José Marzo (Madrid, 1967). En formatos artesanales editó dos novelas, Café con hielo en 1992 y Una maleta vacíaen 1996, antes de la publicación por Bassarai Ediciones de sus obras más conocidas, que son Un rincón para César (1.999) y La alambrada (2002). Autor de numerosos relatos, aforismos y artículos publicados en medios alternativos, fundó la revista La vieja Factoría e impulsó la LEI - Liga de Escritores Independientes- junto a otros jóvenes escritores. Actualmente es director de la publicación independiente La fábula ciencia. Su literatura, especialmente la narrativa, muestra como principales constantes la vocación realista y la reflexión sobre la condición humana.
Antes que dirigirme a ti como escritor, voy a hacerlo como director de la La Guía del Libro de la Fábula Ciencia. ¿Podrías explicar a nuestros lectores qué es dicha guía?
La guía del libro de La Fábula Ciencia es una publicación impresa, de periodicidad mensual y profesional. Cada mes se hace una selección de los mejores libros publicados, desde narrativa hasta infantil y juvenil, pasando por el ensayo. También publicamos artículos de calidad. En el número 2, por ejemplo, ha colaborado el escritor uruguayo Eduardo Galeano.
Reseñamos libros de editoriales grandes y de editoriales pequeñas, conocidas o menos conocidas. Nuestro criterio de selección es riguroso e independiente. No es una etiqueta, sino una realidad. No estamos vinculados a ninguna editorial ni aceptamos publicidad de editoriales. El lector tiene todas las garantías de acceder a una información de calidad. Los lectores han sabido verlo y nos han dado su confianza; por eso, con el primer número ya alcanzamos los cien suscriptores.
Las dificultades con que topan las editoriales independientes en un mercado dominado por cuatro o cinco nombres ya han sido suficientemente debatidas en este espacio. Como escritor, ¿qué puedes decirnos de esos autores que, escribiendo obras de calidad, no siempre encuentran hueco en un mundo dominado por el marketing, los dictados de una crítica raramente imparcial y los intereses meramente comerciales de muchos de los grandes editores? ¿Qué puede hacer, frente a esto, el autor novel?
Tu pregunta incluye un diagnóstico con el que no estoy de acuerdo al cien por cien. Todo eso que dices, existe, pero también hay buenos escritores, buenos editores, buenos críticos y buenos libros, aunque como en cualquier otra época es más frecuente lo malo que lo bueno. El problema no es tanto de dominio como de hegemonía. En este sentido, el mundo editorial y cultural refleja la situación del resto de nuestra sociedad, embarrancada en el individualismo entendido como egoísmo, la falta de civismo y la falta de referencias, de modelos.
Más que el autor me preocupa el lector, que se halla muy desorientado, y que ha perdido la confianza en la crítica y en los medios de comunicación convencionales. Los libros sobrevalorados han hecho mucho daño al libro. A veces, el lector busca el libro que le ha recomendado un amigo y no lo encuentra. Esto impide que se formen comunidades de lectores. Se publican buenos libros y no tan buenos, y no todo autor marginal es un autor excluido. Lo que se le pide a un autor novel es que escriba un buen libro. En el número 2 de La Fábula Ciencia hemos dedicado cinco páginas a Nanga Parbat, primera obra del autor madrileño David Torres, que se publicó en 1999. El lector que se anime con este libro sabrá por qué hemos apostado por él. Es una de las más brillantes narraciones escritas en español en los últimos años.
¿Qué te ha aportado, a nivel personal y profesional, tu pertenencia a LEI Liga de escritores independientes-?
LEI se encuentra todavía en fase de consolidación y no es posible decir qué pueda aportarnos en el futuro a los que ya estamos en ella o a los que vengan. Es un punto de encuentro que aún debe concretar sus objetivos. Yo participé en la creación de LEI porque consideré que una de mis obligaciones intelectuales era propiciar un espacio que contribuyera a romper el aislamiento de los autores, aunque para ello fuera necesario borrar el espejismo de que todo funciona bien en la edición, por ejemplo el sistema de premios previos, que no existe en los países de nuestro entorno. Ahora LEI está dirigida por otros y ellos tendrán que decidir el rumbo.
Hace no mucho te veíamos en la portada de El cultural bajo un cartel que decía Se compran libros. ¿Qué reivindicabais en aquella ocasión?
El cartel "Se compran libros" se halla en todas las casetas de la cuesta Moyano de Madrid, que son librerías de viejo. Posamos en grupo para la fotógrafa y el cartel estaba sobre nuestras cabezas. Yo ni siquiera me acordé de él hasta que la fotografía se publicó en prensa.
Muchos de nuestros lectores escriben de manera habitual. Tengo entendido que La Vieja Factoría realiza informes de lectura de originales. Exactamente, ¿Qué es lo que valoráis? ¿Cuáles son los errores más frecuentes, qué tics conviene erradicar?
El primer error es tener mala sintaxis y no conocer el significado de las palabras. A partir de ahí, podemos empezar a analizar la estructura narrativa, los diálogos y el desarrollo de los personajes. Hay muchas personas que se han atrevido a escribir sin poseer la más elemental técnica. Hemos llegado a la conclusión de que muchas personas piensan que cualquiera puede ser un escritor de éxito.
Como escritor, ¿qué tienes entre manos en este momento?
Me documento para una novela, que tardaré años en escribir, y sigo con mis relatos hiperbreves, aunque yo prefiero llamarlos mini-relatos. Hace un año concluí los tres volúmenes de Aurora, que comencé a escribir en 1992. No la he publicado y es posible que no lo haga en España. Acabo de comenzar la siguiente trilogía.
