Generalmente la mujer no se ha jugado la vida en aventuras: ha sido el hombre quien ha construido barcos para cruzar mares y pájaros para volar.
La mayoría de las mujeres se han adentrado en otro mundo: el de las emociones; un universo absorbente y que, desde dentro, apenas se deja explorar.
Esta ha sido la verdadera división de papeles: unos buscando nuevos horizontes, otras aventurándose en mares emocionales; unos despegándose, las otras pringándose:
Dos empresas que nos conducen a dos universos diferentes, a dos modos de conocimiento complementarios
¿Podrán algún día armonizarse y generar una suerte de humano, tanto más autónomo y atrevido cuanto más íntimo y comprensivo?:
Quizá ese sea el reto.