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La ciencia contemporánea ha aceptado que el sujeto que observa se convierte en una nueva variable y modifica la realidad. Por ello, antes que quedar impedida de acercarse a la realidad observada, cuyo conocimiento será siempre aproximativo, se reconoce incapaz de predecir el futuro. Si el presente es la república de una ciencia definitivamente humilde, el futuro y la historia quedan abiertos a los embates de la imaginación. No existe, por tanto, una razón histórica ajena a las subjetividades; ellas crean la historia. Racionalizar la historia y la sociedad es, lejos de acomodarla a un plan previo que escapa a la acción de los hombres, someterla a la lucha de los sujetos sociales, a su dialéctica y a las resoluciones imprevisibles que de su debate emanan. El lenguaje es una espada con destellos de la verdad. La racionalidad es empuñar sabiamente y con justicia la espada del lenguaje. Cuentan que Zaratustra volvió a bajar solo de las montañas, sin encontrarse con nadie. Al llegar al bosque se cruzó de pronto con un anciano que había dejado su santa choza para ir a buscar raíces a la arboleda. Y el anciano le dijo a Zaratustra: No me eres desconocido, viajero, porque hace años que pasaste por aquí. Pero no puedes volver. ¿Acaso no sabes que has muerto? |
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