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La poesía si es que existe
kepa murua
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Se dice que los poetas son buenas personas. Yo no conozco a tantos, pero por lo poco que sé, puedo decir que algunos son solamente hombres. Hay poetas que tienen un nombre aunque su poesía no sea reseñable, hay otros que no tienen nada con poemas anónimos como sus dueños. Hay poetas agónicos y afónicos, poetas anodinos que repiten su nombre en todos los sentidos. Hay poetas que caminan como sus protagonistas, hay otros que sonríen como hablan, otros que continuamente bostezan, la mayoría que duermen como se hace perder el tiempo. Hay otros que es preferible no conocer en esta vida, los hay aburridos, los hay muy feos, los hay discretos, los hay estériles, los hay paternalistas, los hay locos, los hay pendencieros, los hay serios, los hay peligrosos que ocultan sus intenciones bajo un manto de dulce apariencia. Son hombres como todos, ciudadanos de la poesía y la experiencia. Diferentes sombras de una luz que se extingue, viajeros que se lanzan por la borda del acomplejado destino. Son hombres como tú y como yo, poetas que sin decirlo se vigilan mutuamente, poetas que se descubren unos a otros y se plagian sin disimulo alguno. Poetas que cuando no saben que hacer, copian los versos más humildes, las ideas más frescas, las vivencias más duras, los poemas más hondos, los que se graban con sangre y con duelo cuando se ha perdido todo. Pero se les ve a la milla. Poetas falsos, incapaces de saltar al vacío, que escalan rápido en la fachada del reconocimiento. Poetas que parecen poderosos pero que no son nada, poetas que se les tiene un respeto que se confunde con el miedo, poetas que se distraen ante los otros cuando escuchan su nombre en medio de las apariencias. Son hombres como tú y como yo, poetas que serían capaces de vender su alma al diablo por escribir un gran verso o acercarse sólo por una vez a un hermosos poema, pero que no pueden porque en el fondo nunca supieron hacerlo. Poetas a los que no les tienta el deseo del silencio cuando se sabe que el pensamiento encuentra su recompensa. Cuando se sabe que el placer tiene freno en la poesía que se escribe con guantes. Poetas que recurren a los que tienen poesía en sus adentros. A los que desprecian cuando explican su poesía con argumentos de derrota. |
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