Amor, amor, amor¡¡ Ya nadie se atreve a pronunciar esta palabra. Gritar por la calle que lo único que mueve nuestra existencia es el amor. Ni más menos. Nos han dicho que el amor es de cursis, de débiles que expresan sus sentimientos, de poetas hambrientos que no se les ocurre nada mejor que hablar de lo que perdieron y de cómo lo perdieron. Hoy en día domina el pensamiento de ya habrá tiempo para el amor. ¿Cuándo llegará ese tiempo?. Cuando no quede nadie a quien amar, cuando hayamos arrasado al vecino, cuando les hayamos mentido engañado y humillado, cuando nos digan que ya podemos hacerlo, cuando convenga, cuando no suponga un peligro para la guerra.
El amor es difícil pero ni siquiera se intenta. El amor no está de moda. Lo estuvo y ahora ha dejado de estarlo. Se ha convertido en una marca registrada, en un copyright sin sentido, en algo con que ilustrar las camisetas ceñidas de las adolescentes. Y todo porque en el amor se puede perder estrepitosamente y no merece la pena el sufrimiento. Porque el amor es arriesgar, saltar, palpitar, sufrir, sangrar y llorar. Amor es desnudarse, es dejar la puerta abierta a alguien que quizás no entre jamás, es quedarte sin coartada. Es el vacío.
Amor es la mirada que se escurre entre tanta gente, es el olor de tu piel en la mía cuando te vas, es que no me dejes besar tu cuello, es llorar por ti delante de ti. Amor es dormir abrazados y jadeantes después de amarnos, es la bronca de cada día antes de besarnos, es el sexo sudado en una cama que no es la nuestra, es tu saliva recorriendo mis labios. Amor son las manos cogidas durante todo el camino, son tus dedos finos jugando con mi pelo, son esos ojos llorosos mirándote fijamente, somos nosotros. Amor es sentir una sacudida cuando te abrazo, es la ansiedad de poder perderte, es hacerte reír al menos una vez al día, es bailar a Sinatra entre la gente. Amor es encontrar la última pieza del puzzle escondida bajo la alfombra.
Y todo encaja con el amor por bandera. Desde el amor como condensación de sentimientos saturados con cierto olor a naftalina, como recuperación esencial de ideas excesivas llenas de imposibles, y sentimientos desmedidos escondidos bajo los adoquines. Caminos en desuso que van desde lo más general hasta lo más concreto del ser humano, sin poder coger autopista alguna.
* Simplemente quiero sentir amor verdadero,/ sentir el hogar donde vivo/ porque tengo mucha vida/ corriendo por mis venas/ echándose a perder. Extraído de la canción Feel de su último disco titulado Escapology.