nº 46 - Enero 2004 • ISSN: 1578-8644
Cruce de caminos
"Escribir"
maría luisa balda
Descubrir el gajo de fruta naranja y madura de la luna en una cálida noche de septiembre y saber que sobre eso hay que escribir.
Escribir sobre los montes y las sandalias que lo recorren.Y sobre los pies desnudos rodeando el mar de una playa solitaria.
Relatar sobre el amor sin condiciones, y sobre el amor condicionado
Narrar sobre ancianos y niños,
y sobre las personas adultas que tan mal sabemos componer este mundo que enloquece día a día.
Y poder poner palabras a los desvaríos que nos produce vivir, para denunciar el maltrato que unos a otros nos causamos
Y pintar ramas de árboles chocando contra ladridos de perros asustados por la tormenta.

Hablar sobre nuestro existir...
volcado hacia fuera - o hacia adentro - como un calcetín mal doblado y a menudo maloliente

Estas son las obsesiones de quien pretende escribir.

Y el dolor del escritor nace de su obstinación por seguir nombrando aunque conozca la oportunidad del silencio
y su pena se multiplica con el esfuerzo por colocar en letras pensamientos y emociones sabiendo que todo es en vano...

Y su sinrazón es alimentar la fe en que las palabras están ahí, esperando a quien se arriesgue a encontrarlas
Y el escritor sufre al comprobar que las palabras no desprenden ese jugo gozoso de la fruta madura que pretende, porque unos días enmudecen y, otros, son frutos vanos aunque aparenten carnosidad y peso.
Y el intelecto le dice que todo intento de comunicación es estéril, pero su empeño en lograrla le mantiene vivo.

Porque las palabras, sin el anhelo profundo de comunicación, no nombrarían deseos, ni se desnudarían: quedarían reducidas a simples affiches colocados sobre los objetos.

Escribir, al fin, es enhebrar palabras
con la esperanza de tejer un abrigo que acoja a quien escribe y que dé calor a otros.