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¿Y si el idioma perdiese de pronto su misterio,
fuese de borde a borde conocido?
Entonces, ¿qué uniría, derecho e invisible,
al fuego con la chispa, qué
agua acogería, en la superficie,
los sucesivos reflejos de la mañana?
¿Habría chispa, fuego, agua,
un remo, apenas, rozando el fondo,
apenas una humedad en los muros más viejos?
¿Quedarían siquiera un pie en mar oscuro sumergido,
un edredón, una máscara?
¿Es una falla en la trama, en el diseño?
Es no y nunca, espera detrás de un vidrio espeso,
un se debe estar muerto para eso,
lento desollarse en tierra para ningún cielo;
tal vez el agua se junte con el sueño,
lejos, en alguna parte.
No.
Un vientre liso. Un seno reseco.
Un filo que pulsa un olor sin gracia.
Un naufragio de pez. El bosque pintado.
La ciudad bajo la arena.
En soledad, arde. Arden cosas
como llaves rotas.
Yo la amé en su cama dice -,
entre flores sobre piedras,
entre bocas, en el fondo números, dientes.
Pero de todo sobrevive
el tiempo, un rasgón en el fieltro de la noche,
la lámpara vacía.
Inscrito,
grabado a fuego en muslo, duradero,
venido por un largo hueco
entre hueco y hueco,
adelante,
informe, tal vez ciego,
donde siempre me sitúan.
(Setiembre, 2)
Como nosotros, hay que ser como nosotros
-voces-
los brazos a lo largo del cuerpo
y el cuerpo en un mueble estrecho;
no hay fuego en el cielo, sólo en la tierra
- la mujer, si rescatada del naufragio,
blanca, los ojos abiertos, la frente helada,
la raíz, si errónea, superflua,
la luz, si interna, secreta, de lámpara casi vacía -.
Saquean el mar, lo despojan de sus olas.
El relámpago, en un pozo.
¿Cuál es el cordero? ¿Dónde está el cuchillo?
Cerca de un poste de teléfono,
en el barro que dejó la lluvia,
el cadáver de un gato.
Lo veo y pienso en el tiempo,
en el deseo que el amor no consume,
en eso seco que se aferra a una idea
de fertilidad, de descendencia.
Me alejo. Detrás los insectos avanzan,
van a limpiar otra vez el mundo
de lo innecesario y superfluo.
No concuerda con género alguno,
ni gustable, ni odorable.
Trasparente, atravesado de luz,
sin adherencia posible,
a nadie semejante.
¿Cómo colorearlo,
expresarlo en sílabas,
mensurarlo en caloría y calidad?
Alto, despegado, solo.
Yo mismo, donde no me alcanzo.
De otra ciencia, apenas en los bordes
conocida, de un hervor
en aguas de malaria. Llega,
¿o siempre estuvo aquí,
antiguo, acaso ínsito, en cada cosa?
El temor arde, entre escombros,
cerca de la orilla. Del choque
de la sombra y la luz
queda apenas una superficie sucia
en la que cosa alguna se refleja.
En conjuro, cavan pozos,
hacen gestos en la oscuridad,
lamen la herrumbre.
Pero, todos, vistos desde lejos,
desde arriba, exiguas figuras
a las que ninguna sanidad acude
y en ningún fruto, finalmente, se transfiguran.
Desde alguna parte, el sonido
de un martillo contra el yunque.
Lo oigo aunque cierre las ventanas,
intente pensar en otra cosa.
Un sonido distante,
producido por un anónimo, oscuro herrero,
echa abajo mi casa,
me arroja desnudo y solo al mundo.
Ahora todo es flujo
y reflujo de aguas, sismo
en lo más profundo, árboles
inclinados por el ciclón
o quemados por arriba por el rayo.
¿Y ahora, desnudo y solo,
caído en medio de la tierra,
entre lo que cae, se rompe,
estalla, se dispersa y extravía,
deberé esperar la improbable piedad
de alguien a quien no me conoce
e ignora el efecto de su martillar?
Detrás del vidrio da inicio el día,
durará un instante, fugaces el eje, el punto
de apoyo, la piedra blanca, o negra,
del silencioso, puro sacrificio.
Baja con lámpara vacía a lo profundo,
allí hay plantas sin flores,
tan grandes que cabe alguien sobre cada una,
anónimo, desnudo.
