Olga Viza y Rosa María Mateo están desconcertadas, y, lo que es peor aún, hacen cola en el INEM. No está en mi ánimo discutir o siquiera opinar sobre los polémicos despidos de Antena 3 aunque al parecer ahora está de moda opinar sobre lo que uno desconoce mientras hace nómina del desatino- pero sí lo está criticar los criterios de selección de algunos supuestos profesionales del medio que, marginando a los hasta hace poco compañeros de cuitas informativas, hacen hueco en sus sofás a personajes del mundo del corazón que poco aportan al devenir del humanismo y aún menos a la historia de la televisión.
Las tertulianas de casquería que hoy se estilan y que entre sus logros cuentan con el de la ubicuidad televisiva- son personajes de la catadura moral de Carmina Ordóñez, de profesión el pastillamen, Kiko ex Gran Hermano, de profesión sus rebuznos, y algún que otro desecho de tienta de Hotel Glamour, de profesión sus domingas y por toda afición el Tarot.
Cuando el medio se siente atacado y es dado a ofenderse ante la simple voz del sentido común- alega que sus invitados no son periodistas propiamente hablando, sino analistas de opinión. Vaya, qué interesante. ¿Y a nadie se le ha ocurrido pensar que para serlo es necesario estar dotado de un mínimo de capacidad de análisis amén de tener una opinión digna de ser difundida? El caso más extremo de todo lo expuesto es el de Teresa Campos, lider del marujismo chic de las mañanas de Tele Cinco y conductora de una peculiar entrega de Los Vengadores.
Parece ser que la señora, no contenta con estomagarnos con las gracias de su niña Terelu, acoge con amor de gallina clueca a toda hija de folclórica que se ponga a tiro, incorporando a sus tertulias, sin el menor empacho, a Jesulinas corresponsales en Ubrique, a Rociítos malmaridadas y alguna que otra hija, hermana o querindonga de famoso sin mayor mérito que serlo y de paso rentabilizar el apellido.
Reclamo desde aquí mayor solidaridad entre los profesionales del periodismo, que mejor harían olvidándose de la lucha interna entre las distintas cadenas y haciendo un hueco a periodistas que se han ganado el favor del público tras muchos años de destreza comunicativa y savoir faire. A ellas, que me acompañaron en las guerras de los Balcanes, en olimpíadas de invierno y verano, y en caídas históricas de todo tipo de muros y fronteras, quisiera verlas en los mencionados sofás expresando su opinión. No ignoro que lo que ahora hace bullir la cuota del share es el chafardeo fácil y la silicona de quita y pon, también el periodismo de telediario modelo LetiZia, tan guapa y "fashion. Eso tiene su público, indudablemente, pero ahí tenemos a profesionales independientes como Julia Otero, una periodista todoterreno que acaba de obtener el premio Ondas al mejor espacio de entretenimiento por su espacio La Columna de TV3, un programa donde los gritos y otras estridencias brillan por su ausencia. Claro está, me dirá algún listillo, que su programa radiofónico, lider de audiencia en su momento, dejó de emitirse por ser intelectualmente elevado y elitista. Triste país el nuestro donde lo elevado incomoda. Supongo que deberíamos plantearnos una programación a la carta, un abanico de canales temáticos despojados de anuncios y barriobajeras miserias. O, sin más, escoger un buen libro y apagar la televisión.
* Dedico este artículo a Olga Viza y a Rosa María Mateos. ¡Buena suerte en vuestra nueva andadura y nuestra más sincera gratitud por tantos años de buen periodismo!