Fin de curso. Como es tradición, el mes de junio ha sido el más odioso del año, sobre todo si eres maestro o alumno y tu vida en estas fechas gira alrededor de los exámenes. Obligatorio encierro perturbado por el mundo exterior que intenta colarse a través de cualquier rendija. De repente, en la ciudad aparecen señales inequívocas anunciando la llegada del verano: calor a sol y sombra, lo que tarda en anochecer, el madrugador despertar de los pájaros, los jardineros desenfundando el cortacésped, el continuo murmullo de gente en la calle, la frescura de la cerveza que sube desde las terrazas hasta tu ventana, los nostálgicos del pueblo organizando estruendosas verbenas de barrio, etc. En definitiva, todos contribuyendo un poco a que en estas fechas decisivas nadie pueda concentrarse. Está comprobado: la oscuridad y el silencio no existen, y menos en el mes de junio, preludio de un festival de luz y sonido.
Se acaba un ciclo. Los restos de la batalla han quedado esparcidos por todas partes. Siempre se pide el último esfuerzo para intentar salir airosos del trance. Estudio, ensayos, exámenes, trabajos, evaluaciones,... Dos palabras de ocho letras establecen la frontera: aprobado o suspenso. La catarsis. De todo y en realidad para todos los sectores: alumnos, profesores, departamentos, equipos directivos, administración, etc. Para muchos el 30 de junio se celebra la Nochevieja. Y de cualquier forma siempre quedará alguna uva atragantada y una tremenda resaca. Menos mal que las vacaciones permiten una larga digestión. Es justo y necesario.
Antes de aplicarnos la crema bronceadora (ahora protectora) quisiera hacer una denuncia en voz alta, con toda la intensidad sonora que nos permite esta revista. Un nuevo proyecto de reorganización de la ESO (Educación Secundaria Obligatoria) y el Bachillerato se ha cocinado en los lúgubres sótanos del MECD (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte). Se denomina LOCE (Ley Orgánica de Calidad de la Educación) y esta sí que va a ser un arma de destrucción masiva para la educación y la cultura. La amenaza se aproxima inexorable para marginar, un poco más si cabe, los estudios artísticos. Una vez más, con premeditación, nocturnidad y alevosía, el ministerio pretende reducir el horario dedicado a varias asignaturas, especialmente a las de formación artística: la Música y la Plástica. Esto significa un auténtico desastre de imprevisibles consecuencias. Estoy indignado.
Cuándo se van a dar cuenta de la importancia que posee el arte en la educación, especialmente en Secundaria. Sí, esa montaña rusa que va desde los 12 a los 18 años. Hace ya bastantes años numerosos estudios demostraron los beneficios proporcionados por la música, considerándose actualmente un elemento imprescindible en todas las etapas educativas. Razones no faltan:
a) Contribuye al crecimiento intelectual y lo ejercita.
b) Aumenta la autoestima y refuerza la creatividad.
c) Estimula la capacidad auditiva, visual y psicomotriz.
d) Actúa positivamente sobre las emociones al ser una experiencia tanto individual como social (actividad para compartir).
e) Cubre el anhelo de adquirir nuevos conocimientos artísticos y permite disfrutar de ellos.
f) Incluso favorece el aprendizaje de otras asignaturas como las matemáticas (incide en el desarrollo de la memoria), y los idiomas (relación directa con el lenguaje).
g) ...
Casi nada. ¿Alguien da más?. ¿Se lo traduzco?. Qué demonios entenderán algunos por calidad de la educación. Hay ocasiones en las que es necesario ser incendiarios para intentar cambiar un poco las cosas. Lo siento, este era el momento en el que la partitura nos pedía un Finale - allegro con fuoco.
|