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Chemin de fer
"El estigma de Aracne"
ana santos
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Pensaron que era la paciente esposa
de un héroe. La que espera noche y día
tejiendo y destejiendo. La que ignora
que nunca vuelve el mismo que ha partido.
Y sólo soy una maldita araña.
Amalia Bautista
No es capricho o moda comenzar estas impresiones sobre la obra de Iratxe Larrea con los versos de Amalia Bautista. Es, en todo caso, la expresión del Azar que puso a un mismo tiempo en mis manos el poemario Hilos de seda y las esculturas de Iratxe. Y es, además, la constatación de las múltiples conexiones que se establecen entre el arte y la literatura, porque el día que conocí a Iratxe y me mostró su trabajo escultórico, sus delicadas piezas tejidas con silicona, la identifiqué inmediatamente con Penélope. Pero después de ahondar en el sentimiento global de sus esculturas, la afinidad con la figura homérica se fue desvaneciendo al tiempo que empezaba a dibujarse la de otro personaje mitológico cuya historia de rebeldía resultaba mucho más afín a la reivindicación de lo femenino planteada por Iratxe. Me refiero a Aracne, la joven lidia, famosa por sus habilidades en el bordado, que un día lanzó un desafío contra la propia Atenea para competir por el puesto de mejor tejedora. Terminada la competición pudo observarse cómo las creaciones de ambas eran perfectas. Atenea, llena de envidia destruyó por completo el trabajo de la joven, y Aracne dolorida por la aniquilación de su magnífica pieza, intentó suicidarse. Finalmente, la diosa se apiadó de ella y la convirtió en araña.
Aunque la interpretación tradicional de este relato señalaba la osadía humana como razón principal del castigo divino, lo que realmente enfadó a la diosa no fue la extralimitación de Aracne, sino su capacidad creadora: la suficiencia de tejer por sí misma una obra tan delicada.
Este aspecto del mito, que coincide con la representación de la araña como símbolo universal de la creación, es el que me permite establecer las conexiones entre las esculturas de Iratxe y los poemas de Amalia, pues en ambos casos las piezas, tejidas meticulosamente con silicona y palabras, son pequeñas metáforas del mundo femenino y cotidiano que invocan directamente la memoria visual y sensorial del espectador/lector.
Una vez conocí a un tipo tan raro
que todavía lo recuerdo. Dijo
que estaba condenado de por vida
a soportar el peso de una enorme
piedra sobre sus hombros, y que nunca
lograría llevarla a su destino.
Me contuve las ganas de decirle
¿y qué crees que hago yo con estos hilos?
Amalia Bautista
A finales de la década de los sesenta, un grupo de artistas estadounidenses que buscaban una identidad propia en el arte, con temas y técnicas distintas a las usadas por el hombre, reivindican las llamadas labores femeninas (bordar, tejer y coser) y las intentan equiparar a otras técnicas artísticas como la talla, la pintura o el collage.
Desde esta nueva perspectiva, el acto de tejer se convierte en una manera válida de reconstruir simbólicamente el universo doméstico; y la introspección y la subjetividad en las vías más adecuadas para la representación de la esfera privada del artista.
El trabajo de Iratxe Larrea entronca directamente con la obra de estas mujeres que, como Louis Bourgeois o Jana Sterbak, utilizan los objetos y las arquitecturas creadas para reivindicar su condición femenina y para dar cuerpo a sus vivencias y sentimientos.
Llevo al aire las cosas que debiera
esconder. Lo más íntimo y oscuro.
No sólo podéis verme el esqueleto,
llevo al aire también el alma toda.
Amalia Bautista
Iratxe también construye sus piezas a partir de la memoria y de la experiencia propias, pero no lo hace sólo con una intención autobiográfica. Los sentimientos expresados en su trabajo pretenden superar los límites del yo y conectar directamente con la intimidad de los espectadores.
Según palabras de la artista, las piezas que elabora persiguen una función rebote. Es decir, conseguir que sea la memoria del espectador la que narre esa experiencia de lo femenino, que sean sus propias huellas las que evoquen y reconstruyan la afectividad del hogar.
Mientras fabrico laboriosamente
esta estrella de luz en la penumbra,
sé que no puedo detenerme, sé
que debo terminar antes del alba.
Antes de que el zarpazo de la vida
nos destruya a las dos con su evidencia.
Amalia Bautista
En ocasiones, las esculturas de Iratxe se convierten en arquitecturas que modelan y modulan el lugar de exposición, en muros que abren, cierran o cortan transversalmente el espacio, en falsos muros horadados que dejan ver al receptor lo que hay al otro lado.
En estos casos la escultora, además de los recursos nemotécnicos, hace uso de un sutil juego de sugerencias con las que consigue integrar en el diálogo mantenido con el público, el espacio social donde se desarrolla su actividad.
Pendientes de un hilo, apenas perceptible, estas piezas, aparecen ante nuestros ojos de forma fantasmagórica como verdaderas metáforas de la vulnerabilidad e inestabilidad a la que se ve sometido el creador en este tiempo de valores efímeros y obsesivo consumo.
Cada día me digo, susurrando,
mantén el equilibrio. Todo acecha,
todo asusta, tu vida entera pende
de un frágil hilo y de un azar injusto.
Tu voluntad no puede demasiado.
No pierdas pie. Mantén el equilibrio.
Amalia Bautista
A medida que se van sucediendo las líneas de este artículo se confirma la certeza de que los poemas de Amalia Bautista hubiesen bastado para expresar las características del trabajo de Iratxe. Estos últimos versos son, una vez más, la constatación de esa realidad. Pues creo, que el rasgo que define de forma más amplia sus esculturas es la armonía que logra establecer entre realidades opuestas e incluso contradictorias.
Como una araña, rescatada del Diluvio Universal, Iratxe consigue en cada nueva obra, mantener el equilibrio entre la tradición de la técnica con la que crea y la modernidad del material usado; entre la fragilidad que ofrece la percepción visual de las piezas y la resistencia extraordinaria de la silicona; y, finalmente, entre el esquematismo y la concisión de las formas y la enorme carga sensorial y simbólica que éstas ofrecen.
Aracnes que ya son arañas: escultora y poeta siguen tejiendo puentes de seda entre el arte y la literatura.
Siempre creí que sólo las palabras
salían de mi boca, y que eran ellas
las que lograban aplazar mi muerte.
Hoy sé que de mi boca sale un hilo,
transparente y tenaz como un insomnio,
que te ha atado a mi vida para siempre.
Amalia Bautista
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