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Se van moldeando nuestras manos con el cincel que graba los amores que fueron, la fuerza que estuvo, las decadencias que llegaron, las promesas que no se cumplieron. Todo queda apuntado sutilmente en los pliegues exactos, en el abultamiento delicado de las venas de caudal preciso, en la salpicadura de tenues manchas indelebles que cambian su aspecto. |
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