¿Qué valoración haces de tu trayectoria en los últimos 5 años?
Hace cinco años publiqué mi tercera novela, Un rincón para César, luego escribí y publiqué La alambrada, ambas en Bassarai. Estoy orgulloso de estas dos obras y de haber dialogado con un puñado de buenos lectores. También de mis artículos sobre política, cuando muy pocos escritores jóvenes lo hacían, y de la serie de aforismos El Paso, que durante cuatro años se publicaron en Luke y con los que he divulgado ideas de vanguardia.
Como hombre joven pero maduro que eres, ¿cuáles son los temas que te preocupan? Tus escritos, ¿se hacen eco de estas inquietudes?
Me preocupan las desigualdades y la pérdida efectiva de libertades, que la democracia se pueda convertir en una simple representación escénica. Me preocupa la deslealtad, que parece haberse adueñado de todo. Pienso, con Richard Sennett, que una sociedad sin sociabilidad no puede preservar su legitimidad. Me preocupa especialmente la pérdida del derecho laboral. Cada vez trabajamos más y en peores condiciones, al ciudadano se le está robando el tiempo libre. No nos creamos el discurso neoliberal: los economistas demuestran que la productividad no ha aumentado pese al aumento de las horas de trabajo. Las privatizaciones no han aumentado la competitividad, en algunos casos han creado oligopolios.
Cuando uno sigue de cerca las tendencias, parece ser que lo efímero está de moda: fama efímera, modas pasajeras, arte inconsistente. La alambrada, publicado por Bassarai, trata de cerca el tema de la muerte. ¿Buscas, como muchos otros escritores, tu porción de inmortalidad o te conformarías con quince minutos de gloria? ¿Qué es la muerte para ti?
Siempre he querido contar historias con un estilo sencillo y ahondar en ellas. Soy ateo, no creo en la inmortalidad de ningún tipo, aunque respeto la libertad religiosa. Me gusta la buena vida, y para gozarla es necesario ser consciente de la muerte. Todas las culturas vitalistas, por ejemplo la griega, tenían muy presente la muerte. La cultura actual la esconde en los hospitales, ha llevado los cementerios a las periferias, no existen ritos de despedida para nuestros muertos, celebraciones laicas que sustituyan a las tradicionales, que se mantienen por inercia. Dicho esto, aunque en La alambrada la muerte está presente, en el diálogo que sostienen Ángel y su tío no se habla mucho de ello, sino de la vida. El tema de La alambrada es el fracaso de una vida volcada en la autosuficiencia del individuo.
(La sabiduría constructiva, la acertada dispositio de los elementos, requiere mucho oficio. Natural o artificiosa, la disposición busca mayor fuerza expresiva, pues en la redacción final no basta -aunque se necesite- una metódica inventio de aquello que se piensa transmitir, ni tampoco una cuidada elocutio, adecuada al momento, personajes y asuntos. Acorde con ello, Marzo, escritor experto, halla bien, como se verá, ideas y sentimientos, personajes -ubicados en su espacio y su tiempo- y persona narrativa, y mima la ordenación de los elementos, su trabazón, su dosificación Isidro Cabello Hernandorena, revista Quimera año 2002)
Alguna vez has manifestado que los diez libros que te cambiaron son:
La forja de un rebelde, de Arturo Barea, El árbol de la ciencia, de Pío Baroja, El pabellón número 6, de Chejov, Opiniones de un payaso, de Heinrich Böll, Sinuhé el egipcio, de Mika Waltari, Hegemonía y estrategia socialista, de Chantal Mouffe y Ernesto Laclau, Humano, demasiado humano, de Nietzsche, El licenciado vidriera, de Cervantes, El lazarillo de Tormes, Anónimo, El niño, El bachiller, El insurrecto (trilogía de Jacques Vingtras), de Jules Vallès. ¿Qué libro estás leyendo en este momento? ¿A qué escritores admiras?
No puedo avanzar qué libro acabo de leer porque lo reseñaremos en el próximo número de La Fábula Ciencia. Leo literatura de ficción, pero aún leo más ensayo. Te recomiendo la colección de artículos Cápsulas, de Mario Bunge (Gedisa, 2003), que a sus ochenta y tantos años exhibe una lucidez enorme. Entre los escritores cuya obra admiro, los primeros que me han venido a la mente son Stefan Zweig, Pío Baroja, Tolstói y Stevenson.
Curiosamente, ni una sola mujer... (pese a todo, no pienso enfadarme con él) ¿Podrías mencionar alguna escritora con la que te identifiques o que sea digna de tu admiración?
Como lector, no necesito identificarme con el autor o autora. Entiendo que la lectura, más que un juego de identificación, es un diálogo. Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, es una estupenda novela. Y, por supuesto, no puedo dejar de mencionar a Chantal Mouffe; no es una autora de ficción, sino una ensayista. Esta belga es una de las más importantes pensadoras de la actualidad, y un referente en la filosofía política.
Permíteme una pregunta un poco gamberra, espero que no te la tomes a mal: ¿Qué quieres ser de mayor? (Filósofo, rico, director de servicios informativos, editor, escritor superventas...)
Filósofo ya lo soy porque soy amigo del conocimiento. Dinero, el necesario para no tener que pensar en él. Editor también lo soy porque edito una publicación periódica. Lo de director de informativos se lo dejo a los periodistas. Lo de superventas no me molestaría si fuera con buenos libros, aunque ya sabemos que entre calidad y ventas no hay una relación de necesidad. Pero de mayor lo que realmente me gustaría es seguir sano para poder decir "sí" a las cosas buenas de la vida y fuerte para poder decir "no" a las que no son tan buenas. En otras palabras, poder mirarme al espejo y seguir sonriendo.