ISSN 1578-8644 | nº 38 - Abril 2003 | Contacto | Ultimo Luke
Ventanal de arenas
"Volatería"

santiago rodríguez guerrero-strachan

Cuentan que un viejo sabio renacentista, algo alucinado, pues ya la vida lo iba abandonando y él se daba cuenta y no le importaba, al contrario, intentaba sacar de ello el mayor partido; cuentan, digo, que dejaba que los días transcurrieran mientras él se ocupaba de observar los pájaros que habían anidado cerca de su casa. Al principio se sintió atraído por el regocijo cantarín que provenía de las ramas, luego se percató de quiénes eran los causantes. Más tarde, se puso a observar sus diminutos cuerpos, y cuando uno de ellos cayó al suelo, lo recogió con el fin de examinar su anatomía, y se quedó maravillado de la forma del conjunto y de la ligereza de los huesos y de las plumas. Vio que nada podía igualarlos, y que el hombre era una bestia pesada en comparación con aquellas criaturas. ¿Acaso Dios no se había confundido al hacer al hombre tan pegado a la tierra, con unos pensamientos tan terrenales y unas lenguas tan soeces? Si se comparaba a los hombres con los pájaros, el gorgojeo de estos era grácil, alegre, claro, mientras que los hombres solo sabían lamentarse o insultar a otros; y qué decir de la multiplicidad de lenguas que impedían el entendimiento universal. Los pájaros parecían no tener más que una común, o al menos todos parecían entender a los demás. Pero sobre todo le fascinaba la ligereza que les permitía ascender a los cielos, sobrevolar las casas y los palacios, perderse en el azul infinito horas e incluso días enteros.

Han pasado los siglos y hemos seguido admirando a los pájaros, su belleza, su colorido plumaje, su capacidad de volar. Los hemos, incluso, imitado y ya podemos desplazarnos por el aire en unos armatostes pesadísimos que desafían la ley de gravedad como por arte de magia (aunque a veces más me parece conjuro demoníaco.) Pero a su lengua nunca hemos logrado acercarnos, si acaso en contadas ocasiones algunos poetas la han imitado. Leonardo se obsesionó con ella, los místicos mencionan al pájaro solitario y al simurg, se sabe de escritores que fueron magníficos ornitólogos, St. John-Perse les dedicó una breve obrita a las aves, Valente también ensayó sobre el decir poético y los pájaros.

El hombre ha luchado desde siempre por superar sus limitaciones. Hemos sido capaces de neutralizar los virus y las bacterias, de aumentar el número de cosechas y su cantidad, de viajar en el espacio a velocidades de vértigo; estamos a punto de lograr la reproducción, o producción, de seres idénticos. Pero aún no hemos podido ni creo que podamos, copiar una cuerpecillo tan ligero, frágil a la vez que poderoso, como el de algunas aves; mucho menos su lengua.