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Me he levantado con todo el peso de enero a cuestas. Me pesan esos propósitos más gravosos que la ceniza y de su mismo gris. Este día tiene el color de una bufanda sucia. Y me lo he colgado al cuello para preguntarme hasta dónde seré capaz de llevar mi determinación.
Este año dejaré de fumar, dejaré de inventarme excusas que enmascaren el verdadero rostro de tantos fracasos, estudiaré inglés, soñaré menos, viajaré más, dejaré de plegar las esquinas de las páginas de los libros, dejaré de pensar que es más fácil permitir que un viento de rutina me desordene los días que marcarle directrices al mañana
Este año... Dos palabras para llamar a la esperanza.
Pero mi nombre es Legión, y por cada decisión sabia me puebla un hastío ceñudo que le intercepta el camino. Sólo dispongo de 365 días para aprender a negarme a mí misma. Nada más. Hasta que el próximo enero vuelva a levantarme con un sabor de ceniza en la boca y una bufanda sucia colgada en la ventana.
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