Aunque es todavÍa verdad que la República Argentina transmite en su nombre la preocupación de los españoles descubridores del pasado con valores económicos, y aunque no sea el papel del crítico literario construir teorías filosófico-económicas, es una tentación bosquejar la tesis que la extracción de la plata se refleje más tarde en la extracción criminal del dinero de la economÌa argentina del siglo veinte.
¿Y por qué esas reflexiones raras? Porque en el Reino Unido ahora se edita la novela "Plata quemada" (Buenos Aires, Planeta, 1997) de Ricardo Piglia, en la traducción de Amanda Hopkinson, con el título de "Money to Burn" (Londres, Granta Books, 2003). Para el público hispanohablante la novela es conocida gracias a la adaptación cinematográfica bajo la dirección de Marcelo Piñeyro. La novela trata del robo de dinero de una sucursal del Banco de la Provincia de Buenos Aires que lleva a los atracadores principales a un sitio sangriento y trágico en Montevideo, la capital de Uruguay.
En la publicación de un libro, desde el idioma de origen hasta el de la traducción hay siempre cambios discretos del lenguaje, y la presentación de la traducción en el Instituto Cervantes de Londres el 11 de diciembre 2003 fue a confirmar este principio. La traductora comentó que quedándose en el idioma del Río de la Plata, el libro ofrece un enlace entre los sustantivos "plata", "dinero" y "valor" que tiene una reverberación en el mismo Río de la Plata como símbolo del país, mientras en inglés esta interpenetración no es válida, por lo que la jerga de los bandidos se recrea con frases de los años sesenta de Inglaterra.
El tÌtulo del libro "Plata quemada" tiene varios significados: dinero en llamas, desgastado o desprestigiado, significados tampoco disponibles en inglés. Pero aunque los límites de un idioma no se pueden vencer, el título inglés "Money to Burn" transmite la indiferencia de los caracteres a los valores de la sociedad que prevé la destrucción del dinero por parte de los personajes de la banda.
El futuro de esta novela sobresaliente me parece asegurado entre los lectores ingleses por la traducción espléndida de Amanda Hopkinson. El libro se lee como una novela policial en la tradición de Dashiel Hammett y Raymond Chandler, cuyos protagonistas parecen salir de las páginas del "Hombre rebelde" de Albert Camus, con manos ensangrentadas y pupilas dilatadas por el consumo de drogas. La traducción es fiel al original, creando su propio ritmo con equivalentes ingeniosos de los términos problemáticos y ofreciendo el tono de la mejor literatura de tradición policial que se descubre en las implicaciones morales del propio libro.
The Happy Migration of an Outstanding Novel
Although calling the confluence of the Paran· and Uruguay rivers the RÌo de la Plata (the River of Silver, or more normally the River Plate in English) subsequently proved mistaken, it is still true that Argentina's name reflects the preoccupation with economic values on the part of the Spanish who discovered it, deriving as it does from argentum, the Latin for silver. And although it is not the role of the literary critic to construct theories of a philosophical and economic nature, it is tempting to sketch the thesis that the extraction of silver would subsequently be reflected in the criminal extraction of money from the Argentine economy in the 20th century.
What is the reason for these strange reflections? It is the publication in the the United Kingdom of Amanda Hopkinson's English translation of Ricardo Piglia's novel Plata quemada (Buenos Aires: Planeta, 1997). The title in English is Money to Burn (London: Granta Books, 2003, £12). The novel is well-known to the Spanish-speaking public as the winner of the Planeta Prize for the Novel in 1997 and as the source for the film adaptation of the same name directed by Marcelo PiÒeyro. For those who are not familiar with the plot, it concerns the theft of large amounts of money from a branch of the Bank of the Province of Buenos Aires, and the action of the book leads the principal bank robbers to a bloody and tragic siege in Montevideo, the capital of Uruguay.
When a book migrates from its language of origin to the language of a translation there are always discreet changes in its plumage, and the presentation of the translation at the Instituto Cervantes in London on 11 December 2003 confirmed this principle. The translator commented that in the original language the book offers a link between the nouns "plata", "dinero" and "valor" -- "money" and "silver", "money" and "value" in English -- that finds an echo in the RÌo de la Plata as a symbol of the country, while in English it is not possible to recreate this interpenetration of meaning. And the slang of the bandits is recreated by using phrases which were current in England in the 1960s.
The title of the book gives pause for thought. In Spanish the phrase "plata quemada" has various meanings: money that has been burnt, money which is worn out or is discredited, another web of association which is not available in English. But it is not possible to overcome the limits of a language and the English title Money to Burn conveys the characters' indifference to society's values and also anticipates the destruction of the money by the last members of the gang.
The future of this outstanding novel seems to me to be assured among English readers thanks to Amanda Hopkinson's fine translation. The book is in the tradition of the crime novels of Dashiel Hammett and Raymond Chandler and its protagonists appear to come from the pages of Albert Camus's The Rebel, their hands bloody and their pupils dilated from the consumption of drugs. The translation is faithful to the original, creating its own rhythm and providing resourceful equivalents for problematic phrases, while offering the same tone of the crime fiction tradition as the context for the moral implications of the book.