En un viejo artículo de la revista Integral, Mario Satz afirmaba que mientras en Occidente la liberación se ha concebido en el tiempo, en Oriente se ha comprendido en el espacio. Así, el occidental se liberaría- libraría de todos su males en la perspectiva de una deriva hacia un futuro mejor, y el oriental, por el contrario, lo haría justamente intentado detener el tiempo, acendrándose en el presente puntual y en lo que el espacio circundante le devengara.
Más allá de esquematismos escolares que no siempre rinden buenas cuentas ahí está el mito mixto del paraíso en otro espacio que se esconde en la figura de la Tierra Prometida y de sus derivados ( como, por ejemplo, el west americano, ) - se supone que Satz hablaba del Occidente judeo-cristiano, ya que el de Pitágoras, Platón o, incluso, Aristóteles , es, desde este punto de vista, más bien oriental.
Liberarse o alcanzar la sabiduría, o llegar a la serenidad, que de todas estas maneras se denomina lo que aquí se intenta apuntar en el espacio, no en otro espacio, a la maniera oriental, supone que el viejo hic et nunc horaciano se actualiza, aboliendo precisamente el tiempo. Lo que entonces en un entonces-ya se despliega/repliega es un no-tiempo, imposible de ser dotado de sentido, porque el sentido es necesariamente temporal. Y lo que emerge de inmediato, en brutal manifestación que para sí quisiera un partidario radical de la fenomenología o del budismo-zen -, es la conciencia plana de lo real, sin intervención alguna de la memoria ni de la voluntad. En este punto el paraíso no existe como reclamo desde el futuro ni como tierra prometida que conquistar, porque ya se está, de hecho, en el paraíso, y la prueba de ello es la total ausencia de ideación sobre el mismo: paradise now!
En cualquier caso, lo que puede resultar motivo de reflexión no es tanto si lo anterior es más o menos deseable, como parecía sugerir Satz, frente al exceso de sentido judeo-cristiano (e islámico) que se zampa la vida hasta sacralizar la muerte, sino intentar comprender por qué las gentes de unas civilizaciones optaron por liberarse en el tiempo y otras en el espacio.
Quizás en esta reflexión radique una de las matrices articuladoras que permitan acceder a uno de los secretos más profundos de la condición de este primate desnudo que hemos venido llamando ser humano.