebramos con artistas en el museo. Y van a estar presentes, de una manera más explícita si cabe, en una próxima exposición colectiva que dedicaremos a jóvenes creadores alaveses. Esas son las vías a través de las que un museo como éste puede y debe vincularse con la creación local.
El museo Es Baluard, en Palma de Mallorca, se ha inaugurado recientemente. Dado que yo vivo en Palma, he podido constatar un fenómeno que me ha llamado poderosamente la atención: Los días de acceso libre, las colas de entrada al museo fueron espectaculares, mientras que los días en que se cobraba la entrada, la afluencia era escasa. Por otro lado, la machacona campaña de promoción del mismo ha sensibilizado mucho a la gente, que, en líneas generales, se muestra muy orgullosa del nuevo museo. ¿Cree que la gente no acude a los museos por el elevado precio de las entradas o por falta de promoción? En general, ¿nos falta cultura museística?
Nuestros datos nos indican que no es precisamente el precio lo que retrae a visitantes potenciales de acudir al museo. Es cierto que nosotros tenemos un día con una tarifa muy reducida, pero no es el día de mayor afluencia. Y aunque la promoción es necesaria y muy conveniente, tampoco creo que sea el elemento clave. Antes hemos comentado que en España se estaba produciendo un fenómeno que Europa había conocido 40 o 50 años antes. No se si es falta de cultura museística, posiblemente sea que todos, museos y público, necesitamos una trayectoria un poco más larga.
Pese a su ubicación periférica, Vitoria también destaca por una literatura emergente con escritores de proyección internacional. ¿Cuentan con su colaboración de cara a difundir su labor, o la única ambición del museo es ceñirse a presupuestos artísticos del mundo del arte o del diseño, tal como se ha visto en exposiciones donde se ha hablado de arquitectura de bodegas y etiquetas de botellas de vino, por poner un ejemplo?
Aunque pueda parecer excesivamente ambicioso, ningún ámbito de la creación contemporánea nos resulta ajeno. Naturalmente nos interesa el diseño o la arquitectura, pero también la literatura. La prueba es que, con motivo de una de las exposiciones inaugurales, Gótico
pero exótico, editamos un catálogo que era más un libro de relatos en el que participaron escritores de la talla de Antonio Altarriba, reciente Premio Euskadi de Literatura, Toti Martínez de Lezea, Kirmen Uribe o Paloma Díaz Mas, por citar sólo algunos.
¿Qué cambiaría de ARTIUM?
ARTIUM es un museo muy bien hecho, desde un punto de vista técnico-expositivo. Pero supongo que todo museo tiene la ambición de crecer. Nos gustaría poder contar con un espacio que nos permitiera, a nosotros y a otros, hacer otro tipo de actividades que requieren mayor superficie de la que ahora tenemos para actos protocolarios, por ejemplo. Ya veremos.
¿Cómo se determina el éxito en la gestión de un museo: atendiendo al número de visitas anuales, a la repercusión social de las exposiciones que organiza, a la atención que le dispensan los medios...?
Pues supongo que habrá de ser una mixtura de muchos conceptos. Por ejemplo, es evidente que un elemento clave en la balanza es la valoración que haga de ti el mundo del arte: los colegas, los críticos, los especialistas
El interés de los medios también es importante, por lo que supone sobre todo de difusión, aunque esa atención suele ser un tanto más voluble e influenciable por circunstancias ajenas al arte e incluso a la cultura. También naturalmente está el tema de los visitantes, aunque debo insistir en que no debemos convertirlo en la unidad de medida, porque no será bueno ni para los museos, ni para el arte, ni para la sociedad en general.
¿Caben las revistas y ciber- revistas dedicadas a la promoción del arte y las letras en un lugar como el ARTIUM? En otras palabras, ¿se considera una asignatura pendiente o ni siquiera se ha planteado el promover una actividad de estas características?
Si lo que se plantea es que desde el museo tomemos una iniciativa de esas características, la respuesta es no. Creemos que el mundo de las publicaciones periódicas, ya sea virtuales o físicas, posee sus propios cauces y su propia iniciativa. En el ámbito editorial, nuestra misión se centra en la edición de catálogos y trabajos de investigación y en la información sobre el museo y su actividad vía www.artium.org. Por otro lado, tenemos un programa de actividades que hemos denominado Editarte, un foro de debate con conferencias, mesas redondas, talleres, todo relacionado con este sector de la edición en el mundo del arte.
Permítame ahora una pregunta un poco personal. ¿Cómo te gustaría ser recordado?
No tengo ninguna ambición personal de ese tipo. Me siento muy afortunado con ser el director de ARTIUM, la persona a quien se le confió la responsabilidad de ponerlo en marcha. Estoy muy contento de cómo este proceso ha sido valorado por todos en general, pero especialmente por quienes fueron responsables de mi nombramiento y por aquellos que antes he denominado colegas.