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La poesía no es pretenciosa ni las palabras oráculos que se hunden en experiencias acumuladas por el hombre como frases que justifiquen la existencia, sino todo lo contrario. La poesía acompaña al hombre, aun sin saberlo. La poesía vive junto a él aunque no la quiera compartir con su memoria. La poesía huye de la escritura como no se escribe en un par de días toda una vida. Los libros tiene contenidos que se escapan de las manos. ¿Cómo un poeta no quiere ser hombre las veinticuatro horas del día? La vida que subyace en sus palabras como una constante que marca la escritura y su contenido literario no se debería cambiar por nada. Si la libertad te toca, te pierde la cordura como se ama con el corazón sin saberlo. Con la poesía puedes escuchar su música interna con el fin de que huyas de tu sordera y veas lo que un hombre puede perder por el camino de la existencia. ¡Qué se le va a hacer! ¿Cómo un hombre no quiere ser poeta las veinticuatro horas del día? ¿Cómo no ve lo que sucede cuando abre la boca? Las palabras tienen un sentido en los oídos de las personas desde que se pronuncian hasta que se escuchan. A veces no decimos lo que queremos y otras no podemos con lo que quisimos. Aun sin saberlo, la poesía tiene cosas que se nos escapan de las manos cuando nos atrevemos a escribirlas.
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