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Keith Giberson es un pequeño dibujante de comic que no quiere publicar más. Y es una pena, porque es divertido e interesante. Él sigue dibujando. Es profesor de física y química en un pequeño pueblo de New Jersey, y acompaña sus clases con dibujos e incluso admite dibujos en sus exámenes. Como tantos norteamericanos Keith Giberson desayuna leyendo las páginas llenas de viñetas de los periódicos. Durante muchos años fueron los únicos comics que leyó. Y los que le animaron a dibujar. Con los años empezó a leer libros de comics, desde los Marvel hasta Shelton o Crumb (No es fácil encontrar comic europeo en Estados Unidos.) e incluso disfrutó de ellos antes de empezar a leer libros sin ilustraciones con regularidad. Todos aquellos que en su vida hayan leído algún comic más que los Mortadelo y Filemón, podrán corroborar que los libros de comics suelen ser transgresores, pero sobre todo son libres y variados en contenido. El problema aparece en Estados Unidos cuando los comics dejan de ser para todos los públicos, y se cuelan contenidos sexuales, o políticos, o violentos. Aparecen las críticas de sociedades conservadoras. Aparentemente no está bien visto que un profesor sea defensor de libertades desde la docencia. No es que Keith distribuyera comics con contenido sexual en sus clases, sino que muchos de los guiones de las historias de Keith son leídos por alumnos, o antiguos alumnos, y en varias ocasiones, estos alumnos han enviado argumentos o han esbozado viñetas en las que compartían fantasías o ilusiones, respondían preguntas o parodiaban la realidad Por supuesto las comentaban con Keith. Ahí ha llegado el problema, que un profesor, en una actividad fuera del ámbito académico, haya ayudado a unos chavales a compartir su gusto por el comic. Y sin que ellos le dejen de llamar Mister Giberson. Precisamente ha sido la sexualidad, y no la violencia, lo que ha hecho saltar la alarma de una asociación de padres. Para Keith es un error y una hipocresía. Considera que los comics enseñan y aclaran muchos más aspectos sobre sexo de lo que muchos padres estadounidenses nunca tendrán la oportunidad, ni el valor, de explicar a sus hijos. Quizá bastantes de ellos no sepan mucho más que lo suficiente para procrear. En un último comentario, Keith manifiesta su convicción de que la sexualidad abierta en los comics es mucho más sana que en otras disciplinas artísticas. Para empezar, es más difícil. Es difícil recrear el sexo en comic sin un resultado vulgar. El lector de comic aprende viendo, pero nunca pierde la perspectiva del límite de la ficción. Como el comic es un género minoritario habla sin tapujos de cualquier capricho, fantasía o incluso desviación sexual con una naturalidad que llega a poner las cosas en su sitio. Por último es un género variado en registros, personal en estilo y entretenido como el primero. Todo eso lo será para todos aquellos que saben que existe el comic un paso más allá de Zipi Zape, o incluso Mingote. |
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