En los noventa fuiste una artista muy mediática, muy presente. ¿Te dejaste alcanzar por el vértigo?
Me di a conocer a principios de los 90, concretamente en el Espai 13 de la Fundación Miró. Mi trabajo fue acogido tanto por la crítica como por el público con un entusiasmo fuera de lo usual. En ese momento la obra de otros artistas iba por caminos diferentes; mi propuesta cuestionaba ciertas posturas femeninas al uso y se entendió muy bien. Esto me permitió mostrar mi trabajo tanto en instituciones públicas como en galerías privadas nacionales e internacionales. Eso no da vértigo, te permite trabajar de una manera radical.
Flores, mar, mujer, cuerpo, corazones, barcas, el color rojo. ¿De dónde surgen estas constantes en tu obra?
La constante de mi obra no son los elementos tomados casi literalmente de la vida, sino la mirada que se deposita en ellos, la mirada a nuestro alrededor como una opción crítica del mundo, de un yo que se resiste a mostrarse si no es a través de la mirada del espectador.
En tus vídeos, fotografías y dibujos suele repetirse la imagen del cuerpo femenino. ¿A qué se debe esa obsesión?
Estoy hablando de mí, de un paisaje mental entendido como un autorretrato constante.
Tu mirada es crítica, pero no beligerante. ¿Cómo te posicionas en el mundo del arte?
La idea del artista 'social' no me interesa en absoluto. Ser artista en la sociedad del bienestar no es ser marginal, la marginalidad es la falta total de elección del que la sufre, marginal es nacer en Calcuta. Una parte de la crítica y del comisariado son muy dados a dar definiciones que me parecen estériles, como si quisieran ofrecernos la realidad masticada, adjetivizar la práctica artística y, en ocasiones, tienden a justificarla y a caer en el artista ingenioso. El arte ha hecho un largo recorrido para librarse de todo eso. Las soluciones globales y las verdades estéticas intelectualmente me aburren y creativamente son poco excitantes.
Prefiero moverme a pie. En el arte, como en la vida, siempre radical, nunca consecuente. Evidentemente, el compromiso no se mide a golpe de telediario, es una cuestión de ser.
¿Por qué tus exposiciones son como una gran escenografía?
No entiendo la instalación como una escenografía, ni como un género artístico autónomo, sino como un dispositivo organizador. Son paisajes mentales, espacios transitables, como si pudiéramos transitar una palabra, un humor, una declaración de principios. Me interesa el acto expositivo como parte del acto creativo, una forma de intimar con el espectador, un lugar hecho de residuos, de procesos mentales.
Tus sugerentes títulos; tus escritos en las paredes, tu poética. ¿Necesitas la palabra para que el mensaje no quede cojo?
Las palabras las uso como uso seda, papel o hierro.
¿Mantienes viva tu parte infantil, esa que todos llevamos dentro y algunos se empeñan en aniquilar?
Soy como soy, no lo analizo, me cuestiono constantemente, dejo que las cosas ocurran; retrospectivamente veo que la intención y dirección de mis actos es hacer las cosas porque no puedo evitar hacerlas, no son una elección, no tengo el poder de decisión, surgen de una mera necesidad psicológica, de una afirmación de posturas vitales con la voluntad de crear puentes hacia los demás, una oscilación entre los distintos modos y géneros, plantarse ante las cosas como si fuera siempre la primera vez, donde demasiado nunca es suficiente. Mi trabajo nace de la voluntad de crear un lugar para la duda donde poder ser infiel a las propuestas más firmes, un punto cero, un presente esquivo, confuso y contradictorio, donde todo se mueve constantemente. Quizás esta forma de ser responde a cómo uno deposita su primera mirada sobre el mundo, pero eso no me preocupa. Lo que importa es el aquí y ahora, eso es el fruto de una tensión máxima entre nuestra memoria y el deseo.
¿Qué es "Como cuando duermo"?
El título de mi última exposición en la Horrach Moya.
Globos dorados, montañas de sal, mariposas metálicas, zapatos usados... ¿Podemos hablar del efecto sorpresa de los materiales que empleas?
Me interesa la paradoja exprimir los significados, desviarlos como estrategia de comunicación si es que esta es posible.
¿Qué te gustaría que sintiese o experimentase el público ante tu obra, identificación, curiosidad, empatía, ternura?
La obra se realiza a través de su mirada, el espectador le da sentido. Eso son golosinas, lo esencial es el encuentro.
¿Cómo te llevas con tus galeristas?
Me seduce la profesionalidad de los galeristas con los que trabajo, y también ciertas químicas, por supuesto.
¿En qué estás trabajando en estos momentos?
En mi.