Lo que somos se podrá resumir en poco más que recuerdos del rastro de paso ante muchas paredes y de reflejos confusos en cristales mezcladores de espacios, de sensaciones como de que el tiempo es un líquido en el que estás sumergido y que te lleva a donde quiere sin remedio.
Si hemos tenido suerte, se conservarán, además, ciertas miradas, sobre todo del tiempo del amor, y la sacudida del nacimiento de tus hijos y de algunas muertes. Y, siempre, la duda, el desasosiego de no poder fijar nada y de, sabiéndolo, no poder dejar de intentarlo hasta el final.
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