Primo Levi
Lilít y otros relatos
El Aleph - 2003
Estamos ante uno de esos libros de relatos que invitan al desasosiego por más que intentemos adentrarnos en él desde la lejanía. Estamos ante un autor marcado por la tragedia del tiempo que le tocó vivir, y ante unos cuentos en los que a pesar de estar ubicados en los campos de exterminio nazis, rebosan poesía y optimismo. No es fácil para un profano en la literatura del holocausto entender las magistrales piezas narrativas de Lilít y otros relatos, y menos aún comprender ese sentimiento conciliador que muestra su autor. En plena vorágine belicista, Primo Levi nos muestra los perfiles de diferentes compañeros de desdicha para quienes el simple hecho de despertarse una mañana suponía toda una victoria y un reto, un bocado de una manzana podía ser un auténtico festín, y una carta enviada clandestinamente a su familia en el exterior, una liberación. Primo Levi fue un testigo de excepción de uno de los períodos históricos más deleznables del siglo XX, y desde su atalaya de observador de la vida diaria de los prisioneros de Auschwitz, muestra en Lilit y otros relatos su cara amarga más amable a la vez que la más irónica, sabedor que servida como estaba la tragedia, otros se encargarían de narrarla. Posiblemente sea su testimonio literario uno de los más veraces de cuantos sobrevivieron a los campos, pero eso no habría de impedir que sufriera durante no pocos años el síndrome del superviviente, consciente de que aquellos que habiendo padecido como él en los campos de exterminio y callaron los años posteriores, lo hicieron por sentirse cómplices involuntarios del régimen nazi. Lilit y otros relatos está plagado de personajes que en un momento dado decidieron colaborar con sus captores para sobrevivir, pero también de otros plagados de ternura y amor, y por qué no, de ese heroísmo subyacente que les hacía levantarse cada mañana sin saber si esa sería la última.
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