El tiempo en silencio descubre las luces y las sombras del arte. El azar compulsivo, la libertad extraña, preludios que el artista escucha a través de su intuición y experiencia. Quise pintar un cuadro y tengo una mancha. Pensé en una escultura y tengo un hierro en una esquina. Hice un plano que no recuerdo para qué servía. Esos pensamientos que nos hablan de un gesto que tuvo valor en el momento. Quiso ser algo y no es nada. No lo logré porque quise hacer nuevas cosas. El arte que lo abandona todo, incluso al mismo artista. Quizá el arte tenga su reflejo en el momento creador cuando la idea se acerca al reflejo de una sombra en torno a un objeto. Quizá el arte no tenga más sentido que el del intento. ¿Cuántos artistas dejaron de serlo porque supieron de este dilema? ¿Cuántos se ofuscaron con la incomprensión del momento? ¿Cuántos fueron lúcidos hasta conocer la derrota? El hombre no puede emular al artista a todas horas. El artista no puede con el arte más que en algún momento. Ahora no es gran cosa. Fue algo cuando no se sabía. Pero tengo miedo que todo se termine como cuando el hombre mira al artista sin reconocer el valor del arte.
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