Los ríos Tigris y Éufrates nos pueden orientar si queremos situar una zona geográfica de Asia y un lugar en la historia: Mesopotamia. En esta región se sucedieron durante tres milenios numerosas civilizaciones (sumeria, acadia, babilónica, asiria), dejando un poso múltiple y variado de culturas, lenguas, religiones, etc. Posteriormente se convertiría en el nexo de unión entre los dos extremos del mundo: oriente y occidente. Imprescindible territorio de paso para el comercio, lo que se denominó a finales del XIX como la Ruta de la seda fue también una importantísima vía de intercambio cultural a lo largo de 1500 años.
Oriente Medio posee una tradición musical de gran riqueza al haber sido cruce de caminos de numerosos pueblos nómadas. Por otra parte la llegada del Islam en el siglo VII significaría una auténtica fusión de estilos musicales árabes, persas, bizantinos, turcos, bereberes y moros. En esta mixtura, la cultura árabe jugaría un papel fundamental al incorporar a su desarrollo el folklore de los países conquistados. Por ejemplo el intercambio entre las culturas árabe y persa, el progreso de dos ciudades simbólicas como Bagdad y Damasco, la influencia de India y China,.... Todo ello desembocaría en un gran florecimiento musical, en un enriquecimiento multidireccional que abarcaría desde el Asia Central hasta el Atlántico.
Con la fundación de Bagdad en el siglo VIII se impulsó considerablemente el comercio, y la ciudad se convertiría en un importante centro musical. El califa Harun ar-Rashid, mencionado en narraciones de Las mil y una noches, aglutinó en su corte a importantes músicos y poetas. Para ser músico era necesario poseer una extensa cultura, creatividad y técnica. En concreto se prestó especial atención a los instrumentos de cuerda tanto frotada como punteada, alcanzándose un gran perfeccionamiento tecnológico y en consecuencia artístico.
Si profundizamos en la música de esta extensa parte del mundo encontraremos cosas fascinantes, comprobando la presencia de características singulares: utilización de escalas microtonales (división de la octava en 17, 19 o 24 partes mientras occidente solamente lo hacía en 12), complejas estructuras melódicas y rítmicas, ausencia de polifonía, improvisación, gran variedad de instrumentos (cuerda, viento y percusión), etc. Conocimientos musicales y tradiciones que se han transmitido oralmente a través de generaciones. Con los tiempos que corren me pregunto si esto seguirá siendo posible en Irak.
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