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(Aspectos de la cultura visual de masas: Primera parte)

Lo siento, pero este año no voy a hablar de ARCO. Y no porque considere que todos los suplementos culturales del país ya han dado cumplida información de todo lo acontecido y exhibido en la feria, sino porque el fantasma de la guerra planea sobre nuestro día a día. Decía Victor Hugo que la libertad “es el aire respirable del alma humana”. Sin libertad el aire se corrompe y el alma queda enjaulada. En algún momento asumiremos que la libertad comienza en el libre albedrío, sí, pero de tal suerte que no invada la frontera de libertad del otro; de ahí que el primer antónimo de libertad sea imposición y el segundo opresión. Imponer no es un acto liberal, sino un disfraz bajo el cual gritar “defendamos lo nuestro; quien no piensa como nosotros no ama ni la libertad ni la tradición; quien no piensa como nosotros es un enemigo en potencia”. Si la libertad conduce a la democracia, ambas deberán aceptar la concurrencia de planteamientos diferentes sin hacer distingos entre pueblos credos o idiomas. Cuando escribo este artículo esa guerra aún es una posibilidad, pero cuando vosotros nos leáis probablemente Irak ya habrá sido masacrado, y a las víctimas poco les importará la vanguardia artística europea o que el universo tenga 13.700 millones de años. Por eso me parece interesante desentendernos de ferias de vanidades y recuperar documentos históricos, carteles y cuadros que muestran, en todas sus miserias, la realidad de las armas, de los levantamientos populares, de las persecuciones indiscriminadas, de la marginación o de la guerra. Nada hay más revelador que un pasado cuajado de errores, que una HISTORIA empedrada de cadáveres.

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Auge de la cultura visual de masas

Al finalizar la primera guerra mundial empieza a percibirse que la humanidad ha entrado en una nueva etapa, la de la cultura de masas. En el campo de la imagen se asiste a un acelerado proceso de multiplicación y diversificación. Observemos que el número de imágenes aumenta como consecuencia del perfeccionamiento de las técnicas de reproducción; los medios anteriores a 1917 – el cartel y el cómic- se difunden hasta límites insospechados produciendo, junto con la fotografía, el caudal de representación más amplio y variado de la historia. Al lado de las rupturas formales y vitales de las vanguardias, y como un adecuado contrapunto, situaríamos este fenómeno paralelo, de gran trascendencia tanto histórica como estética.

Aspectos de la cultura visual; los medios icónicos

En el transcurso de los últimos 80 años, los medios icónicos de masas –la fotografía, el cartel, la historieta, la fotonovela, el cine y la televisión- han producido una auténtica revolución que convendría analizar de acuerdo a los siguientes aspectos:

A- Transformación de los hábitos y de las capacidades perceptivas. Frente a la tradicional contemplación lenta y minuciosa de la imagen, los nuevos medios nos han habituado a una percepción dinámica e instantánea que imposibilita a la sociedad actual a volver a las formas artísticas tradicionales. Si las rupturas de la vanguardia se han producido y han sido parcialmente aceptadas, ello se debe, en buena parte, a esta circunstancia.

B- Nacimiento y difusión de una nueva iconografía. El bien y el mal, el héroe, la vampiresa, el empresario, el obrero... Todos los seres de la realidad o de la ficción se presentan bajo una imagen codificada, susceptible de desencadenar complejos procesos psicosociológicos de proyección o de identificación. La consecuencia inmediata es que todas las ideas de importancia colectiva tiendan a visualizarse, a crear “su imagen”.

C- Ampliación de la sensibilidad y las posibilidades expresivas. Los nuevos medios implican nuevos lenguajes, posibilidades de alumbrar situaciones, ideas y sugestiones imposibles de manifestar con otros procedimientos. Con la cultura visual de masas se han enriquecido las capacidades humanas para el goce y la expresión comunicativa.

D- La manipulación. Dada la gran importancia social de la imagen de masas, los nuevos medios han sido y son descaradamente manipulados. En vez de hacer de ellos instrumento de liberación y felicidad colectiva, se les ha puesto al servicio de los grandes intereses económicos y políticos. Esto conduce a que la imagen de masas sea, en muchas ocasiones, agente de alienación. La cultura visual de masas tiene así una considerable ambigüedad: por una parte constituye el núcleo más representativo del arte de nuestro siglo, pero sus posibilidades no son convenientemente utilizadas. El fenómeno sería paralelo al de las vanguardias, cuya contradicción es de signo opuesto: utilizan formas artesanales tradicionales y su incidencia social es, por ello, escasa, pero han mantenido viva la antorcha de la rebelión creadora y de la libertad.