ISSN 1578-8644 | nº 39 - Mayo 2003 | Contacto | Ultimo Luke
Ventanal de arenas
"Ética e inteligencia"

santiago rodríguez guerrero-strachan

Hay una frase de Adorno – una entre tantas – que me fascina: “La inteligencia es una categoría moral.” Me doy perfecta cuenta de la tradición filosófica que invoca, y me percato de cuánta razón tiene.

Hoy día construir categorías jerárquicas en torno a conceptos fuertes es algo que está anatemizado. Hoy día hablar de moral, de bondad o de civismo te puede llevar al descrédito y a que una pandilla de ignorantes y malvados intelectuales sospechen de ti. Aunque creo que en el pasado esto también ocurría. Nunca fueron buenos tiempos para lo moral.

La inteligencia es una categoría moral, al igual que el bien, que civismo, humanidad o sociedad. La verdad es que un recuento de las mismas es desalentador; cada vez quedan menos, sobre todo la sociedad. Los esfuerzos que hacen por derribarla son ímprobos. Apenas quedan, cual náufragos sobre una tabla o eremitas en sus cuevas, algunas convenciones políticas que permiten sostener la urdidumbre – cada vez más tenue y amenazada – de la sociedad. El multiculturalismo, el relativismo, los nacionalismos, el liberalismo – eminentemente económico – de finales del siglo XX, todos ayudan a que desaparezca el concepto de sociedad en favor de mitologías tan siniestras como la raza, la comunidad cultural o el consumidor.

La sociedad era un concepto que abarcaba a los ciudadanos, a todos aquellos que habitaban un mismo Estado. Todos compartían un mismo proyecto político y social; al menos en lo básico existía una coincidencia de intereses. Pero ahora el empuje de la diferencia postmoderna – que no es sino un borrar las fronteras epistemológicas y una celebración de la confusión – nos ha conducido a la indiferenciación absoluta. La ausencia de principios rectores lleva a la homogeneización banal al mismo tiempo que a la diferenciación infame atendiendo a principios que atacan la base de la dignidad humana.

En el fondo, las cosas han ido a peor. Se pide el respeto a la diferencia cultural en nombre del relativismo y luego se permiten barbaridades tales como la ablación de clítoris, la no escolarización de las mujeres, la discriminación atendiendo a la raza o la imposición de contratos de trabajo que más parecen la aceptación de facto de la esclavitud. Retrocedemos sin pausa y sin que la gente se percate – lo que es mucho peor. Vivimos en los tiempos de la Restauración.

La inteligencia es una categoría moral, dejó escrito Adorno, y resuenan los ecos de Spinoza: “Todo lo excelente es tan raro como difícil”. Es la inteligencia moral que rezuman las páginas de la Ética. Inteligencia y rigor como pocas veces se han dado.