Se diría que si algo es justo, debe serlo siempre, en cualquier momento y en cualquier circunstancia. Sin embargo, puesto que cada época y cada civilización han tenido una idea dominante de la justicia, ocurre que lo que era justo y ya no lo es, en realidad nunca lo fue.
Una idea acabada de la justicia, como un ser definitivo, un estado, una estructura o sistema, parece llevarnos a esta conclusión: que si la justicia es un modo de ser las cosas, entonces un sistema justo sería un sistema cerrado, en el que nada se cambia ni se modifica ni se subvierte
un sistema en el que ya no se puede pedir justicia, porque la justicia ya existe. ¿Será el sueño de la justicia un sueño totalitario?
Pensemos que la justicia sólo es el proceso por el que se crean las leyes. El vértigo que sientes cuando te asomas al vacío desaparece cuando echas a andar por tierra firme.
Pero ¿es un dios o es un hombre aquel a quien atribuís el origen de vuestras leyes? se preguntaba Platón.
No, las leyes las hacemos nosotros, que nos reconocemos como iguales, y nunca son definitivas, porque nos reconocemos como libres.
¿Será entonces la justicia un hacerse permanentemente? ¿un arte?
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