Detrás, en fila, ansia detrás de ansia:
besos bajo borrascas, cópulas
contra altas verticales,
olas que sepultan bosques y hoteles.
No lo olvido, allí también está la muerte.
Por ahora, sólo por ahora,
fuera de escena, indiferente.
Finge, desde aparente altura,
ser la precisión, la exactitud. Pero
está desnuda, como todos,
bajo lo que la cubre. Pero
siente frío cuando oscurece,
necesita una mentira
cuando descubre, en la pared más blanca,
una mancha.
Desde todas partes, preguntas,
filosas, perentorias. Desde
una esquina vacía, un aceite denso,
fluye, pretende ser analogía de lo vivo,
se seca y se detiene,
devenido en estrecho ojal, en reseca teología.
Cabeza de animal, medio enterrada,
bajo la noche del mediodía:
qué es, a esta hora, de la muerte,
qué del amor, bajo el vestido, el deseo.
Hueco donde hubo ojos, nada de dolor,
un dolor enorme, estaca.
Y hueco donde hubo casa, abrigo,
risa detrás del número, hierba, amarga, dulce.
Veré qué hay detrás
- dijo;
detrás de la carne, del género,
de la posibilidad, del sueño.
Me vertiré entero, en partes,
gota a gota sobre cascotes, cenizas;
caerá aguacero, sin medida,
seré el ahogado, allí, desnudo, pobrecito.
Ecos, perfiles, sombras,
joyas falsas, silbidos de ratas, linternas
en lo oscuro, lo oscuro en papel teologal
u obsceno, hueco, tal vez, quizás, jamás, nunca.
Cabeza de mujer, de hombre:
el animal se retira, a lo lejos se hunde.
(24 de mayo, 2003, noche)
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CARLOS BARBARITO nació en Pergamino, Argentina, el 6 de febrero de 1955. Su obra comprende libros de poesía y de crítica de artes plásticas. En el primero de los géneros citados, publicó: Poesía quebrada; Teatro de lirios; Éxodos y trenes; Páginas del poeta flaco; Caballos y otros poemas; Parte de entrañas; Bestiario de amor; Viga bajo el agua; Meninas/Desnudo y la máscara; El peso de los días; La luz y alguna cosa; Desnuda materia, La orilla desierta. En crítica de artes plásticas editó: Acerca de las vanguardias, en Arte argentino siglo XX, y Roberto Aizenberg. Diálogos con Carlos Barbarito. Son varias las antologías que recogen su obra poética: Nacer en los 50; Four argentine Poets; Breve muestra de la poesía contemporánea del Río de la Plata; 70 poetas argentinos 1970-1994; Cinco poemas en homenaje, en: Cecilia Pozzi, La otra primavera; Poesía argentina año 2000. Entre las distinciones obtenidas por el autor figuran: Premio Fundación Alejandro González Gattone, Premio Fondo Nacional de las Artes, Premio Dodero de la Fundación Argentina para la Poesía, Premio Bienal de Crítica de Arte Jorge Feinsilber, Premio César Tiempo, Premio Raúl Gustavo Aguirre de SADE, Menciones de Honor Leopoldo Marechal y Carlos Alberto Débole, Gran Premio Libertad y Mención Plural de México. Figura en el Diccionario de autores argentinos; y en el Inventario Relacional de la Poesía en Lengua Española, editado en CD ROM Gran parte de su obra fue traducida al inglés por Brian Cole. Sus artículos, ensayos y demás textos fueron publicados en diarios, revistas y páginas web del país y de Chile, Uruguay, Brasil, Colombia, Venezuela, Costa Rica, Cuba, Puerto Rico, México, Nicaragua, Estados Unidos, España, Portugal, Alemania, Reino Unido, Suecia, Rumania, Alemania e Italia (Casa de las Américas, Aérea, Creación, ZonAlta, Plural, Espéculo, Letralia, Verbigracia, Cajón de letras, Off Course, Cyberhumanitatis, Crítica, México Volitivo, Textosentido, Respiro, Hiperfeira, Etcetera, Arte da palabra, Nave de palavra, Triplov, Il Bolero de Ravel, El viejo faro, Enfocarte, Argos, Margencero, Arteuna, A garganta da serpente, Poetry Superhighway, Corner, El hilo de Ariadna, entre otras). Su obra poética está traducida, en parte, al inglés y al portugués.
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