Tomo prestada la coletilla Antología militante del prólogo a Pequeñas resistencias (Editorial Páginas de Espuma 2002), porque no estamos ante una Antología cualquiera. Nos encontramos ante un punto de inflexión dentro del género, abanderado por una de las Editoriales mas osadas y atrevidas de cuantas existan en nuestro país. Y no es petulancia ni vanidad gratuita, es sencillamente la realidad, y esta es que ninguna Empresa Editora en España había apostado con tanta firmeza por uno de los géneros de culto más valorados pero peor tratados. Dicho esto y puestas las cosas en su sitio, la Antología de autores de relatos Pequeñas resistencias, prologada por José María Merino, uno de los grandes dentro del género, y realizada por Andrés Neuman, uno de los más sólidos valores del mismo, muestra en todo su esplendor la trayectoria cuentística de aquellos nacidos en los años sesenta y setenta y con al menos un libro de relatos en su haber. Y como toda Antología es excluyente, lo sabemos y de ahí la grandeza y la dificultad de las mismas, reunir el elenco de la que estamos hablando merece un respeto adicional. Porque estamos ante varios libros a la vez, que mezcla relatos inéditos con otros conocidos, y en donde cada autor presenta una poética merecedoras todas ellas por sí solas de conformar un libro independiente. Y si algunas son conocidas, los dodecálogos de Neuman, por ejemplo, otras son auténticos ensayos breves como la de Rodrigo Fresán a partir de “Cuando la novela despertó, el cuento todavía estaba ahí”, o Felipe Benítez Reyes y su “Teoría general de la teoría”. Cada autor entiende el relato breve a su manera, cada uno le otorga el sello de calidad exigido, pero todos coinciden en la reivindicación del mismo en un tiempo en el que las Editoriales se empeñan en demostrar que el género está muerto. Ellos con su silencio y su trabajo demuestran lo contrario haciéndonos partícipes de una fiesta literaria única, ya que no siempre es posible tener y leer en un solo volumen a escritores de la talla de Gonzalo Calcedo, uno de nuestros mejores cuentistas, compartiendo mesa y mantel con Juan Bonilla, Juan Manuel de Prada o Almudena Grandes. Por eso se habla de Antología militante, porque estamos ante un género que como la poesía tiene unos lectores fieles e incondicionales, que crecen en número día a día y que continuamente están demostrando su lento rejuvenecer.