Todo es intelecto y todo emoción: inseparables coordenadas que atraviesan y marcan los actos humanos, aunque unas veces prime una y, otras, sea la segunda quien dirija y marque los criterios para la acción.
Y a veces se oscurecen mutuamente sin contemplaciones.
Y otras más, se suceden acontecimientos - las pérdidas de seres queridos, de sueños, de la salud... - que provocan pensamientos y emociones hasta entonces inexplorados.
O son los movimientos internos - hormonas y sensaciones inexplicables - las que nos conducen a lugares estimulantes o mortecinos que también hemos de aprender a recorrer.
En estos territorios es dónde se localiza la libertad de elección del humano.
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