¿Cómo habría sido mi encuentro con Augusto Monterroso en la Ciudad de México en marzo de 2003?
Mi colega Rupert Glasgow y yo habíamos traducido La oveja negra y demás fábulas al inglés, sin tener un contrato con una casa editorial, y mi llegada en México iba a darme la posibilidad de conocerle en persona. El fallecimiento de este escritor genial el 7 de febrero pone la pregunta que abre estas reflexiones en la esfera más hipotética que se puede imaginar.
Quizá me hubiera preguntado cómo habíamos llegado a conocer su obra. Fue a través de un ensayo crítico en inglés en una antología que trataba de la literatura de los diferentes países del mundo. El crítico hablaba del cuento 'El eclipse', que se encuentra en Obras completas (y otras cuentas). El cuento nos ofrece la inversión de poder entre las culturas que se confrontaban en América Latina, el contraste entre el conocimiento mayo de la astronomía y el inútil conocimiento aristotélico de fray Bartolomé Arrazola, su víctima sacrificial. Por este texto original en la narrativa de la América Latina del siglo veinte quise conocer mejor a Augusto Monterroso.
Decidimos traducir La oveja negra y demás fábulas por varios motivos, por su buen humor, su ironía, su concisión y su estilo tan puro y sofisticado. En este libro se ve muy claro la grandeza de Augusto Monterroso. Leyendo los elogios en la prensa mexicana y guatemalteca me pareció muy astuta la evaluación del escritor mexicano Carlos Monsiváis, que dijo "Si alguien llegó a clásico porque creyó en los clásicos fue Augusto Monterroso".
Su conocimiento de los clásicos queda claro en La oveja negra y demás fábulas. Las fábulas de Monterroso tienen su origen en las de Esopo, escritor de la Grecia Antigua. Las colecciones de Esopo y Monterroso tienen en común 'La parte del León', pero la historia ha cambiado un poquito en la versión del escritor guatemalteco. Mientras que en la versión de Esopo los otros animales salen ilesos, en la versión moderna el León se los zampa acompañado de sus gritos de "contrato social", "constitución" y "derechos humanos".
Hay otras inversiones como en 'El eclipse', pero explícitamente cómicas. En 'La tela de Penélope, o quien engaña a quien, la afición de Penélope al tejer se convierte en una estratagema para animarle a Ulises a irse de viaje. Otro detalle muy expresivo es el del Perro en 'El Búho que quería salvar a la humanidad'. Enumerando sus conocimientos, el Búho incluye lo que haría el Perro que traía una torta en la boca cuando viera reflejado en el agua el rostro de un Perro que traía una torta en la boca. Se refiere a la fábula 'El Perro y La Sombra' de Esopo, en la cual el perro tiene un trozo de carne. En el gesto de sustituir la torta al trozo de carne se ve el escritor lúdico que era Augusto Monterroso.
¿Cómo habría sido nuestra charla? ¿Habríamos lamentado mis dificultades para encontrar las comidas vegetarianas y la altitud en la Ciudad de México? ¿O por nervios o por el cambio de latitud habrían regresado mis capacidades de hablar castellano al estadio de hace cuatro años, es decir muy poco? Por lo menos Augusto Monterroso hablaba inglés, pero sin mi castellano no habríamos podido discutir la traducción refiriéndonos a la versión original. En el ensayo 'El susto del otro idioma' escribió el autor guatemalteco que declinaba siempre la oportunidad de tratar a escritores de otro idioma por las dificultades de comunicar en otra lengua. ¿Se habría convertido nuestra conversación en un vaivén de diccionarios y gestos? ¿Quién lo sabe? A veces lo que se quiere más en la vida no es lo que ocurre.
Antes del encuentro en la Ciudad de México Rupert y yo estábamos ideando nuevos proyectos para avanzar la obra de Augusto Monterroso en inglés. Vamos a intentar ahora realizar estas ideas como celebración y homenaje.
Si podemos compartir nuestra alegría por la lectura de su obra en castellano a los lectores angloparlantes con nuestras traducciones al inglés, seremos dignos de llamarnos traductores de un escritor tan excepcional.
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